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Lo lógico es pensar que tu padre es único, es el mejor y puede con todo. Especialmente si eres niño y sólo puedes verlo a ... través de tu alma infantil. Pero no, los hombres también lloran, se pegan contra las adversidades de la vida, la mayoría de las veces las superan y en ocasiones se derrumban ante ellas. Pero eso, que es la vida, resulta difícil de comprender cuando solo se es un crío y el que te abraza entre lágrimas es tu padre. Puede llamarse Martín o José, pero para ti es solo papá y es una especie de 'superhéroe'. Ahora, un estudio de la Facultad de Medicina de Rutgers, en Nueva Jersey (Estados Unidos) ha revelado que la salud mental del padre puede afectar a la de los pequeños durante años.
Los más expuestos, según este trabajo que se publica en 'American Journal of Preventive Medicine', son los críos de cinco a siete años, que acostumbran a ver su progenitor masculino como alguien estoico y fuerte, aunque también sensible, que son dos condiciones compatibles. La literatura y la publicidad han contribuido a lo largo de la historia a dibujarles como seres inquebrantables. Pero como dicen los autores del trabajo, «la vida real es otra».
Los hombres con hijos también se deprimen y su malestar emocional afecta seriamente al de sus pequeños. Este nuevo trabajo, firmado por una pediatra, Kristine Schmitz, alerta de que los críos de jardín de infancia expuestos a la depresión paterna tienen muchas más probabilidades de tener dificultades de comportamiento y de habilidades sociales a partir de los nueve años.
«Hasta ahora nos hemos venido preocupando de la depresión de las madres, especialmente después del parto, pero tenemos que empezar a tener en cuenta ya la vulnerabilidad de los varones», alertó la especialista. La depresión, según recuerda la responsable del estudio, no sólo puede tratarse, sino que es posible desarrollar intervenciones que satisfagan las necesidades de ambos progenitores.
Algunos trabajos comienzan a hablar, incluso, de lo que denominan depresión postparto del varón. Una investigación publicada hace cuatro años en la prestigiosa revista estadounidense 'Fronteras de la Psiquiatría' alertaba de la existencia de este fenómeno y llamaba la atención sobre el escaso apoyo social con que cuentan los padres que presentan sintomatología depresiva durante el periodo posterior al nacimiento de su hijo, especialmente cuando se trata del primero.
La depresión paterna, según aquel estudio, afecta a uno de cada diez padres de recién nacidos y llega incluso al 25% cuando los bebés tienen entre tres y seis meses. Puede estar ligada a un consumo inadecuado de alcohol, pero sobre todo a la falta de apoyo social, una peor calidad del vínculo padre/hijo y una relación de pareja frágil. Aquel trabajo, como el de ahora, ya indicaba que esta situación podría implicar un mayor riesgo de dificultades de desarrollo en el hijo hasta los siete años y problemas de conducta y emocionales.
La investigación de Kristine Schmitz va más allá porque no se centra, como la mayoría de las publicadas hasta la fecha, en el periodo directamente posterior al parto, sino que ahonda en la relación entre la salud mental de los padres y el comportamiento de los hijos. De media, según se dice, entre el 8% y el 13% de los padres sufrirán algún tipo de depresión durante los primeros años de vida de sus hijos. Y esa prevalencia llega hasta el 50% cuando la madre también se ve afectada por la depresión postparto.
El nuevo estudio se basó en los datos de un gran informe llamado Estudio sobre el Futuro de las Familias y el Bienestar Infantil, que recogió información sobre los nacimientos de 20 grandes ciudades de EE UU entre 1988 y 2000, pero que continúa rastreando las vidas de los participantes. En aquel trabajo, cuando los niños tenían 5 años, sus padres eran examinados para detectar síntomas depresivos durante el año anterior. A los 9, sus profesores completaron una encuesta referida al comportamiento de los chavales.
El análisis de la información recopilada permitió descubrir al equipo investigador que los niños cuyos padres informaron de síntomas depresivos, como sentirse tristes o melancólicos, se mostraban más vulnerables. Eran significativamente más propensos a mostrar inquietud, desafío o ira, así como a presentar niveles más bajos de autoestima y cooperación en las tareas en equipo.
¿Por qué ocurre algo así? Los investigadores tienen sus propias respuestas. Según Schmitz, existen varias razones que podrían explicarlo. Por un lado, se sabe que la depresión dificulta la crianza de los hijos y reduce el apoyo emocional que se presta al crío. Además, está considerada como una causa de conflictos u otro tipo de estrés en el seno del hogar.
Los autores del trabajo están convencidos de que, pese a la evidencia, es posible identificar e intervenir con éxito de manera temprana en las familias donde se detecten signos de depresión paterna. La mejor manera de educar es, además, el ejemplo, según recuerdan los autores. «Como padres, podemos enseñarles que cuando tenemos dificultades, buscamos ayuda». No sólo las adversidades se quedan grabadas en la mente de los niños. Las historias de adversidad superada también sirven. Incluso más.
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