Kabuga recuerda a José Ramón Amunarriz en el 20 aniversario de su fallecimiento

El pasado día 13 se celebró en Kabuga (Ruanda) el 20 aniversario del fallecimiento de José Ramón Amunarriz. El recuerdo del misionero irunés sigue muy vivo a través de su obra y prueba de ello es el aspecto que presentaba la parroquia del polo de desarrollo que él impulsó, durante la misa oficiada en su memoria. La también misionera Milagros Sanz, contraparte de la ONG Behar Bidasoa en Kabuga, cuenta a través del correo electrónico que el pasado día 13 «celebramos con gran solemnidad la muerte inesperada de José Ramón». Hace ya 20 años de su fallecimiento y, sin embargo, «él sigue vivo en Kabuga entre nosotros. La parroquia que él construyó no podía dar cabida a todas las gentes que quisieron hacerse presentes en este día tan señalado».

Los 1.100 alumnos de las escuelas de Kabasare, los 400 estudiantes de la Escuela Profesional que José Ramón Amunarriz creó para dar oportunidades a los jóvenes y todos los trabajadores del polo de desarrollo asistieron a rendir homenaje al misionero.

«Aunque todos no lo conocieron personalmente», añade Milagros Sanz, «gozan en la actualidad de esa semilla que día a día crece. La presencia de todos ellos hablaba de los frutos esa semilla ha producido durante estos veinte años. Nunca habíamos visto la iglesia tan llena. Tuvieron que meter más bancos para que se sentara la gente y muchos se quedaron fuera por falta de espacio. El pueblo sencillo de Kabuga nunca podrá olvidar la vida entregada de José Ramón, que les ayudó a salir del aislamiento y abandono en el que se encontraban».

La eucaristía en memoria del misionero irunés duró dos horas y media. El director de la escuela profesional, que presidió la misa, hizo un recorrido por el largo paso de 26 años de José Ramón Amunarriz por Kabuga. «La lectura de Santiago, que habla de que una fe sin obras está muerta, le dio oportunidad de comentar la entrega de José Ramón», comenta Milagros Sanz.

Después de la misa, se sirvió un aperitivo para los trabajadores, las religiosas, los responsables de los distintos servicios de Kabuga, como las escuelas y el centro de salud y las autoridades locales. «Todos seguimos embarcados en el proyecto de mejorar las condiciones de vida de nuestro pueblo, que inició José Ramón», concluye la misionera.