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J. A. Bayona | Director de cine
«Siempre me he impuesto a la industria en la defensa de mi visión de mis películas»DV
Domingo, 2 de junio 2024, 02:00
Tras su reciente paso por el Festival de Cannes en calidad de jurado de la Sección Oficial, el director J. A. Bayona (Barcelona, 1975) llega ... el martes a Donostia para clausurar el ciclo Diálogos de Cineastas. En esta última sesión (19.00 horas, Convento de Santa Teresa), el gran vencedor de la última edición de los Premios Goya con 'La sociedad de la nieve' –se llevó trece galardones–, hablará con la productora Belén Atienza sobre el proceso de creación de una película. Como productor, Bayona se define como poco intervencionista en los aspectos creativos, pero como director lo tiene todo muy claro: «Uno siempre tiene que imponerse, independientemente de su posición en la industria. Hay que pelearlo con todas las armas posibles y yo siempre lo he hecho».
– ¿Se siente cómodo en este tipo de actos en los que habla en público sobre su cine?
– Yo creo que cuanto más disfrutas tú, más disfruta el público. De eso me di cuenta cuando era profesor en la escuela de cine. Y con las películas pasa igual: si fluyes en un proyecto es muy fácil que eso puedas comunicárselo al público. El problema es cuando estás en un proyecto y no sientes eso.
– En el imaginario cinéfilo, la figura del productor es la del que pone obstáculos y recorta las pretensiones del director.
– En EE UU diferencian mucho entre los productores creativos y los financieros. Son dos perfiles diferentes: uno piensa más en la calidad de la película y el otro se encarga de las finanzas y en Belén (Atienza) se dan cita los dos perfiles. Muchas veces financia las películas, pero también está muy cerca en la preproducción, trabajando conmigo en el guion, y también en rodaje y postproducción.
– ¿Se puede hacer una buena película siendo un excelente director, pero con un productor mediocre?
– Es muy complicado hacer una película si hay alguien en el equipo que no esté a la altura porque lo acaba sufriendo otra persona. Muchas veces los fallos de un equipo los arregla producción... De salida, en una película tienes todas las posibilidades de hacerlo mal y en ese sentido, el equipo tiene que estar muy bien preparado y si hay alguien que flojea, otro tendrá que cubrir ese hueco y no lo hará de la mejor manera posible porque no estará en las mejores condiciones.
– En su caso y con su peso en la industria, quizás ya tenga la capacidad de imponerse.
– Siempre me he impuesto, al margen de la posición que ocupara en la industria cinematográfica. Cuando hice 'El orfanato', peleé por que estuviera gente del equipo e incluso llegué a dejar la película antes de firmar el contrato para asegurarme de que las personas en las que confiaba ocupasen ciertos cargos. Uno siempre tiene que imponerse, independientemente de su posición en la industria. Hay que pelearlo siempre con todas las armas posibles.
– Usted también ejerce de productor. ¿Qué tal es la experiencia?
– Bueno, sobre todo, lo que hago como productor es avalar el proyecto y con tu presencia muchas veces consigues acercarle la financiación que necesita. En ese sentido, mi trabajo de productor siempre ha sido más permitir que los directores tuvieran todas las herramientas necesarias para defender su idea de la película y a la hora de discutir lo creativo, intentar que la cinta sea lo mejor posible, pero nunca imponer mi visión a la del director. Si hemos llegado a un punto en el que no estábamos de acuerdo, tanto Belén como yo hemos dejado en manos del director la decisión final.
– Da la sensación de que su filmografía nada en círculos y propone diferentes acercamientos a una misma idea: la necesidad de seguir adelante en cualquier circunstancia.
– Cada vez me doy más cuenta de eso.
– Igual no es premeditado.
– Sí, es verdad. La intuición es una de las herramientas que más uso a la hora de decidir qué película me apetece hacer y en ese sentido hemos acabado siempre dando vueltas sobre algunos temas recurrentes. Pero no es premeditado y además siempre encuentro la manera de llegar a ese tema de una forma diferente, también según en qué contexto me encuentro en ese momento. No es lo mismo la visión de la supervivencia en 'Lo imposible' que en 'La sociedad de la nieve'. Tiene que ver también con todo lo aprendido por el camino y no hubiera sido posible una película sin la otra.
– Lo que sí es su cine es una referencia a la hora de llenar las salas, en un momento en el que lo están pasando mal.
– Eso es un misterio. Siempre me pregunto cuál es la fórmula para intentar repetirla, pero no tengo la receta. No sé cómo conseguirlo, más allá de tratar de hacer la mejor película posible.
– ¿Suele pensar al hacer sus películas que luego su visionado se convertirá en una experiencia colectiva en una sala?
– Lo pienso mucho menos de lo que alguna gente cree. Cuando uno está haciendo una película está tan metido en lo que pasa delante de la cámara, que piensa muy poco en que eso va a ser visto por miles de personas. Es verdad que en el montaje uno intenta ser implacable porque el público, la crítica y la prensa van a juzgar de esa forma la película.
–En el caso de 'La sociedad de la nieve', ¿qué tecla cree que ha pulsado entre el público para funcionar tan bien tanto en salas como en la plataforma ?
– Yo creo que la historia es muy potente, además con unos actores muy bien escogidos y en su papel. Me ha llamado también mucho la atención cómo la película ha despertado el interés sobre todo del público más joven. Creo que tiene que ver con que las nuevas generaciones se han encontrado con un mundo que no acaba de funcionar y sin que sean ellos los responsables. Es la situación que viven los chicos en la película, inmersos en una situación que no han provocado. Se dan cuenta de lo solos que están y de que sólo se tienen los unos a los otros.
– ¿Qué le parece el fenómeno de viajar hasta el lugar de los Andes en el que se produjo el accidente aéreo?
– Cuando rodábamos, ya pensábamos que si la película funcionaba se convertiría en un lugar de peregrinaje aún mayor. No sé qué pensar de ese fenómeno porque tengo sentimientos encontrados. Cuando yo estuve ahí, les pedí permiso y les pedí perdón por hacer la película y por lo que pudiera venir después. No sabía muy bien cómo sentirme. Pensé en hacerlo lo mejor que pudiera y supiera. Y efectivamente se ha convertido en un lugar al que la gente se acerca.
– ¿A usted le sirvió el hecho de estar en el lugar, ver y escuchar?
– Sí, sí, estar allí te ayuda a entender el contexto y la situación en la que estuvieron inmersos y sin eso es muy difícil contar la historia. Además, te vincula con el sitio y te lo resignifica de una manera muy especial. Precisamente, por eso intenté que los actores estuvieran en o con los supervivientes, de modo que tuvieran una actitud diferente respecto a lo que estaban haciendo.
– ¿Qué tal va el proyecto de adaptar el 'A sangre y fuego' de Manuel Chaves Nogales?
– Está un poco parado porque estoy produciendo 'Un fantasma en la batalla' que Agustín Díaz Yanes (coguionista) está rodando en San Sebastián. Mientras dirige, no puede escribir, pero nos quedan dos semanas de rodaje y espero que en poco tiempo nos pongamos con ese proyecto porque realmente me apetece mucho.
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