Esta película les parecerá espléndida (acaso hasta se acuerden ligera, muy ligeramente de 'La casa de Jack', de Von Trier) o espantosa dependiendo de que ... acepten o no la reacción del protagonista tras un yo diría que bien interesante salto sin red del guion que, les recuerdo, está basado libremente en la novela 'La ascendencia' editada primorosamente por Nórdica y cuyo autor ganó el premio Goncourt en 2013 por 'Un hombre al margen'. Es su escritura tan tranquila y sencilla como abyecto lo que cuenta.

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Lo escrito, si ustedes aceptan que la reacción del protagonista tras el quiebro del libreto es creíble (tal vez sea que cada cual gestiona su respuesta al horror extremo como puede y no como debería...), este filme les parecerá de una intensidad lacerante y de una iniquidad altamente sugestiva. Si no, la historia de este diseñador de moda en la cresta de la ola que ha de volar de París a Montreal para hacerse cargo del sepelio y los bienes del padre muerto con el que rompió hace años, les parecerá la baladronada de un director de gran estilo (la puesta en escena del desfile con el que arranca el filme es alucinante al máximo, perteneciendo la colección a Thibaut Kuhn) y de un coguionista que se estrena en contar en largo y para pantalla grande tras haber bregado en series de TV. Una baladronada realmente ridícula.

Dicho lo dicho, película de sabor ambiguo y oscuro aroma, bastante malévola, filmada con una frialdad y una distancia exquisitas y más que turbadoras, acentuadas por la no menos agreste banda sonora de Sebastian Akchoté, siempre tan electro y, a pesar de su origen serbobosnio, tan tan 'french house' y tan capaz de haber hecho remix para criaturas con tantos claroscuros como Daft Punk, Beastie Boys o Charlotte Gainsbourg. Todo ello contrapunteado por el 'Fais comme l'oiseau' de Fugain y Big Bazar que suena en un funeral devastador...

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