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Iker Elduayen
san sebastián.
Domingo, 25 de agosto 2024, 02:00
Más allá de una diversa y versátil trayectoria como actriz, con notorios éxitos teatrales, reconocidos trabajos televisivos–difícilmente olvidable su personaje en 'Aquí no hay ... quien viva' que, popularmente, ha quedado en un simple 'La Hierbas', pero que goza de una gran complejidad y riqueza creativa– y varias apariciones cinematográficas –un Goya por 'Chevrolet' en 1997–, hay un recorrido literario que define aún más y mejor, si cabe, a Isabel Ordaz (Madrid, 1957), que lleva toda una vida escribiendo. Hasta la fecha, ha publicado relatos y, sobre todo, poesía, mucha. Ahora, en 'La vida en otra parte' (Roca Editorial, 2024) hace un recorrido sobre su personalísima experiencia con el cáncer, mediante la literatura y la poesía. En el volumen, Ordaz se desnuda y acompaña al lector en su viaje con la enfermedad que ya ha logrado superar.
– Me alegra entrevistarle tiempo después de haberse publicado el libro, así me podrá contar cómo lo han recibido los lectores.
– Es algo difícil de saber. Los datos los suele manejar la editorial, porque tu trabajo, el del autor, únicamente se limita a acudir a las presentaciones o ferias, pero la impresión que tengo es buena. Pese a toda la dispersión que hay actualmente, sé que hay interés, desde luego, y por redes también noto un arrope especial. Lo que a mí me llega personalmente es todo bueno y muy emocionante.
–En 'La vida en otra parte' hace una composición muy diversa en cuanto a géneros. ¿Cómo catalogaría el libro?
–Creo que se trata de algo nuevo, pero al mismo tiempo no. En la Edad Media ya existían las confesiones o la biografía, por ejemplo. Sin ir más lejos, el teatro es una obra colectiva y diversa, que va surgiendo sobre la marcha, mediante la participación. Siempre se dice: no hay una obra terminada, porque se va construyendo. Es algo que mezcla la ficción y lo documental. Es una realidad ficcionada, de ahí el concepto de autoficción. Sobre 'La vida en otra parte' considero que es una literatura necesaria. Para mí lo fue. Yo llevo escribiendo mucho tiempo, editando sobre todo poesía, y digamos que el verso se me quedaba corto y necesitaba un aliento más largo. Por otra parte, requería que fuese algo biográfico y que yo fuese la protagonista, pese a que estén como personajes la vida, la muerte o el pensamiento.
–Como bien dice, es usted la protagonista de su propio relato y teniendo en cuenta que es una actriz muy conocida, pero no mediática, ¿sintió en algún momento miedo a desinhibirse en exceso?
–Mmm, es una pregunta muy interesante. Yo escribí esto durante dos años y, desde luego, no pensaba publicarlo. Evidentemente, soy escritora, siempre busco ese talante estético como instinto de escritora que soy, porque busco que lo escrito sea carne literaria, de por sí. Cuando se amainó el temporal, empecé a revisar, a releer y a toquetear el texto. Tratando de no borrar la impronta de esa vivencia tan desnuda. Y una vez lo publicaron y soy consciente de que es de disposición pública, se me acercan personas que atraviesan el mismo viaje, la misma pena y al hablarme sí sentí pudor de que supieran de mi intimidad dolorosa. Pero como considero que el libro es algo más que literatura, estoy satisfecha.
–Hábleme del reposo, del tiempo que ha invertido en dejar que todo su proceso, tanto personal como literario, se calme.
–En un viaje de estas características, la literatura siempre es un reposo, más en la actualidad tan agitada que vivimos. El tiempo nos lo han sustraído a un ritmo marcado por la mercadotecnia, por el consumo. Cuando se impone esto de vivir o morir, entras en un sendero metafísico, más pausado, donde ya el mundo no manda. Desgraciadamente, el precio es alto. Como alude el título, esa vida en otra parte consiste en dejar afuera ciertas ordenanzas, usos y costumbres que el mundo te impone. Todo pasa por otro tempo que tiene que ver con la intimidad, con una serie de reflexiones y emociones que no pasan por este presente tan histérico que vivimos.
–Su obra se caracteriza por su gran cuidado del lenguaje. ¿Qué opina sobre esta sociedad que cada vez deconstruye más la palabra?
–Es cierto que el lenguaje nombra realidades y, a su vez, van cambiando acorde con el transcurso de las sociedades. No obstante, esto se hace ahora de una forma frívola y es profundamente peligroso porque si no intimamos y cuidamos la palabra, nos encontraremos con monstruos en la realidad. Es decir, si yo no me doy tiempo para conversar con lentitud, mi pensamiento ha muerto. El pensamiento no entiende de titulares, sabe de discurrir, del ejercicio del pensar. La poesía, como el pensar, es parar, apartar el ruido y pensar, si no es imposible que aparezca.
–En su libro, habla de cantidad de referentes que parecen haber sido sanadores para usted. ¿Considera que el arte, en su totalidad, lo es?
–Creo que sí, lo veo así. Tanto un cuadro, como un poema como el teatro resultan sanadores para el espíritu. Inspiran, dan que pensar, te dan ganas de ser mejor persona. Juega con la distancia de la contemplación, y la contemplación siempre es sanadora.
–Alguna vez ha dicho: «La escritura me ha hecho mejor actriz». ¿En qué sentido?
–Siempre he tenido una deuda conmigo misma porque en el teatro nunca he tenido mi voz propia, siempre son ajenas. A mí me faltaba ese o que se ha dado con la escritura, porque me ha hecho más completa. Ahora entiendo con más profundidad la palabra en escena.
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