Víctor Manuel | Cantante
«No hay ninguna otra profesión en la que te aplaudan cada tres minutos. Es droga dura»
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Víctor Manuel | Cantante
«No hay ninguna otra profesión en la que te aplaudan cada tres minutos. Es droga dura»Es historia viva de la canción española y promete seguir siéndolo, al menos, hasta que el público le diga «cuándo es el momento de irse ... a casa». El donostiarra, por su parte, ha respondido a la convocatoria y llenará esta tarde el Kursaal (20 horas), para escuchar la música de Víctor Manuel y de toda una generación. «Tengo muchas ganas de ir a Sanse, hace mucho que no voy a cantar».
– ¿De visita sí ha venido?
– Muchas veces, tengo gente muy querida. El otro día estaba acordándome de la primera vez que canté en San Sebastián, fue en La Perla, fíjate. Ahora no tiene nada que ver, pero entonces era un sitio maravilloso para la gente joven.
– Conocerá ya todos los escenarios donostiarras...
– Muchos de ellos. He cantado en el pabellón de deportes, en cines, en teatros... Pero en el Kursaal nunca, esta será mi primera vez, antes no ha coincidido. Con las giras de teatros me ha tocado pasar más por Bilbao.
– Por cierto, que hasta aquí trajo una exposición de cuadros pintados por personas con discapacidad intelectual. ¿No es así?
– Así es, cuando aún vivía Juan Cruz Unzurrunzaga. Fue en la galería Ekain, que ahora lleva su sobrina Rita. Juan vino un día a mi casa y le sorprendió ver todos los cuadros que le había comprado a la gente de la Fundación Promi. Le encantaron, así que se fue hasta Cabra (Córdoba), hizo una selección de cuadros y los expuso con un gran éxito. Todos estaban pintados por las personas internadas. Por ejemplo, me acuerdo de Encarna que pintaba edificios y firmaba tan grande que ocupaba casi todo el lienzo. Otro de ellos solo pintaba tetas (ríe). Había quienes no sabían dibujar, pero tenían tal inspiración y arrebato de color que salían cosas geniales.
Cartel. Víctor Manuel Tour 75 aniversario 'La vida en canciones'
Lugar Auditorio Kursaal.
Día y hora Hoy, a las 20 horas.
Entradas Entre 44 y 54 euros.
– Además dos de ellos, Mari Luz y Antonio, inspiraron uno de sus himnos: 'Solo pienso en ti'.
– A ellos les conozco desde el año 78 cuando descubrí este proyecto que, en aquel momento, era muy transgresor pues convivían bajo el mismo techo personas de ambos sexos. Allí trabajaban, financiaban sus vidas fabricando muebles y forjas y, lógicamente, también se enamoraban. De la historia de amor entre Mari Luz y Antonio nació esta canción. Y de la tutela de esta residencia, nacieron sus tres hijos, dos de ellos universitarios y uno mecánico. Son de esas cosas que te reconcilian con la vida.
– ¿Es esta quizá la canción que más alegrías le ha dado?
– Sin lugar a dudas. Ya era útil cuando se editó en 1979 y hoy sigue teniendo la misma utilidad. Recuerdo que, cuando salió la canción, las crónicas hablaban de 'dos chicos con problemas', es decir, la discapacidad era infinitamente menos visible de lo que ahora es. Gracias al trabajo de tantos años de las familias y asociaciones por darles voz a sus hijos, encontrarles trabajo... ha cambiado todo radicalmente y hay mucha más integración que hace 45 años. Sigo encontrándome gente que me da las gracias por haber escrito esta canción y eso es lo mejor que le puede pasar a uno.
– Porque cada uno hace propias las canciones. Por ejemplo, en 'El abuelo Vítor' no sabía que estaba escribiendo sobre todos nuestros abuelos.
– ¿Sabes? Cuando escribí esa canción no pensé siquiera en grabarla. Lo hice porque quería mucho a mi abuelo, nada más, pero un día vino un amigo a casa, se la canté y se echó a llorar. Me impresionó. Yo aún era muy joven para imaginar el poder que podía tener la música, así que le pregunté: «¿Por qué lloras?». Y me contestó: «Porque yo tengo un abuelo también».
– ¿Y sigue tan vigente como aquel día?
– Es intemporal. Hace poco la canté en Avilés y, cuando bajé al camerino, me había llegado una página completa del diario 'Pueblo' en la que venía una entrevista con mi abuelo. Desconocía absolutamente que nadie le hubiera entrevistado, para empezar, porque murió seis meses después de editarse la canción y nunca me llegó a decir si la había escuchado o no. Así era de reservado. Tan solo me dijo un día, entre paño y bola: «Oye, ¿tú por qué tienes que contar que la abuela me esconde el tabaco?».
– Imagine al entrevistador...
– Debió ser dificilísima porque a mi abuelo había que sacarle los monosílabos, pero por lo que fuera en ella se explaya un poco más. El periodista le pregunta si le gusta la canción que le ha dedicado su nieto y si está contento por haberse hecho tan popular, y él contesta: «mientras la canción le guste a él... Por cierto que el otro día estuve en el ambulatorio, que estaba hasta arriba de gente, y de pronto se abre la puerta y el médico grita '¡que pase el abuelo Vítor!'». Creo que se debió hinchar de orgullo.
– De padre ferroviario y madre comerciante, creció en los años fértiles de la Cuenca Minera. ¿Cómo recuerda su infancia en Mieres?
– Pues muy feliz, les desearía la infancia que yo tuve a todos los niños del mundo. Vivía en una casa situada en una falda del monte desde donde se veía Mieres y me pasaba el día corriendo detrás de una pelota en el prado o en el bosque buscando nidos. Una vida ideal.
– Luego llegó el declive de la cuenca y el cierre de los pozos mineros. En ese contexto, ¿le resultó fácil decir que quería dedicarse a la canción?
– En aquel momento yo era un pésimo estudiante y estaba repitiendo curso cuando había reválida... Escuchaba mucho la radio y me gustaba mucho la música, así que le dije a mis padres que quería cantar pero no había nada que sustentase esa afirmación: no sabía hacerlo, ni tenía ningún antecedente en la familia... Simplemente me gustaba imitar a Joselito. Su reacción fue decirme: «Pensábamos emplear algo de dinero en que estudiases, así que si quieres estudiar música, hazlo». Que me dijeran eso cuando tenía 15 años fue providencial.
– Y llegaron los primeros éxitos. Sin embargo, aquellos años no fueron ningún camino de rosas: el veto de Eurovisión es solo la punta del iceberg de años de lucha contra la censura, a la que consiguió evitar refugiándose en el folclore asturiano.
– Todas mis primeras canciones conocidas las escribía por instinto, no pretendía reivindicar la música de mi tierra, ni tampoco entonces tenía ideas políticas de nada. Al principio era un tipo muy despolitizado, principalmente, porque mi padre nunca me contó por qué habían fusilado a su padre. Escribí canciones como 'Planta 14' o 'El cobarde' porque me apetecía contar eso, no porque estuviera contra Franco, eso vino después. Alguien de Censura debía pillarse unos rebotes importantes cada vez que recibía una canción mía, como 'No quiero ser militar'.
– ¿Cree que le ha perjudicado significarse políticamente?
– Cuando realmente empecé a tener problemas fue a partir de 1972, unos años auténticamente jodidos. Poco después nos acusaron a Ana y a mí de haber pisado una bandera española en México, lo que hizo que todo el mundo se pusiera de acuerdo en insultarnos. No nos podíamos defender y tuvimos que quedarnos en México seis meses porque no sabíamos qué nos podía pasar al regresar. Fue un peregrinaje y una cuesta arriba que además coincide con la militancia en el PCE, y entonces ya fue el desbarajuste total. No vendía un solo disco, pero nunca dejé de grabar.
– En 1971, se encontraba de gira con Julio Iglesias, cuando conoce a Ana Belén en A Coruña. Un año después se casan. Debió de ser el hombre más envidiado de España, ¡incluso por el propio Iglesias!
– (Ríe) Sí, Ana era y es una chica guapísima. Ella tenía 20 años y yo 24, fue un deslumbramiento maravilloso. Afortunadamente nos conocimos ese día y poco tiempo después comenzamos a rodar una película de Gonzalo Suárez y ya no nos hemos separado. Coincidimos en tantas afinidades. Es una suerte, aunque... ¡algo habré puesto de mi parte también!
– Dice que no ha escrito muchas canciones de amor, pero sí le ha escrito muchas canciones a Ana.
– Muchísimas, solo con ellas tendría para hacer un recopilatorio de 40 o 50 canciones. La primera que le escribí fue 'Canción para Pilar' (que es su nombre de pila) y ya nunca más he dejado de hacerlo.
– «Hago un alto en el camino, pero sigo». ¿Necesitaba recapitular?
– Salí a cantar durante la pandemia y, a pesar de las distancias y las mascarillas, sentí un alivio fantástico, por eso esta gira la subtitulo 'El escenario todo lo cura', que es un verso de la canción 'No seré nunca juguete roto', de 1986. Ahora hace un año y pico que vengo girando, porque cumplía 75 años y me parecía un buen momento para recopilar una gran antología de forma personal. Es un espectáculo que funciona muy bien y es muy agradecido porque no vengo presentando canciones nuevas, sino que son todas las que la gente conoce.
– También recupera canciones que quizá no tuvieron suerte pero que están entre sus preferidas. ¿Cuáles diría que son?
– La inmensa mayoría de las canciones que uno escribe no tienen ningún éxito y pasan completamente desapercibidas, es por eso que me gusta rescatar algunas de ellas y ponerlas en valor. Cuando se las presentas así a la gente, gustan mucho más. Son algunas como 'Canción pequeña' o 'Me gusta saber de ti', que es como un pequeño juguete.
– «Agradecería que el público fuera advirtiéndonos de cuándo debemos irnos a casa». ¿Sigue este respondiendo a su llamada?
– Desde que hice el recopilatorio de los 50 años ya me preguntaban si me iba a retirar y no tengo ninguna intención. Una cosa es que lo dejes porque estés harto de giras y hoteles; y otra es que el público te retire, que también puede ocurrir. Una señal inequívoca de ello es poner una entrada a la venta y que la gente no la compre. Estoy disfrutando mucho de la gente y es una alegría que te pase esto después de tantos años.
– De la música uno no termina de retirarse nunca pero, ¿debe el músico preparar su jubilación?
– Sí y debe ser muy duro, porque no hay ninguna profesión del mundo en la que te aplaudan cada tres minutos. Solo ocurre con las canciones y eso es droga dura, así que quitarse de ello es un paso importante.
– Serrat ya se despidió del Kursaal. ¿Qué le contestó cuando le dijo que lo dejaba?
– Me da una pena inmensa que se retire Juanito, porque no estamos tan sobrados de maestros como para que alguien como él decida que se va. Le digo que sea tan feliz fuera del escenario como lo ha sido sobre él.
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