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Edición tras edición, los miles de corredores que participan en la Behobia-San Sebastián pasan junto al restaurante Arzak. Por allí suele estar siempre la cocinera Elena «con una pancarta de apoyo» a su mejor amiga. «'Aupa, Mónica' suelo escribir en ella. El día de la carrera es muy bonito», confiesa ella. Pero este año lo ha sido aún más.
El domingo, minutos después de ganar y en declaraciones a 'diariovasco.com' mientras se emitía la carrera en directo, Eneko Agirrezabal soltó la anécdota: «Había prometido a mis aitas que si alguna vez ganaba la Behobia les invitaría a comer al Arzak. Y ahora tendré que hacerlo...». El atleta segurarra lo dijo con total naturalidad –como es él– sin reparar quizás en la repercusión que esta prueba tiene en Gipuzkoa.
Aquellas palabras del flamante vencedor en el Boulevard donostiarra fueron recogidas en la edición impresa de este periódico y Elena Arzak, a la que le llegó la información, se interesó por el atleta y por esa promesa que había hecho a sus padres.
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Ayer, en el Kursaal, otro de los puntos por los que pasa la popular de las populares y en el que durante estos días se celebra San Sebastián Gastronomika, DV citó a Eneko y a sus progenitores. ¿La excusa? Una fotografía en el lugar exacto en el que el fondista del Txindoki pegó el hachazo definitivo el domingo. Todo estaba preparado para dar la gran sorpresa al txapeldun de la Behobia.
Allí, al poco de llegar ellos minutos antes de las 17.00 horas, aparecieron Elena y Juan Mari Arzak, dejando a la familia de piedra. «Zorionak, txapeldun», le dijeron mientras se interesaban por él y por los suyos. Rojo se puso él mientras decenas de curiosos preguntaban qué ocurría y buscaban fotografiarse con el cocinero. No eran pocos tampoco los que reconocieron al atleta, en boca de muchos durante estos días por haber sido el primer hombre guipuzcoano en ganar tras Diego García, que lo hizo en 1994.
«Para nuestro restaurante es un gran honor y orgullo que Eneko pensara en nosotros tras ganar la carrera. Nos hizo mucha ilusión leerlo y ese interés en nosotros, teniendo en cuenta que además hacía 27 años que no ganaba un hombre guipuzcoano la Behobia, nos hace querer invitarle a que venga al restaurante junto a sus aitas», explicaba Elena.
La conversación entre ellos siguió. Pello Agirrezabal, el aita, y Maria Ixabel Telleria, la ama, no dudaron en unirse a la conversación con los dos prestigiosos cocineros. Recordaron cómo fue la carrera del domingo y comentaron diferentes detalles de la misma. Fue precisamente en el alto de Miracruz donde, tras ver que seguía en el reducido grupo de cabeza, Eneko se empezó a creer que podía ganar la Behobia. «Era mi sexta participación», recordaba el segurarra, que en menos de dos semanas correrá el maratón de Valencia y que ayer, tras visitar San Sebastián Gastronomika y disfrutar del ambiente, salió a rodar. Un entrenamiento no se perdona cuando se trata de preparar los 42,195 kilómetros...
Elena Arzak, Cocinera
Eneko Agirrezabal, Atleta
El momento vivido fue mágico, casi tanto como el ataque de Agirrezabal el domingo. «Sigo pensando que cambié demasiado pronto el ritmo, aunque salió bien», decía. «Yo ya te había dicho que si llegabas en grupo a la recta final atacaras a 300 metros de la meta. Hubieras ganado más fácil», le insistía el aita. Quién sabe lo que habría ocurrido. Otro año seguro que Eneko, que acabó convencido de que guardará un gran recuerdo de esa comida a la que fue invitado en el famoso restaurante donostiarra, prueba fortuna con un ataque en el alto de Miracruz. Porque ya saben, la Behobia pasa por el Arzak... Y ahora más que nunca.
Juan Mari y Elena Arzak se marcharon tras volver a felicitar al txapeldun, que vive «días de muchas emociones», y tanto Eneko como sus padres entraron en el Kursaal. Mientras disfrutaban de los diferentes olores en el interior, se toparon con otros cocineros de primer nivel como Martín Berasategui, David de Jorge o Hilario Arbelaitz.
Martín le reconoció inmediatamente, ya que siguió la carrera. «Este chico sí que tiene garrote y no otros», afirmó tras felicitarle. «¡Qué carrerón hiciste! Y eres de aquí, de aquí», le comentó. Él, un gran aficionado al deporte, quiso también tener un gesto con Eneko, le dio su teléfono y le dijo que le llamara más adelante, que quería conocerle mejor, hablar más tiempo con él y, claro, darle de comer. Buen 2x1 el que se llevó.
Y con quien bromeó –y mucho– fue con De Jorge. «¿Cuánto hiciste?», le preguntó el cocinero. «1h01:41», le respondió. «¿Cómo? ¿Corriendo? ¿En serio?». Con esa guasa que le caracteriza, se comprometió a correr el año que viene. «Y voy a quedar segundo. ¿Sabes por qué? Porque me voy a enganchar a ti y voy a ir con ruedas», continuó. «De verdad, chaval, me pondría de rodillas ahora mismo para demostrarte lo mucho que te iro, pero es que si lo hago no me levanto. Me ha hecho hasta más ilusión verte a ti que a Alain Ducasse».
Fue una tarde especial la vivida en el Kursaal. Para Eneko y también para sus aitas. Esa promesa que el atleta de 35 años les había hecho –seguramente siendo consciente de la dificultad que tiene ganar la Behobia-San Sebastián– a sus padres de invitarles al Arzak se verá cumplida en fechas próximas gracias a la invitación de Elena. Y que sea con unas copas de vino, Eneko, que aunque cuando preparas un maratón no bebas ni gota, no está mal recordar que una vez al año no hace daño. «Voy a empezar a pedir más cosas o a hacer otras promesas cuando gane carreras », bromeaba el txapeldun. «Nunca se sabe lo que puede acabar ocurriendo». Otro sueño hecho realidad.
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