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El Tour de Francia de 1960 se detuvo en Colombey-les-Deux-Églises para saludar al general De Gaulle. El presidente-emperador conversó brevemente en ... francés con el líder, el italiano Gastone Nencini, al que felicitó por su victoria segura. Mañana, el Papa recibirá en el Vaticano al Giro de Italia, con su ganador al frente. Hablará con él en el castellano que aprendió en Perú.
Lo que León XIV no sabe aún es qué acento escuchará, si el norteño mexicano de Baja California o el pastuso andino del Carchi ecuatoriano. Eso se decidirá hoy, en el Colle delle Finestre donde el magnífico Isaac del Toro (UAE) defenderá su maglia rosa ante el duro Richard Carapaz (EF). Los dos mantuvieron ayer un mano a mano en el Valle de Aosta que limpió de rivales la general para deparar un mano a mano clásico en la etapa decisiva. Les separan 43 segundos. Simon Yates (Visma) está a 1:21, que con la Finestre de por medio puede ser poco si el inglés tiene el día, pero que parece mucho por lo visto ayer camino de Champoluc, donde no pudo responder a Carapaz, que sigue siendo el que marca el nivel de exigencia.
El martes en San Valentino, en la primera etapa de la tercera semana, la primera de montaña, Del Toro cedió y sujetó la maglia rosa a base de pundonor, sin rastro de la frescura que venía exhibiendo. La cátedra enseguida decretó que, con 21 años, acusaba la acumulación de etapas, la falta del fondo que exigen las grandes vueltas. Que el chico aún tiene que hacerse y que se hará, pero que la veteranía de Carapaz impondría su peso aquí y ahora. Y, además, al día siguiente había que subir el Mortirolo.
El ecuatoriano le descolgó en la subida, pero no pudo abrir hueco y el mexicano le dio alcance en la bajada. Ganó la etapa. La recuperación fue relevante, categórica. No una anécdota. Y ayer, confirmó su solidez. En un terreno favorable, muy respaldado por su equipo, el más fuerte de la carrera pese a las bajas, Del Toro fue cómodo a rueda en unas autopistas a las estaciones de esquí valdostanas que le beneficiaban. Cuando arrancó Carapaz en el último puerto del día, a falta de siete kilómetros, el líder le siguió con seguridad. Lo contrario que Simon Yates. En los últimos metros, Del Toro superó al ecuatoriano y le metió dos segundos más, gracias a la bonificación.
Ganó el francés Nicolas Prodhomme (Decathlon), en una jornada de perfil Tour, por el calor y el acento de los espectadores. El vencedor salió de la escapada del día y se fue en solitario a 28 kilómetros de meta. Es su segunda victoria de la temporada, tras una etapa en el Tour de los Alpes.
Del Toro lleva ya once días de rosa, desde que se hiciera con el liderato en Siena. Fausto Coppi la vistió diez veces con menos de 22 años (1940), Giuseppe Saronni, doce (1979) y Gino Bartali, trece (1936). Si el mexicano gana el Giro mañana en Roma, lo hará con 21 años, 6 meses y 5 días, más joven que Tadej Pogacar cuando ganó su primer Tour, a los 21 años y 364 días. Del Toro, con esa edad, se ve ganador, como debe ser. No se puede ser tan joven y tan bueno y no tener un punto de arrogancia. Pero aún tiene que ganar el Giro.
La etapa de hoy es otro universo. Todo lo dicho y hecho hasta ahora no sirve, porque espera el Colle delle Finestre, donde el tiempo no se mide en segundos. No es que la montaña piamontesa sea como el Vaticano, donde cuentan en siglos, pero casi. Verres-Sestriere, 205 kilómetros de nada, 4.500 metros de desnivel y cuatro puertos que se resumen en uno, Finestre, Cima Coppi de esta edición: 18,5 kilómetros al 9,2% y máximas del 14% con 29 'tornanti', como llaman los italianos a la curvas de herradura. Los últimos 7,8 kilómetros son sin asfaltar, al 9,2% de pendiente media.
La meta se colocará en Sestriere, que tiene un porcentaje medio del 3,8% pero a donde siempre cuesta llegar, que se lo pregunten a Indurain. Una de esas carreteras donde la ley de la gravedad, por lo que sea, funciona distinto y las bicis se pegan al asfalto.
El Giro ha perdido por el camino a sus grandes favoritos, en una edición que tampoco partía con un cartel de campanillas, pero llega al final en la situación ideal de cualquier competición deportiva: el mano a mano entre dos figuras muy distintas. En este caso, el joven exuberante y el duro veterano. La Finestre tiene la palabra.
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