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Enric Mas (Movistar) sufre una fractura en la escápula derecha, «sin desplazamiento», y abrasiones superficiales en brazos y piernas después de la caída que ha ... sufrido a 22 kilómetros de meta y que le ha obligado a abandonar. Según ha informado el equipo, «permanece en observación por protocolo hospitalario» para realizar un seguimiento de su evolución.
En el descenso del Vivero, con el Jumbo-Visma enfilando a gran velocidad el principal grupo de la carrera, tanto el líder del Movistar Team como Richard Carapaz (EF-Easy Post) se fueron al suelo en una curva a izquierda de una zona sombría y que podría estar algo húmeda. Matteo Jorgenson, del equipo telefónico, relató que «iba unas tres ruedas (posiciones) detrás de Enric. Simplemente se salió de la carretera y volcó». Fueron los únicos en caer, y lo hicieron con consecuencias muy graves. Pronto se vio que la cuestión no iba a quedar en chapa y pintura.
El balear, que se quedó sin compañeros esperándole, trató de coger la bicicleta, pero tuvo que mantenerse, algo desorientado, al margen de la carretera. Quizás no tanto por el golpe físico, sino por el psicológico. Los médicos se acercaron y le hicieron el habitual ejercicio de mover el dedo índice de forma pendular para que Mas lo siguiera con la vista, pero el corredor hizo un gesto de que se dejaran de esas cosas. Sabía exactamente lo que estaba pasando.
Se dolía de la zona del hombro y de la clavícula derecha, parte del cuerpo con la que habría impactado contra la carretera. No podía levantar el brazo derecho por completo y se quejaba cuando el doctor le examinaba la parte superior de la espalda. Mientras Carapaz era atendido por Juanma Garate y, con la rodilla derecha muy magullada, retomaba el camino sin apenas poder hacer fuerza para pedalear (abandonó el centro médico tras la etapa sin poder apoyar el pie), Mas se quedó ahí, totalmente quieto, pensativo, viendo pasar toda la hilera de motos, coches y corredores rezagados.
Tenía la mirada perdida, y debía de estar maldiciendo en sus adentros, porque conocía realmente lo que en esos momentos le estaba sucediendo mientras sus compañeros de pelotón se dirigían a Pike Bidea. Lo conocía porque en su particular día de la marmota estaba volviendo a la sexta etapa de la Tirreno-Adriático, a la sexta de la Itzulia y a la quinta del Critérium Dauphiné. Todas de 2022. Tres meses y tres carreras por etapas consecutivas negras que estuvieron marcadas por lo mismo: las caídas.
El infortunio le ha llegado a Enric Mas en la madurez de su carrera, y como han expresado sus directores y entrenadores del Movistar Team, «en la mejor forma de su vida». Se fue al suelo en el último descenso de la carrera italiana cuando estaba a nueve kilómetros de firmar un podio en la Tirreno; se fue al suelo bajando Krabelin luchando por el podio de la Vuelta al País Vasco y se fue al suelo en Francia a veinte días de empezar el Tour en Copenhague. Las caídas no le dejaron muchas secuelas físicas, pero Enric Mas cogió un miedo a los descensos que le dejaron K.O. en los Alpes y en los Pirineos no subiendo, sino bajando.
Mas recuperó su nivel tras tratar con psicólogos en la Vuelta a España, donde logró su tercer segundo puesto, ganó a Pogacar en el Giro del Emilia y fue segundo en Lombardía. Es el camino que el ciclista del Movistar de 28 años deberá recorrer, con la ambición de poder dar el salto definitivo y ganar una gran vuelta, aunque el ánimo ahora mismo estará por los suelos. Con la ilusión que había mostrado los días anteriores, no ha tenido la oportunidad ni de poner a prueba sus piernas.
Si el golpe es muy duro para el corredor, lo es igual en la estructura del Movistar. Enric Mas acudía como líder indiscutible del ocho telefónico y todos expresaban que su misión primordial era protegerle y posicionarle lo mejor posible. Ahora, todo ese plan se ha quedado huérfano en el kilómetro 160 de los 3.999,5 que deben recorrer este mes de julio.
A pesar de apostarlo todo a Enric Mas, tienen corredores para hacerse ver en carrera. El estadounidense Matteo Jorgenson es su mayor talento. El año pasado terminó dos veces cuarto y otra quinto en las tres fugas en las que entró y este 2023 ha dado un paso adelante que le puede hacer soñar con una etapa, mientras que Alex Aranburu es la otra gran opción en escapadas que se puedan resolver al sprint entre un grupo reducido. «Hay que buscar la carrera de otra manera», expresó Sebastián Unzué, otro de los responsables del equipo. «No tenemos un líder para la general, pero hay gente capacitada para ganar en cualquier tipo de etapa».
Sin embargo, es en este momento cuando uno más se acuerda de la principal ausencia de este ocho: Oier Lazkano se proclamó campeón de España hace siete días y arrastra una forma espectacular durante toda la temporada que le podría haber permitido ser una baza en las etapas donde brillan los rodadores. Tampoco está Iván García Cortina por segundo año consecutivo.
Jaizkibel amaneció el viernes con muchas pintadas en su asfalto, y varias de ellas animaban a Enric Mas. Tendrá que verlas desde la televisión.
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