Pello Ruiz Cabestany
«Mi cuerpo superó todos los límites del sufrimiento en aquella victoria»
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Pello Ruiz Cabestany
«Mi cuerpo superó todos los límites del sufrimiento en aquella victoria»A sus 61 años, conserva un físico envidiable y ese espíritu de exprimir la autenticidad de las cosas, también la de una conversación con un Aquarius en mano. Pello sigue siendo Pello. El que salta a La Concha con unos esquís, el que ataca si ve un revuelo, el que busca la diversión en la aventura... el que cuenta las cosas sin pelos en la lengua.
– ¿Qué le viene a la cabeza cuando le recuerdan que ganó en el Tour del 86?
– Me acuerdo que viví un momento en el que mi cuerpo superó todos los límites del sufrimiento. Es muy posible que en otra carrera no hubiera tenido la motivación suficiente como para superar esa barrera.
– ¿Cómo fue la etapa?
– Me escapé a siete de meta y pillé a Etxabe. Fui listo y dejé que viniera conmigo para que relevara. A un kilómetro, cuando vi la distancia que podría aguantar mi cuerpo a tope, algo que sabía medir gracias al trabajo de pista, arranqué. Atrás venían como motos. En un momento dado me senté. Allí pensé que ya se había acabado. Y ese fue el punto de inflexión en el que saco fuerzas de algún sitio, me pongo de pie, me retuerzo y llego a meta, sin levantar los brazos, por supuesto. Fue una victoria agónica en su máxima expresión.
– No me creo que no haya tenido otros momentos de sufrimiento al máximo.
– Como ese, no. Los he tenido, pero no tan extremos. Me acuerdo de cuando iba de líder en la Vuelta al País Vasco de 1989 y me quedé en Agiña, cuando faltaba bajar a Bera y subir Ibardin. Me quedé unos metros. Es un sufrimiento intenso, largo, pero no el mismo punto experimentado en los metros finales en Evreux.
– ¿Le debía una el Tour por lo sucedido en 1985? Le pararon cuando iba solo en el Tourmalet para esperar a Perico en aquel Orbea.
– Fue resarcirme, claro. Lo intenté más veces y tuve la suerte de tener otra oportunidad. El año anterior pude haber ganado, pero...
– ¿Le queda la sensación de frustración por aquel episodio?
– No, para nada. Prima la sensación de alegría porque ganamos, en plural. Ganó aquel equipo de Peru, de Patxi 'Panadero', el equipo modesto que salió de Zizurkil, auspiciado por un panadero, Patxi Alkorta. Aquella cuadrilla que pasó de aficionados, con Jokin Mujika, Valentín Dorronsoro, Santi Izuzkiza, José Luis Betegi... gente de aquí. ¡Un equipito de aquí triunfando en el Tour! Tenía mucho sentimiento de equipo. Cuando me hicieron parar en la cima del Tourmalet tenía la convicción de que podía ganar porque empecé y acabé el puerto a la misma distancia. Llevaba 3 minutos.
– ... y lloró en el descenso.
– En un equipo tú tienes que obedecer las órdenes del director. Cuando me hacen parar iba emocionado. Estaban mis padres en la Mongie, con toda la cuadrilla. Imagínate, no querían que yo anduviera en bici y años después estaban emocionados viéndome. Les vi y les escuché. Me acuerdo.
– Cuente, cuente.
– Empecé a bajar muy despacio. Lloré. De bajón. Se me hizo eterno hasta que llegó Perico. Fue como darle dos veces al interruptor. Primero para apagar aquello que estaba encendido con máximo de luz, y después para encender otra luz, en este caso de frontal de minero. Cuando me alcanzó Perico, bajé a mil y tiré de él todo lo que pude en Luz Ardiden. Me alegré por su victoria. Era mi amigo. Luego ves que atacó él cuando tenía un compañero delante... Se vendió la historia de que estaba todo preparado. De la pizarra... Todo mentira. Hoy, con las redes sociales, se habría montado revuelo.
Nació el 17 de marzo de 1962 en San Sebastián.
Profesional entre 1984 y 1994, logró 23 victorias
Vuelta al País Vasco En 1985 se alzó con el triunfo gracias a un recordado ataque en Deskarga con Jorg Müller.
Vuelta a España Ese mismo año ganó una etapa y vistió el maillot amarillo. Volvería a ser líder en 1992 y 1990, cuando ganó dos etapas. Dos veces cuarto en la general (1985 y 1990)
Equipos Debutó en el Orbea y después corrió en Kas, Clas, Once, Gatorade y Euskadi.
Victorias en Comunitad Valenciana, Vuelta a Colombia, Midi Libre, Volta a Cataluña, Luis Puig, Tour del Mediterráneo, Castilla y León, Llodio y Euskal Bizikleta, entre otros.
– Pero usted no lo montó.
– Txomin tuvo que tomar una decisión difícil. Tenía que parar a uno de los dos. Si no, habría sido la vergüenza del equipo, peleando uno contra el otro. Me paró a mí. Nunca se sabrá qué hubiera pasado si le hubiera parado a Perico. Pero la decisión era correcta. Ganó el equipo. Años más tarde, en una sociedad, le pregunté al propio Peru a ver por qué me paró a mí cuando sabía que debía haber parado a Perico.
– ¿Y?
– «Porque tenía más confianza contigo, Pello», me respondió.
– ¿Qué era para usted el Tour?
– Yo sabía que no podía ganar el Tour. Podía aspirar a carreras de una semana o a la Vuelta. En el Tour, gente a la que había ganado un mes antes en la Itzulia iba mucho más rápido. Pero era la carrera que veía desde chaval. Por suerte, accedía en casa a la televisión sa. Venían de Tolosa, de Andoain a ver en directo las etapas. El Tour era lo máximo. Un sueño. Cuando llegué a correrlo, lo disfrutaba desde el aperitivo hasta el postre. Lo que menos, el momento sobre la bici. El Village Depart, por ejemplo, me encantaba. Eso de saludar a la gente, sentarte con compañeros, tomar un café, hablar con la prensa, con el director del Tour, contar batallas, firmar autógrafos...
– Es el quinto guipuzcoano en ganar en el Tour, pero el primero que lo hizo con televisión en directo. ¿Notó la repercusión?
– La verdad es que no. Ese año gané la Vuelta al País Vasco y aquello sí que fue un bombazo. Gané a Lemond, Marino, Delgado, Kelly... Además habría ganado en la contrarreloj sin la necesidad del ataque de la mañana. Pero no tengo recuerdo que me subiera el caché por aquella victoria en el Tour. Sé que desde fuera sí se vivió con pasión. Me lo contó Karlos Arguiñano, que todavía no era tan famoso. Ese día estaba retransmitiendo la etapa como invitado en Herri Irratia. Me dijo que no lo olvidará. Que aquello tuvo mucho tirón.
– He leído a Ander Izagirre que no vio las imágenes de su victoria hasta 25 años después.
– Es así. Y lo pasé fatal. Creía que no llegaba. Sufrí hasta que tuve ese momento de lucidez y caí en la cuenta de que esa etapa ya la había ganado.
– Tuvo el privilegio de participar en la salida del Tour desde Donostia en 1992.
– Fue una pena. Lo podía haber hecho mejor en un recorrido que era el terreno donde jugaba en mi infancia. Tengo prólogos en el Tour entre los diez primeros. Ese día fuí 23º. Ese Tour estaba para trabajar para Bugno. Yo era como representante de Gatorade en España, pero en el resto del calendario, a trabajar para Bugno. En la Vuelta de aquel año perdí el liderato precisamente en una crono. En la ONCE tenía la bici súper preparada para la crono. En Gatorade, en cambio, nuestra bici de carretera, la de todos excepto la de Bugno y Fignon, era la misma que podías encontrar en la tienda.
– Con la perspectiva de ahora, ¿qué le parece que el Tour arranque en Euskadi?
– Para el aficionado es un privilegio que podamos ver el Tour desde aquí. Otra cosa es que muchos cargos públicos lo hacen para sacarse la foto. Luego no invierten en nada. Ahora que veo la bici como ocio, deporte y salud, me doy cuenta de que no hay condiciones en Gipuzkoa para practicar este deporte de manera cómoda. Las vías verdes de Leitzaran y Bidasoa están cortadas, una desde hace años y otra desde hace meses. No se han molestado. Ningún túnel está iluminado cuando en Navarra todos lo están. Ni una señal en Igeldo para alertar del paso de ciclistas o paseantes. Y luego está la gran cuestión. ¿Cuántas escuelas de ciclismo hay? Desde que salimos mi hermano y yo, no ha habido donostiarras en el Tour. No veo que los cargos públicos se hayan preocupado mucho de las escuelas.
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