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Varios alumnos de una ikastola de la zona de Oarsoaldea han sido sancionados por Inspección Educativa del Gobierno Vasco por haber sustraído datos confidenciales de ... sus profesores de manera fraudulenta. Los hechos se remontan al mes de abril y el castigo istrativo, tal y como confirmó ayer a este periódico el Departamento vasco de Educación, «se hizo efectivo en mayo». La brecha de seguridad, informan desde el Ejecutivo autonómico, «afectó a la información de exámenes internos del centro educativo».
Desde la dirección de la propia escuela, perteneciente a la red concertada de Ikastolen Elkartea y con un gran volumen de alumnos, iten que «ya se han tomado las medidas correspondientes con los chicos y sus familias. Lo hemos hecho de la mano de Educación e Inspección Educativa». Los hechos «son graves», confiesan, «pero los castigos ya están hechos y son confidenciales». Las acciones fraudulentas se enmarcan en un aula de 2º de Bachillerato, con jóvenes de entre 17 y 18 años.
«Los alumnos sancionados usaron un bolígrafo con una cámara diminuta para grabar a los profesores mientras usaban sus ordenadores», contaban ayer a este periódico familias de estudiantes de la ikastola, donde este asunto ha generado mucho revuelo. Los implicados, entre los que hay algunos mayores de edad según ha podido saber este medio, «colocaban el boli justo detrás de los docentes, sin que estos se dieran cuenta de nada». El objetivo era conocer, mediante dicha grabación, las claves de a la plataforma digital en la que trabajan los profesores y en la que guardan, entre otros documentos, los exámenes que tienen que realizar los estudiantes a lo largo del curso. Respecto a esta depurada técnica de sustracción de datos, desde la dirección del centro tan solo contestan que «los datos que robaron fueron obtenidos por una vía no autorizada», sin confirmar -ni desmentir- el uso de estos dispositivos.
El robo de datos confidenciales y la posterior suplantación de identidad para acceder a dicha plataforma y conseguir documentos privados de los docentes puede ser constitutivo de delito, y esta no es una cuestión baladí, porque alguno de los infractores ya tenía la mayoría de edad en el momento de los hechos. Por el momento se desconoce si va a haber consecuencias legales para algunos de los alumnos involucrados en esta acción.
Desde la ikastola, por su parte, se muestran «muy preocupados por lo sucedido, porque se ha vulnerado la seguridad digital del centro», aunque también muestran mano izquierda al indicar que «tampoco podemos ensañarnos con ellos. Son adolescentes y han cometido un error importante por el que ya han sido sancionados. El tema está zanjado».
Fueron varios padres del centro los que alertaron a los responsable del centro de lo que estaba pasando, aunque desde la dirección de la ikastola «ya sospechábamos que había varios alumnos que habían accedido de forma ilegal a información confidencial del profesorado». Desde el primer momento dirección y coordinadores de la ikastola temieron que pudiera ser «algo incluso más grave, que supusiera una brecha total de seguridad poniendo al descubierto toda la información que almacena el centro», pero «por fortuna» ese extremo se pudo descartar. «Ese era el peor de los escenarios, aunque el actual también es grave y fuente de una honda preocupación», subrayan.
Una vez constataron que las sospechas no eran fundadas, la dirección de esta ikastola, próxima a Donostia, puso en marcha «el protocolo correspondiente en este tipo de actos de indisciplina» y entró en o con Inspección Educativa y el Departamento de Educación. A continuación, se realizaron entrevistas individuales con los estudiantes de los que se sospechaba, que terminaron por itir su culpa en la sustracción de datos confidenciales del profesorado. Tras mantener esas conversaciones donde los autores de la infracción confesaron su responsabilidad, el centro e Inspección Educativa concluyeron que «los alumnos habían utilizado vías no autorizadas para conseguir información del profesorado».
La ikastola extiende su preocupación «al resto de los compañeros de ese curso, que no han tenido nada que ver en estas acciones y se han visto salpicados». Este problema no solo ha afectado a la dinámica de funcionamiento habitual del centro; también lo ha hecho a la relación entre los propios jóvenes, que se ha visto deteriorada tras lo sucedido. «Tenemos el reto y la preocupación de estar cerca de todos los alumnos. Nos preocupa que la convivencia entre ellos no sea la misma de antes», cuentan.
Además de la sustracción de datos mediante técnicas propias del espionaje y la suplantación de identidad para acceder a contenidos confidenciales de sus profesores, con los que pudieron conocer de antemano las preguntas de varios exámenes, estos adolescentes -algunos mayores de edad- también incitaron al resto de sus compañeros a sumarse a ellos. Familias del centro relataban ayer que «estos chicos tenían varios de estos bolígrafos. Querían hacer negocio y sacar dinero, pero no con las claves de los profesores, sino con los propios bolígrafos». Aquel compañero que quisiera las claves de de los docentes solo lo podría conseguir mediante la compra de uno de los bolígrafos con cámara de vídeo incorporada. En un principio, las contraseñas no estaban en venta.
Los hechos, catalogados como «graves» por la comunidad educativa, han generado una notable consternación entre todos los agentes que conforman esta ikastola, una de las más grandes de Gipuzkoa. Profesores, alumnos, familias, trabajadores... Todos ellos han asistido con preocupación a unos hechos que ponen de relieve la importancia de la seguridad en un entorno educativo cada vez más digitalizado.
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