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BEÑAT BARRETO
Lunes, 31 de enero 2022, 06:37
En 2019 la Real Sociedad femenina de hockey hierba se alzó con la liga y se quedó a un paso de un doblete histórico al ... perder la final de la Copa de Europa. Años después la situación deportiva ha cambiado radicalmente, aunque todavía aguantan algunas jugadoras como Maider Altuna (Hernani, 1994), una de las veteranas que compagina su trabajo como enfermera en la UCI de neonatos con capitanear a la Real.
– ¿No ha podido ir mejor el europeo de hockey sala, no?
– Pues sí, la verdad, fuimos con muchas ganas a una concentración un poco corta, de siete días. Era un grupo asequible aunque con dos duros rivales y al final campeonas de Europa, así que muy contentas.
– ¿Casi hacen pleno, no?
– Si, quedamos 5-1 en partidos al perder solo con Bélgica. En sala como el campo es más pequeño y el juego es más rápido son resultados que a primera vista sorprenden, pero es lo normal. Como he jugado de delantera pues han caído bastantes. Ahora ascendemos de categoría porque subían los dos primeros al Europeo A que se jugará dentro de dos años.
– ¿Cómo llevan el parón?
– Pues en el hockey hierba hay un parón invernal de unos meses, aunque este año es más largo, terminamos en noviembre y la segunda vuelta la empezamos en marzo. En este parón hay hockey sala. En la Real no solemos jugar porque no saca equipo. Es otro tipo de hockey; requiere otro sitio para entrenar y los horarios no suelen coincidir. A la gente no le suele gustar.
– Eso le iba a preguntar, tiene que ser muy distinto.
– Sí, sí. Es el mismo campo de balonmano o fútbol sala. Lo único, en las bandas, ponen un taco de madera y puedes jugar con la pared. También solo puedes utilizar el 'push' mientras que en hierba también el 'látigo' y el 'golpeo'. Más allá de las jugadoras, en sala juegan cinco y en hierba el doble. También es importante que no se puede levantar la pelota del suelo y tienes que ir todo el rato con el palo en el suelo, es muy sufrido, cansa mucho más. Pensé que no llegaba a la final.
– En su día debutó con la selección de hierba. ¿Ve la posibilidad de volver?
– Estuve hasta los 21 en las inferiores y al terminar mi carrera era complicado compaginar el trabajo con el hockey profesional. Decidí renunciar antes de terminar la carrera, no lo veía viable. He disfrutado mi carrera internacional y tengo la espina clavada de no jugar algún campeonato, pero tengo otras prioridades. Los torneos de sala son más cortos y pude cambiar los días en mi trabajo. Al final cada X días tienes que ir a Madrid o Barcelona y luego los campeonatos. Soy enfermera y es imposible.
– ¿Algunas de ellas se dedican solo a ello?
– Estoy un poco desconectada, pero antes sí que se cobraba, pero no sé si podrán vivir de ello o no. Antes había niveles dependiendo de los años y los campeonatos. Para vivir llegarían, pero no ahorrarían nada. Es imposible.
– En la Real ya es de las veteranas, van quedando poquitas.
– Sí, y eso que tengo 27 años (risas). De la cantera solo sobrevivimos Nereba y yo aunque hay alguna fichaje que es mayor. Es un papel que nos ha tocado ahora y es difícil, llevamos unos años complicados con el tema de la clasificación y Nereba y yo hemos vivido todo lo bueno cuando éramos pequeñas, ganábamos sin querer. Ahora estamos en un proceso de transición con nuevas jugadoras. Es una etapa bonita que me gusta experimentar.
– ¿Debutó con catorce y ha pasado por todas las etapas.
– Me acuerdo que al principio cuando era pequeña había dos o tres jóvenes y el resto eran todas unas cracks. Eran mayores, experimentadas y nosotras jugábamos cinco minutos por partido. Al calentar corría por la banda para que me viese el entrenador a ver si podía jugar. Ahora es al revés. A las pequeñas les está tocando jugar siempre y no han sufrido lo duro que es jugar en División de Honor con esa edad. A ver si dentro de poco podemos montar un equipo majo para competir.
– ¿Hace de ama?
– Sí, sí, me toca. Aunque ni Nereba ni yo tenemos un carácter autoritario o de líder. Nos ha tocado serlo. Hay momentos en las que hacen tonterías de pequeñas y hay que centrarlas un poco.
– Debutó con 14 años en el primer equipo, ¿cómo se lleva la presión?
– Cuando eres pequeña vas con ilusión, decías en casa que jugabas cinco minutos y era la bomba. Poco a poco el entrenador te da minutos y me tocó una época en la que una jugadora se lesionó y tuve más oportunidades. Pero otras lo han pasado mal, no es fácil no jugar y muchas lo dejan porque no tenían sitio. Es depende de la época, a mi se me hizo ameno pese a la juventud.
– ¿Cómo ve el futuro de la sección?
– Lo veo bien. Soy entrenadora en la escuela y desde que se fundó ha habido cambio. Empezaron unas siete e igual ahora hay unas cien, ahí se ve que las jugadoras van creciendo. Dentro de unos años va a haber buena generación y dará buenos frutos a la Real porque el trabajo es buenísimo, habrá camada. También hay cada vez más niñas que quieren jugar a hockey y en la Real. Esto va mucho de boca en boca, una se apunta y vienen sus amigas y así todo el rato. Estamos diciendo que 'no' porque a veces no hay espacio para todas.
– Por fin van a tener el campo que tanto merecen y que tanto os habían prometido durante años. ¿Lo llegará a disfrutar?
– Yo hasta que no vea una grúa o una excavadora no me lo creo. Como hemos oído tanto... hasta que no vea no me lo creo, no sé si llegaré a verlo en todo caso. Es un paso importantísimo, nosotras entrenamos en medio campo y no se puede entrenar bien. Lo mismo para la escuela, hay veces que entrenamos 60 niñas en medio campo, eso no es viable.
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