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Ander Amondarain, de 36 años y vecino de Lasarte-Oria, es el último empleado fallecido en lo que llevamos de año en el ámbito laboral. ... Este cocinero del bar Gure-Txoko de Donostia perdió la vida el domingo de la semana pasada tras incendiarse el local. Unos días antes, el 15 de octubre, lo hacían P. F.A., trabajador de 59 años de la empresa Pavimentos Zarra de Urnieta, al ser golpeado por la pluma de un camión hormigonera, y otro empleado de la construcción de Amurrio, de 54 años, tras caer de una altura cuando se encontraba en el andamio de una obra.
Son las últimas caras de una tragedia, la de la siniestralidad laboral, que vuelve al primer plano con más fuerza toda vez que la vuelta al trabajo presencial ha hecho que repunten los fallecimientos de trabajadores después de que se redujeran el año pasado como consecuencia del aumento del teletrabajo.
Un aumento el de este año que lleva incluso a superar las cifras previas al Covid, lo que ha vuelto a encender todas las alarmas, no solo de las centrales sindicales sino también del Departamento de Trabajo del Gobierno Vasco, que se muestra muy preocupado por esta situación.
Pero vayamos a los datos. Según los últimos registros de Osalan, que datan de cierre de agosto, en los primeros ocho meses de este año se han registrado un total de 22 fallecimientos en el País Vasco frente a los quince que se tuvieron lugar el año pasado. Pero para tener una comparativa más homogénea hay que retrotraerse a 2019, cuando se contabilizaron 21 muertes laborales. Y todo ello teniendo en cuenta que todavía la incidencia del teletrabajo es superior a la de ese año, ya que no todos los trabajadores han vuelto al modelo presencial.
De esos 22 fallecidos hasta agosto, 19 fueron durante la jornada laboral, uno menos que en 2019, y los tres restantes en los desplazamientos o 'in itinere', dos más que en el año precovid.
El sector servicios es el que aglutina más fallecimientos en el trabajo, con once muertes, seguido por la industria, con siete siniestros mortales, mientras que la construcción y el sector primario arrojan dos cada uno.
Por territorios, es Bizkaia la que encabeza la lista negra al sumar en estos ocho primeros meses nueve fallecimientos. Gipuzkoa contabiliza ocho, uno más que en 2019. Aunque llama la atención que el año pasado no se había registrado hasta agosto ninguna muerte laboral en nuestro territorio. Y por su parte Alava registra tres siniestros mortales.
Con todo, estos son los datos oficiales, que los sindicatos ponen en entredicho, ya que sus cifras distan mucho de las de Osalan, como ocurre tradicionalmente. Tras los últimos fallecimientos, LAB indicaba que en lo que llevamos de año son ya al menos 37 las muertes que se han producido en el ámbito laboral, de ellas 19 en Bizkaia, 11 en Gipuzkoa y 7 en Álava. A ellas se añaden otras 15 en Navarra.
Los fallecimientos son los que saltan al primer plano de la actualidad al tratarse de la parte más trágica de los siniestros laborales y lo que provoca las reacciones sindicales cada vez que se produce una muerte. Pero es la parte más llamativa, ya que detrás hay otras cifras con consecuencias que no son nada desdeñables. Así, hasta agosto se han producido un total de 23.454 accidentes de trabajo con baja en Euskadi, un 18,8% más que el año pasado. Esto supone que cada día -teniendo en cuenta los festivos y laborales- se registran 64,25 siniestros.
Los leves, que son la inmensa mayoría, crecen un 19,7% si se tiene en cuenta los que se producen durante la jornada laboral, mientras que los graves se reducen un 4,5%, hasta los 106. A estos habría que añadir otros 12 in 'itinere', que en este caso suponen un descenso del 20%.
El total de accidentes está por debajo de los producidos en 2019, cuando se alcanzaron hasta agosto los 24.834, aunque se acercan y mucho a los contabilizados en 2018, cuando hubo 23.752. Eso sí, la cifra de siniestros graves producidos este año durante la jornada laboral es la misma que hace dos años (106).
Las asociaciones empresariales suelen fijarse precisamente en los siniestros que se producen durante la jornada laboral para realizar sus valoraciones al entender que «poco pueden hacer» en lo que se refiere a los desplazamientos.
También ponen el foco en el índice de incidencia, que mide la cifra de accidentes por cada mil trabajadores para señalar que se está produciendo un paulatino descenso en los últimos años. En este caso, en los ocho primeros meses dicho índice ha sido de 21,95 siniestros por cada mil trabajadores, tres puntos y medio más que el año pasado, pero inferior al de 2019, que fue de 22,61. Un registro que en 2018 llegó a alcanzar los 25,3.
Confebask se suele agarrar al dato de la incidencia para destacar el «esfuerzo que se está realizando en los últimos años desde las empresas para reducir los accidentes laborales». También Osalan incide en que la siniestralidad «mantiene su tendencia descendente», aunque con la salvedad de los accidentes mortales y los graves en jornada laboral, aunque apuesta por «seguir trabajando para minimizar al máximo los riesgos laborales». Eso sí, ite que en los accidentes no traumáticos resulta más complicado controlar las circunstancias que los provocan.
Sin embargo, los sindicatos vascos realizan una valoración distinta. Indican que la siniestralidad laboral tiene unas causas básicas y se pueden poner medidas para eliminar o reducir los riesgos. Pero advierten de que «en un mercado laboral cada vez más precarizado, en el que en cada eslabón de la cadena de subcontratación se van perdiendo derechos, difícilmente se puede garantizar la salud y la vida de los trabajadores».
Las centrales consideran que esta situación debe hacer reaccionar tanto a la patronal como a las instituciones. «Es prioritario cambiar de dirección en materia de seguridad y salud laboral para poner freno a la precariedad laboral», inciden, al tiempo que reclaman «perseguir y sancionar con mayor contundencia y mayores medios los incumplimientos en materia de prevención de riesgos laborales», ya que afirman que se está produciendo una «relajación en el cumplimiento de dicha ley».
Esta es una preocupación que también comparte la vicelehendakari y consejera de Trabajo y Empleo, Idoia Mendia, quien en la ronda de os que mantuvo en septiembre con los agentes sociales puso precisamente el foco en esta materia. La consejera reconoció la gravedad de la situación e indicó que «está en nuestra agenda de prioridades y queremos analizar la situación con rigor». Con todo, itió que el hecho de que la mitad de los contratos duren menos de un mes dificulta la formación en prevención».
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