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La feminización de candidaturas ha abierto el relevo generacional en el seno del PNV, un partido tradicionalmente hermético en sus procesos internos. Los jeltzales abren ... el melón sensible de esta renovación, conscientes de que su conexión con la franja de los jóvenes es un territorio complicado y su flanco más vulnerable. El PNV, como los partidos tradicionales, no es ajeno al proceso de envejecimiento de la sociedad vasca y eso obliga a ponerse manos a la obra.
La elección de Eider Mendoza y de Elixabete Etxanobe –como aspirantes a diputadas generales de Gipuzkoa y Bizkaia, respectivamente– y de Beatriz Artolazabal para la Alcaldía de Vitoria tiene el hilo conductor de visibilizar en puestos de dirección política a mujeres bregadas en la gestión pública. Hace tiempo que el PNV tiene asumido que esa es una de sus asignaturas pendientes, no tanto en la composición de las candidaturas, en las que debe cumplir los requisitos paritarios que establece la Ley de Igualdad en las listas cremallera, sino, sobre todo, en la designación de máximos puestos de responsabilidad que permitan visibilizar la profunda transformación que se ha producido en la sociedad en los últimos años en favor de la igualdad de género.
Beatriz Artolazabal | Candidata a la Alcaldía de Vitoria
La sorpresa Salta con la propuesta de Beatriz Artolazabal en Vitoria. El PNV teme el triunfo de Maider Etxeberria (PSE).
Elixabete Etxanobe | Candidata a la Diputación de Bizkaia
La novedad Elixabete Etxanobe es la novedad del PNV de Bizkaia tras la experiencia polémica de Unai Rementeria.
Eider Mendoza | Candidata a la Diputación de Gipuzkoa
Bregada en la gestión La actual portavoz foral y diputada de Gobernanza de Gipuzkoa está bregada en la gestión de la institución foral y en los entresijos del gobierno de coalición con el PSE. Las bases del PNV de Gipuzkoa deben decidir si dan luz verde a la propuesta de la ejecutiva jeltzale guipuzcoana.
En la dirección del PNV se es consciente de que se le mira con lupa y que desde la oposición de izquierda, en especial desde EH Bildu y Elkarrekin Podemos, se agita con fuerza la bandera del empoderamiento de las mujeres como un factor de desgaste de sus rivales para situarlos en el ámbito más conservador de la sociedad. Los jeltzales saben leer perfectamente que la sociedad vasca se sitúa en este momento en parámetros de centroizquierda, clásicamente socialdemócratas, lejos de las coordenadas confesionales del pasado en el que el papel de la Iglesia vasca era relevante.
Pero junto al factor feminista los jeltzales también han tomado sus últimas propuestas electorales en un marco general de relevo generacional que preocupa en especial y que ha comenzado a emitir algunas señales de alarma. Los peneuvistas ven con temor que el acusado proceso de envejecimiento que se detecta en la sociedad vasca afecta sobre todo a la comunidad organizada y, en concreto, a la actividad política de los partidos tradicionales.
La pandemia ha sido la puntilla a un proceso de desafección y desmovilización en la vida interna en el seno de las juntas municipales y los batzokis que pone en cuestión una forma de entender la militancia más tradicional. No se trata solo del poder de las redes sociales para cambiar los lenguajes de comunicación política o trastocar los sentimientos de pertenencia, incluso los identitarios. El PNV necesita recuperar el pulso con las nuevas generaciones, porque sabe que, en el medio plazo, es el verdadero talón de Aquiles. Cree que es el flanco vulnerable de la actividad de la política democrática, que afecta sobre todo a los partidos tradicionales, y que empieza también a condicionar a EH Bildu en la medida en la que, tras su integración en el sistema institucional democrático después del final de la violencia, empieza a ser percibida como una formación como las demás, para lo bueno pero también para lo malo. El rupturismo de antaño generaba un glamour en la medida en la que ahora tiene que saber gestionar la frustración y la impaciencia en generaciones que no se han sido educadas en el 'no se puede'.
Las encuestas realizadas por encargo de la Diputación de Gipuzkoa siempre encierran una letra pequeña que no pasa desapercibida. No solo corroboran que es la institución menos conocida y más invisible, frente al Gobierno Vasco y los ayuntamientos. Los sondeos revelan que los menores de 25 años son una burbuja que viven en su órbita, al margen en buena medida de la dinámica de sus mayores. El objetivo de tener trabajo y dinero para poder viajar y vivir, bajo una fuerte presión consumista, ha desplazado a otras inquietudes vitales de compromiso de otra generación, aunque a la vez hay un sector muy concienciado en determinadas causas concretas de solidaridad, ya sea medioambiental, humanitaria, feminista o en defensa de los derechos LGTB.
En el caso de Eider Mendoza, desde la dirección del partido se parte de la constatación de que la marca PNV es, en sí mismo, percibida como una garantía de gestión y de solvencia económica. Pero se ha querido incorporar un valor añadido que es una mayor frescura a la hora de ejercer los liderazgos. No se trataría solo de responder según los manuales convencionales. Ahora deben desactivar día a día frente a los relatos 'viejunos' de los adultos. Esa es la verdadera batalla que se libra, visible en la desafección que sufren los menores de 25 años hacia la política y las instituciones.
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