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IRAITZ VÁZQUEZ
Sábado, 17 de junio 2017, 10:14
«La situación es peor que cuando nos fuimos». Peio García Amiano, promotor de Zaporeak, acaba de volver de Chíos hasta donde viajó hace un par de semanas para «analizar la situación» que viven los más de 4.000 refugiados que se encuentran en estos momentos en los campamentos. Su análisis no ha podido ser peor. «Ha sido el viaje que más me ha impactado al ver la manera en la que están». Esta es la principal razón por la que la oenegé donostiarra ha decidido volver a repartir comida en la isla griega a partir del próximo 15 de julio e intentar aportar de nuevo su granito de arena.
En una carta remitida a todos sus voluntarios, desde Zaporeak señalan que la principal conclusión a la que han llegado los promotores de la iniciativa es la de «volver a trabajar directamente por los refugiados en Chíos». El primer paso lo darán en julio cuando una delegación de 2 o 3 personas viajará hasta la isla griega «para poner en marcha toda la maquinaria». Una vez allí, llevarán a cabo su primera toma de o con los Ayuntamientos y los grupos que trabajan sobre el terreno para «preparar la logística» y ponerse manos a la obra cuanto antes.
Zaporeak se instaló en la isla griega en marzo de 2016 y tras más de un año repartiendo comida entre los refugiados tuvieron que abandonar las cocinas el pasado mes de marzo después de que la oenegé Norwegian Refugee Council (NRC) decidiera sustituir el equipo donostiarra por un servicio de catering. Una modalidad utilizada en la mayoría de campos de refugiados de Grecia.
Durante un año entero de brega sin descanso repartieron 500.000 raciones de comida y trabajaron 250 voluntarios. La oengé guipuzcoana ha seguido colaborando con los refugiados, puesto que ha cooperado junto a las asociaciones locales desde que dejó sus cocinas.
García Amiano deja claro que la situación en la isla griega en vez de mejorar ha ido empeorando estos meses. «La semana pasada cuando estuvimos allí llegaron unos 400 refugiados, ya son 4.000 los que están por las calles de Chíos. Aunque las oenegés locales siguen colaborando, es mucho trabajo para todos ellos. No hay sitio para todos», alerta. Por eso, han decidido trabajar de nuevo sobre el terreno.
Esta vez, después de los sustos y boicots que sufrieron por parte de algunos vecinos de la zona quieren viajar con todas las garantías. «La idea es ir poco a poco y ver si el Ayuntamiento nos deja o no».
Ya han comenzado a trabajar para averiguarlo. Antes de viajar a Chíos enviarán una carta al consistorio y a colaboradores de la asociación anunciando su vuelta y «nuestras intenciones, para por un lado saber su opinión al respecto y luego conseguir su consentimiento. Queremos abrir una primera vía de diálogo para no tener ningún problema para trabajar».
Lacunza apoya a Acnur
Por su parte, la cadena guipuzcoana de academias de idiomas Lacunza ha realizado una «importante» donación a la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) que permitirá a 150 menores refugiados, de entre 6 y 12 años, recibir clases de la lengua de sus respectivos países de acogida. La donación aportada por este centro de idiomas posibilitará dar formación, apoyo y seguimiento a cuatro profesores; construir y equipar tres aulas de preescolar, edificar otras cuatro aulas para unos 200 niños y adquirir 150 pupitres escolares; además de libros de texto y material escolar e impartir clases intensivas del idioma del país de acogida a estos pequeños, que también recibirán uniformes, y paquetes de higiene personal y material sanitario.
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