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Nada tiene que ver la Behobia de estos días con la de hace unas semanas. Que el verano es la mejor época para los comerciantes ... de esta zona fronteriza es un hecho, pero el mes de agosto de este año lo recordarán como «uno de los peores» en mucho tiempo. La cumbre del G-7, que comenzó ayer y finaliza mañana en Biarritz, ha trastocado la rutina de los negocios de la muga. Basta con acercarse hasta allí para comprobar que está desolada. Ni rastro de lo que Behobia suele ser durante el estío. El fin de semana ha empezado «de la peor de las maneras». Fueron muy pocos los ses que ayer se animaron a aproximarse a Behobia para comprar tabaco, alcohol o cualquier otro artículo disponible. Tampoco se dejaron ver por allí muchos vecinos de Irun y alrededores.
La jornada fue, como poco, «desesperante» para los comerciantes de la frontera, pero no les cogió de sorpresa. Las pérdidas las han notado desde el jueves. La mayoría de los líderes mundiales como Trump o Merkel llegaron ayer a Biarritz pero la ciudad estaba totalmente blindada desde el jueves. Para entonces los controles de las policías sas y españolas eran ya abundantes. Es más, los agentes reforzaron sus puntos de vigilancia en zonas estratégicas como el puente de Santiago, Behobia o la frontera de Biriatou ya desde el lunes. A partir de ese momento, las ventas han bajado «poco a poco».
La Cave es uno de los establecimientos de Behobia a los que la gente se acerca para comprar bebidas como vinos o licores. Una de sus empleadas, Andrea Iturria, se lamenta de las pérdidas que están sufriendo a causa del G-7. «Estos días no hay nadie por aquí y claro que lo estamos notando», matiza. Agosto es el mes «más fuerte» de todo el año. «Cinco o seis días de enero o febrero equivalen a uno de ahora en cuanto a ganancias se refiere», reflexiona Iturria, que hace hincapié en que la cumbre ha coincidido con «los días más potentes para nosotros».
No es necesario que Iturria diga nada más. Se podían contar fácilmente las personas que se paseaban por la zona ayer por la tarde. Hacían falta más de dos manos, pero no más de cuatro. Y las jornadas previas el ambiente fue «similar». Tanto Iturria como Josema Elosua, del bar Faisán, achacan esta situación «al miedo», aunque reconocen que no esperaban que la reunión de Biarritz les fuera a influir «tanto».
«Es una incógnita lo que va a pasar las próximas horas. Lo que sabemos es que estos últimos días hemos tenido muchos menos clientes», apunta Elosua. «La gente no ha salido. Aquí suelen venir muchos turistas que están de paso, pero este fin de semana nada», añade. Él también ha percibido «grandes» pérdidas. «Si no hay gente, no se consume». En su caso, las ganancias han disminuido «más del 50%, porque en estas fechas esto debería estar a tope».
Cerca del bar Faisan está la tienda García nº 7, de Celestino Arévalo. Solo un par de locales que ayer permanecían cerrados a causa del G-7 separan a ambos establecimientos. Arévalo, que conoce a la perfección a sus vecinos comerciantes, cuenta que «aunque normalmente el descanso semanal es el martes, esta semana han optado por el sábado porque no iba a haber gente». Él, en cambio, ha abierto como de costumbre y pese a que sus compañeros se ponen de acuerdo a la hora de tachar como «pésima» esta semana, Arébalo asegura que esperaba que fuera «mucho peor». Si bien ite que han tenido «muchas pérdidas», confía en que a partir del lunes «vayamos a mejor y recuperemos».
El propietario de García nº7 recuerda como «mayor» la repercusión que tuvieron en las ventas las protestas de los chalecos amarillos en Francia. En cualquier caso, incide en que «hoy en día cualquier evento que se salga fuera de lo normal afecta a los pequeños comercios como el nuestro y, en este caso, al estar en la frontera todavía más». Y no solo eso,«es una cita que nunca antes se había celebrado aquí. No sabíamos qué iba a pasar realmente o hasta qué punto la gente iba a tener miedo a salir».
Octavio Vicente es otro de los que acude a diario a Behobia. No es propietario de ningún establecimiento ni trabaja para ninguna tienda, su labor es diferente. Es el encargado de mantener la zona limpia. Se ocupa de la higiene de las calles de los baños públicos. Mientras que para el resto de trabajadores del lugar el G-7 ha sido «un inconveniente más que otra cosa», a Vicente le ha influido de otra manera. Ve la escena desde otro punto de vista.
El «bajón» en cuanto a afluencia ha sido «evidente» también para él, que cada día se encuentra con cantidad de turistas que le preguntan por los servicios, pero Vicente le encuentra su lado positivo a todo esto: «Los baños están mucho más limpios», ríe. «La suciedad es menor y, por qué no, eso está bien», de todas formas «la buena noticia sería que Behobia estuviera limpio pese a la cantidad de turistas, no porque nadie haya pasado por aquí», dice. A falta de dos días para que finalice el G-7, Behobia está desierto.
Son varios los vecinos de ambos lados de la frontera que han alterado sus planes de estos días por miedo a encontrarse con grandes colas de tráfico y altercados a causa del G-7. Una vecina de Hendaia se lamenta de haber «cambiado una fiesta de cumpleaños para nada. Tenía miedo de que los invitados no pudieran acercarse hasta aquí». No es el único caso. Otra mujer residente en Irun asegura que «tenía la intención de ir a la playa, pero no he arriesgado por si acaso». Como ellas, centenares de residentes en la frontera han visto su rutina alterada por la cumbre.
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