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Historias de Gipuzkoa

La lancha de Salvamento 'Guipúzcoa', joya del patrimonio naval vasco

Martes, 23 de abril 2024, 06:44

Pocas semanas atrás ha trascendido la noticia de una iniciativa de gran importancia desde el punto de vista del patrimonio naval vasco. Goizane Alvarez Irijoa, Diputada Foral de Cultura, Cooperación, Juventud y Deportes de Gipuzkoa, ha presidido el acto de presentación de los resultados del proceso de restauración de que ha sido objeto la embarcación de salvamento Guipúzcoa, en la Factoría Marítima Albaola de Pasaia. Una restauración, llevada a cabo entre 2022-2023, que ha dado como resultado la recuperación de las características constructivas originales de una embarcación que, en breve, cumplirá su primer centenario. En efecto, la Guipúzcoa fue construida en San Sebastián a lo largo de 1925, aunque su botadura se retrasó hasta el 20 de enero de 1926 para que coincidiese con el día de la festividad patronal de la ciudad. Su gran valor histórico y patrimonial motivó que, hacia inicios del presente siglo, fuese adquirida por la Diputación Foral de Gipuzkoa, engrosando en su colección de embarcaciones tradicionales del País Vasco. Tras permanecer durante varios años almacenada en distintas dependencias junto a las restantes piezas que integran la colección, en 2021 el Departamento de Cultura de la mencionada Diputación Foral decidió impulsar su restauración, dentro del marco del proyecto Hondotik Ondarera, concebido por el Museo Marítimo Vasco y Albaola, con el objetivo de investigar, recuperar, restaurar y poner en valor las embarcaciones que forman parte de la citada colección foral.

Un diseño revolucionario a nivel mundial

Esta noticia, habrá sido festajada, sin duda, por los amantes de la historia y del patrimonio marítimo vasco, conocedores de la significación histórica de esta embarcación; Una embarcación que, dado su carácter innovador, muy probablemente, encenderá la curiosidad, también, de aquellas personas que, a priori, no se interesan de forma especial por temas relacionados con el mar. Y es que la Guipúzcoa no fue una más entre las embarcaciones de salvamento diseñadas y construidas en la Europa de comienzos del siglo XX. De entrada, cabe destacar que fue la primera embarcación de salvamento propulsada a motor del estado. Es más, su motorización original consistía en dos motores de gasolina Yeregui de 24 HP, diseñados y construidos en Zumaia, en la factoría de Yeregui Hermanos, compañía especializada en la fabricación de motores marinos, decana en España. Es realmente remarcable el hecho de que la Guipúzcoa fuese construida por el astillero Feliciano Gamboa y Compañía, radicada en el muelle de San Sebastián, tras ser desestimados diversos proyectos presentados por prestigiosos constructores de países como Gran Bretaña, Francia, o Alemania.

Plano de la lancha Guipúzcoa construida en Inglaterra en la década de 1850

Quienes hayan llegado hasta aquí en la lectura de este texto habrán deducido con acierto que, a diferencia de lo que acontecía en España, las embarcaciones de salvamento motorizadas no suponían ninguna novedad en los puertos de los mencionados países europeos. En Gran Bretaña, país que, por entonces, ostentaba la primacía naval a nivel mundial, en sus embarcaciones de salvamento propulsadas, principalmente, a vela, a partir de los años iniciales del siglo XX comenzaron a aplicar motores, en un principio, con una función auxiliar. Para mediados de la década de 1920 habían ya desarrollado distintas clases de este tipo de naves motorizadas. Había, por una parte, grandes embarcaciones de salvamento de altura de la clase Barnett, de 60 pies (18,30 m) de eslora, dotadas de dos motores y dos hélices, construidas a partir de 1923. Por otra parte, sin embargo, las distintas clases de embarcaciones de salvamento costero, es decir, las de menor tamaño, continuaron disponiendo de un único motor que accionaba una hélice solitaria hasta varios años después de la construcción de la Guipúzcoa: La clase Norfolk & Suffolk (de 13 m de eslora) dotada a partir de 1905 de un motor auxiliar; la Barnett de 51 pies (15,50 m) de eslora desarrollada en 1928; las clase de Motora autodrizable de 35 pies y 6 pulgadas (10,85 m) de eslora en 1929 y la Liverpool de 1932, también, con una eslora de 10,85 m, no incorporaron el segundo motor hasta después de la Segunda Guerra Mundial; y la clase Ramsgate (15 m de eslora), dotada de dos motores, fue construida a partir de 1928.

Partiendo de las informaciones históricas de que disponemos cabe destacar que la Guipúzcoa de 1925-1926 fue realmente una embarcación adelantada a su tiempo. Con sus 11,90 m de eslora pertenecía al mencionado rango de embarcaciones de salvamento costero. Pero estaba dotada de dos motores, siendo, probablemente, la primera en el mundo en incorporar esa innovación dentro de su rango. Se trataba de una característica que contribuía de forma radical a incrementar su velocidad y, sobre todo, su maniobrabilidad, cualidades, ambas, fundamentales en una embarcación destinada a operaciones de salvamento en el mar.

La Guipúzcoa en pleno proceso de restauración

Con todo, el carácter innovador del diseño de la Guipúzcoa iba mucho más allá. En efecto, incorporaba otros avances nunca vistos hasta ese momento que hacían de ella una embarcación especializada para operaciones destinadas al rescate de supervivientes de pesqueros naufragados. Los naufragios de barcos de pesca de la época se caracterizaban por generar una gran maraña flotante de redes y cabos en la que las lanchas de salvamento debían penetrar para arrancar de las aguas a los náufragos. En esas circunstancias, el riesgo de que las hélices y el timón quedasen enredadas entre las cuerdas y redes a la deriva era, prácticamente, inevitable para las embarcaciones dotadas de propulsión mecánica, a menos que estuviesen especialmente diseñadas para prevenir dicho inconveniente. Es lo que sucedía con la Guipúzcoa que en su popa disponía de una bóveda o túnel en cuyo interior se alojaban sus dos hélices. Este dispositivo, que contribuía de forma destacada a reducir el riesgo de quedar enredadas las hélices, estaba ya presente en otras embarcaciones de salvamento motorizadas anteriores a la Guipúzcoa. Esta última, sin embargo, bajo su bóveda de popa, junto a sus dos hélices, alojaba, también, a la pala del timón, la cual se hallaba dispuesta en el interior de un hueco guarnecido por la unión entre el codaste y el extremo zaguero de la quilla. Era este, un recurso absolutamente innovador, ausente en las restantes embarcaciones de su época, las cuales seguían gobernándose con los tradicionales timones de codaste, herencia de la época en la que el salvamento marítimo corría a cuenta de naves propulsadas, principalmente, a vela. Además de los mencionados recursos, la Guipúzcoa disponía de otro dispositivo de gran importancia, consistente en un registro que permitía el a las hélices y la pala del timón desde el interior de la nave, a fin de preceder, en caso de necesidad, a su limpieza y desenganche sin tener que acometer maniobras peligrosas.

Una embarcación fruto de una tradición naval innovadora

La Guipúzcoa es uno de los máximos exponentes de la centenaria tradición naval del País Vasco que ha llegado hasta nuestros días. Una tradición que, en su afán por adecuarse a las complejas condicionantes marítimas y oceanográficas de la costa vasca, se basaba en la continua incorporación de los avances que se producían, tanto dentro como fuera de sus fronteras, en el diseño y construcción de embarcaciones. Este fue el caldo de cultivo en el que se gestó la Guipúzcoa. De hecho, su proceso de creación arrancó varias décadas antes, a mediados del siglo XIX, cuando desde Inglaterra arribó a San Sebastián la primera embarcación específicamente diseñada y construida para atender al servicio de salvamento marítimo en la ciudad. Este acontecimiento dio lugar a la puesta en marcha de un proceso de investigación y desarrollo, destinado a diseñar la embarcación de salvamento que mejor se adecuara a las mencionadas condicionantes de nuestra costa y, por tanto, a las peculiaridades de los naufragios que en ella se producían. La Guipúzcoa fue la culminación de dicho proceso, constituyendo, por tanto, una embarcación absolutamente excepcional. Lamentablemente, los trágicos y oscuros sucesos de nuestra historia posterior al año 1936, motivaron que este interesante proceso evolutivo quedara interrumpido con la Guipúzcoa, de manera que las embarcaciones que décadas más tarde la relevaron de sus funciones, serían ya naves estandarizadas de fabricación extranjera, ajenas, por tanto, a la mencionada carrera de investigación y desarrollo, tan característica de nuestra larga tradición naval.

La Guipuzcoa tras su restauración

A partir de la reglamentación del servicio de pilotaje y de atoaje - remolque de embarcaciones- de los puertos de San Sebastián y Pasaia, realizada desde 1683 por el Consulado de San Sebastián, fue esta institución la encargada de controlar el toda Gipuzkoa dichas actividades que, incluían dentro de sus funciones, la del salvamento. Sin embargo, estas acciones salvamento, no tenían por objeto el rescate humanitario de náufragos en alta mar, sino el socorro de buques en el ámbito portuario, siguiendo una lógica utilitarista, destinada a salvar los barcos y sus cargamentos dentro de la política de gestión y de atracción del tráfico naval impulsada por el Consulado. Tras la derogación de esta institución en 1829, ningún otro organismo se hizo cargo de la gestión de este servicio hasta que, el naufragio de dos mercantes en la bahía de la Concha, acaecido en 1850, en el que perecieron todos sus tripulantes ante los ojos de los donostiarras, impulsó al Ayuntamiento de la ciudad a adquirir la primera embarcación de salvamento expresamente diseñada y construida para dicho cometido, obra del afamado constructor naval inglés James Beeching. El diseño de esta embarcación insumergible y autodrizable, también, llamada Guipúzcoa, era el oficialmente adoptado para la construcción de todas las embarcaciones de salvamento distribuidas a lo largo de las costas británicas, tras alcanzar el primer puesto en el concurso internacional, organizado en 1851 por el Almirantazgo británico, y en el que compitieron 280 proyectos.

Sin embargo, este diseño, considerado como el mejor del mundo en la época, resultó poco adecuado para las condiciones marítimas y atmosféricas dominantes en el Cantábrico Oriental. Era una embarcación concebida para que la vela fuese su principal procedimiento de propulsión, ideal para el régimen de vientos imperante en las costas británicas, aunque inadecuada para la costa vasca en la que predominan las calmas y los vientos flojos alternados por temporales de vientos fuertes y racheados. De hecho, resultó poco adecuada para las operaciones de rescate de embarcaciones pesqueras que mayoritariamente naufragaban en las aguas someras de las peligrosas barras de las desembocaduras de las estrechas rías vascas, sometidas, por tanto, a fuerte oleaje, corrientes y resaca, cuando llegaban de arribada, tanto en como en los arrecifes que orlaban las embocaduras de los puertos. Eran unas condiciones en las que se precisaba de embarcaciones mucho más rápidas, ágiles y maniobreras como las traineras. La existencia de este problema motivó, de hecho, la constitución en 1879 se instituyera la primera institución de salvamento del estado, la Sociedad Humanitaria de Salvamentos Marítimos de Guipúzcoa, radicada en San Sebastián. Esta institución cuando a principios del siglo XX se vio precisada a adquirir una nueva embarcación, en vez de recurrir de nuevo a un astillero británico, encargó su fabricación a un constructor local. Así fue la empresa Feliciano Gamboa y Compañía, establecida en el muelle de San Sebastián, la que en 1907 fabricó la nueva embarcación de salvamento que, también, sería bautizada como Guipúzcoa, siendo las líneas generales de su diseño muy semejantes a las de una trainera.

Sin embargo, esta nueva embarcación quedó obsoleta en muy pocos años, dada la rápida mecanización de la flota pesquera de bajura. Este avance tecnológico motivó la ampliación del radio de acción de los pesqueros, de manera que los accidentes podían suceder en zonas excesivamente alejadas para que una lancha de salvamento propulsada a remo pudiera ejercer sus funciones con efectividad. Fue este contexto el que impulsó a la Sociedad Humanitaria de Salvamentos Marítimos de Guipúzcoa a iniciar en 1925 la construcción de una nueva embarcación motorizada que estuviera a la altura de los tiempos: la revolucionaria lancha de salvamento motorizada Guipúzcoa.

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