Libres por Aralar pero controladas por app
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El rebaño de Beñat Urkiola, pastor de Ezkio-Itsaso, pastará hasta el otoño en tierras de Alotza. Libertad para sus ovejas, mientras las controla a través del gpsAralar se llena estos días de ganado. Hace unos días, como cada 1 de mayo, se abrían los pastos, lo que a efectos prácticos se traduce en la oportunidad de subir los rebaños a la sierra para pastores y ganaderos. Desde entonces ya se pueden escuchar los sonidos de los cencerros, y los relinches y balidos en muchos rincones de las 3,2 hectáreas del parque natural a las que los ganaderos y pastores guipuzcoanos van subiendo sus animales. Ovejas, yeguas, caballos y vacas con sus pequeños disfrutan de la tranquilidad y el buen alimento que los pastos de montaña les aportan en los terrenos de la Mancomunidad de Enirio-Aralar.
El ezkioarra Beñat Urkiola es uno de los pastores que este año pasará los meses de verano «y lo que se pueda del otoño, mientras no haya peligro de que nieve» en un entorno privilegiado, la txabola de Oidui. La familia Urkiola-Zubillaga lleva ya varias generaciones utilizando las txabolas de esa zona. Ya el abuelo de Beñat subía el rebaño de ovejas latxas a esta zona de la sierra. Su padre Tomás siguió sus pasos y los de su tío, junto a Bakarne Zubillaga. Ahora, Beñat y su hermano Jon regentan dos txabolas de Aralar con el propósito de «continuar con este oficio que consideramos como nuestro. Nosotros somos pastores y ganaderos y vivimos de nuestro trabajo, dando continuidad a lo que hicieron nuestros antecesores».
500 ovejas de Beñat Urkiola pasarán el verano en la zona de Alotza, en Aralar. Muy cerca, en Oidui está su txabola que ya ocupó antes su familia. Su hermano Jon está en la más próxima y cuenta con otras 500 ovejas.
Tras realizar un módulo de Formación Profesional, Beñat tuvo claro que «quería trabajar con nuestros animales» y a sus 22 años, cada verano, junto a su hermano Jon, conduce un rebaño de unas 1.000 ovejas y 40 yeguas a los pastos de montaña.
El joven pastor de Ezkio reconoce que es un joven «ocupado» por estas fechas. «Siempre tenemos algo que hacer: si no es el rebaño, son las yeguas y si no, tenemos que bajar a cortar hierba para almacenarla para el invierno, sin olvidar las vacas que tenemos en Ezkio». Está claro que no tiene tiempo para aburrirse, aunque reconoce que «ahora es más fácil tener controlado el rebaño cuando está en el monte».
Los hermanos Urkiola controlan cualquier movimiento extraño de sus ovejas gracias a diferentes dispositivos con GPS que «nos indican su ubicación exacta así como el recorrido que realizan a diario. Nuestros rebaños pastan en la zona de Alotza, una gran extensión de pastos que de otra manera sería difícil de controlar, porque desde nuestras txabolas a ese paraje de Aralar, necesitamos en torno a una hora para llegar y otro tanto para regresar y después que coincida que las ovejas se encuentren cerca, si no su localización se alarga bastante. Teniendo estos dispositivos nos acercamos directamente». El desplazamiento por los pastos de Enirio-Aralar es un inconveniente que deben superar a diario ganaderos y pastores de la Mancomunidad, al no contar en muchas zonas con pistas. Urkiola tiene claro que «son necesarias para nuestro trabajo, tanto como cualquier otra carretera de Gipuzkoa. Nosotros subimos a Aralar a trabajar y las pistas nos facilitan nuestros desplazamientos hasta nuestros puestos de trabajo, por lo tanto, no entiendo que ni tan siquiera se plantee la necesidad de las mismas».
El ezkioarra tiene claro que «si quieren que los jóvenes continuemos con este oficio deben apoyarnos con los instrumentos de trabajo necesarios. Las pistas son uno de ellos, pero no deben olvidar que ser pastor o ganadero es un oficio que exige grandes sacrificios, no hay que hacer muchos cálculos viendo cómo sube el precio del gasoil o el compostaje, mientras el beneficio de la venta de nuestros productos se mantiene», aunque «ver que tu queso gusta y se vende bien es una gran satisfacción. Eso compensa todas las horas de trabajo». Más aún si cabe, si se tiene claro como Beñat que quiere ser pastor.
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Mateo Balín y Sara I. Belled (gráficos)
Mikel Calvo e Izania Ollo (Gráficos) | San Sebastián
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