«Hacemos 15 kilómetros para ir a Urgencias»

Mi mujer y yo tenemos 76 años. Los dos somos pacientes infartados, entre otro tipo de enfermedades propias de la edad. A mi mujer se le baja la tensión hasta los pies. ¿Por qué tenemos que hacer 15 kilómetros hasta Beasain para que nos atiendan si siempre hemos tenido aquí las Urgencias? ¿Y si nos pasa algo por el camino?». Quien habla es Vicente Bernabé, vecino de Zumarraga, y su protesta se repite en cada casa de la localidad desde que les cerraron el Punto de Atención Continuada (PAC) con motivo de la pandemia. Hasta entonces, en este servicio atendían las urgencias de forma ininterrumpida, las 24 horas del día todos los días de la semana, y ofrecían atención a un grupo importante de población de los municipios de Urretxu, Zumarraga, Legazpi, Gabiria y Ezkio-Itsaso. Sin embargo, con motivo del Covid-19 se cerró a mediados de marzo de 2020.

Después de 6 meses, el PAC de Zumarraga volvió a abrir sus puertas, aunque «únicamente se abre sábados, domingos y festivos de 9.00 a 21.00 horas, por lo que si te pones enfermo debes acudir al PAC de Beasain, o subir al hospital de Zumarraga», critican los vecinos, que no dan crédito a las últimas declaraciones de la consejera de Salud, Gotzone Sagardui, que afirmó que «habrá que desplazarse con más asiduidad para determinados procesos».

De esto sabe un rato Bernabé, acostumbrado a las idas y venidas entre el centro de salud beasaindarra y el hospital de Zumarraga. «Es tercermundista», critica. «Yo no tengo coche, ni carné, ni sé donde está el ambulatorio de Beasain. ¿Cómo voy hasta ahí? Te ves perdido y, como nosotros, hay mucha gente mayor que está igual. Además, con mi pensión de jubilado, ¿quién me paga el taxi cada vez que tengo que desplazarme hasta ahí?», se pregunta resignado. El tren sería una alternativa, «pero termina a las 20.00 h. Además, cuando estás enfermo no te encuentras como para andar cogiendo trenes y hacer un viaje de más de media hora, con los vértigos que tengo. Es un fastidio», reprocha.

Este pensionista tiene más razones por las que se muestra tan molesto. Según cuenta, «ha habido veces que he ido al hospital de Zumarraga y me han llamado la atención, te dicen: 'Sabe usted que tiene que ir al centro de Beasain, ¿verdad?'».

La teoría también se la sabe Inés Benítez, pero en esos casos prefiere «esperar en el hospital, aunque esté saturado, que arriesgar la vida en el camino». Esta vecina de Zumarraga es madre de dos gemelas, de 6 años, y «una madre con un niño enfermo que necesita ir a Urgencias está cardiaca; como para coger un coche... Además, si eres tú el enfermo, no tienes los cinco sentidos para salir a la carretera. Estamos vendidos».

A esta mujer también le resulta «absurdo» que les envíen a Beasain «teniendo aquí el hospital comarcal», y la logística se complica con dos niñas tan pequeñas. «Te puedes apañar con un vecino que te acerque, pero no puedes depender de eso cada vez que necesitas ir al médico cuando el ambulatorio está cerrado», afirma Benítez, que considera que «todos estos recortes lo que están haciendo es privatizar la sanidad pública, se está desmantelando y con ello perdemos toda la ciudadanía. Al final solo los ricos van a poder pagarse seguros privados».

Rosa Fernández, de 60 años, ha sufrido en sus propias carnes lo que es «que te dé un ataque de angustia y no tener a un profesional al lado. En esos momentos necesitas a alguien que te escuche». Esta vecina zumarragarra sufre depresión desde el año 2016 «pero con la pandemia se agravó la cosa. Estaba hecha polvo, nada merecía la pena, no salía de la cama», cuenta, al tiempo que reclama mayor «cercanía» y especialistas para atender la salud mental. «El centro de Zumarraga abre solo por las mañanas y hay veces que he esperado 4 meses para una cita».

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