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Usoa Martínez (Donostia, 34 años) nunca imaginó que unas románticas vacaciones de pareja en Tailandia junto a su marido Alexander García (Basauri, 36) acabarían convirtiéndose ... en la mayor pesadilla de sus vidas. Álex lleva casi dos meses hospitalizado en el país asiático, donde sufrió una pancreatitis aguda que se ha ido agravando con el paso de las semanas, a la que se han sumado problemas respiratorios. Permanece intubado en estado «crítico» en la UCI de un hospital de Bangkok. Tras dos intentos frustrados de repatriación –estando ya en el avión de regreso a casa– precisamente por su estado de salud, a Usoa solo le queda la esperanza de que sea el Gobierno el que devuelva a su marido a casa. La ministra de Defensa, Margarita Robles, le prometió en persona el lunes que va a hacer «todo lo posible» por ayudarles, pero las horas y los días pasan y Usoa observa con desazón cómo Álex «se está apagando y vive pendiente de un hilito». Al drama humano se une la cuestión económica. Tras agotarse hace un par de semanas los 100.000 euros de cobertura sanitaria que incluía el seguro de viaje, la familia hace frente a un coste hospitalario de 5.000 euros diarios. Entre eso y 221.000 euros destinados a una de las repatriaciones frustradas, la familia ha gastado más de 260.000 euros. Una campaña de 'crowdfunding' trata de ayudarles y hasta anoche había recaudado 65.000 euros.
– ¿Alguna novedad de última hora sobre el estado de Álex?
– Ninguna. Todo sigue igual. Está intubado y muy grave.
– ¿Teme por su vida?
– No soy médico y no puedo valorarlo, pero creo que pende de un hilito y por eso es urgente traerlo de vuelta aquí, porque allí no solo no ha mejorado, sino que su estado ha empeorado desde que ingresó por primera vez en la UCI el 25 de febrero.
– ¿Qué tiene exactamente?
– Una pancreatitis aguda. Cuando le ingresaron le diagnosticaron que tenía el 40% del páncreas con necrosis, pero tras casi dos meses hospitalizado ahora está peor. Los médicos nos alertan del riesgo de una hemorragia interna severa. Además, han aparecido complicaciones respiratorias. En el último drenaje del líquido pancreático que le hicieron el fin de semana hubo alguna complicación y han tenido que intubarle.
– No puede hablar con él...
– No, claro. Pero está consciente y nos comunicamos por gestos a través de videollamadas.
– ¿Qué le dice?
– Con el brazo me hace el gesto de despegue de un avión, indicando que lo único que quiere es volar para volver a casa.
– ¿Cómo está de ánimo?
– Imagina. Después de casi dos meses de esta pesadilla está agotadísimo. Yo le digo que luche, que sea fuerte, y estoy convencida de que saldrá adelante porque es fuerte y va a aguantar por sus hijos, pero sus ojos me dicen que se está apagando.
– ¿Y usted?
– No pierdo la esperanza. No puedo perderla. Por él y por mis hijos.
– ¿Qué le dice el Gobierno?
– Ayer (por el lunes) nos dijeron desde el Ministerio de Defensa que están estudiando el caso y que van a hacer todo lo posible por ayudarnos.
– ¿Sin más detalles?
– Sin más detalles.
– ¿Quién se lo dijo?
– Me llamó la ministra Margarita Robles en persona.
– Buen síntoma...
– Que te llame la ministra aporta algo de luz y esperanza en medio de toda esta oscuridad que estamos viviendo.
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– Pero no hizo referencia alguna a la posibilidad de fletar un avión militar medicalizado como reclaman ustedes u otra alternativa...
– No. Solo que van a hacer todo lo posible por ayudarnos.
– Tienen una hija de 8 años y un hijo de 5. ¿Qué es lo que saben de la situación de su aita?
– Que está malito, que le duele mucho la tripa y que por eso no puede viajar.
– ¿Es cierto que unos días antes del viaje Álex acudió a las Urgencias del hospital por dolores en la tripa y que le dijeron que eran gases?
– Es un tema sobre el que no quiero entrar demasiado y mucho menos polemizar, porque no soy médico y no tengo criterio para saber si fue un diagnóstico acertado o no. Dicho esto, es cierto que dos semanas antes del viaje acudió a Urgencias, le dijeron que eran aires y se fue casa. Desde entonces y hasta que cogimos el avión el 19 de febrero, Álex estuvo perfectamente, sin la más mínima molestia. Quiero aclarar este punto. Mi marido no viajó enfermo ni con síntoma alguno. Estaba en perfectas condiciones. En caso contrario, por supuesto que no nos habríamos ido de viaje.
– Cuente cómo han sido estos casi dos meses...
– El 19 de febrero salimos de viaje hacia Tailandia, adonde llegamos el 20. A los cinco días, estando en Chiang Mai, empezó a sentir un fuerte dolor en el estómago, a tener vómitos... Fuimos al hospital e ingresó directamente en la UCI. Allí estuvo hasta el 20 de marzo, unos 14 días en la UCI y el resto en planta.
– ¿Por qué hasta el 20?
– Ese día se produce el primer intento de repatriación, a cargo del seguro. Nos separamos porque él tenía que viajar con un médico, así que yo salgo en un vuelo 7 horas antes que él. A él le llevan en un avión de Chiang Mai a Bangkok, donde debe coger un vuelo a Múnich. Es en ese avión cuando, una vez montado, el capitán considera que no está apto para viajar y le hace abandonar el avión.
– Si iba acompañado por un médico, ¿este no le replicó?
– No sé exactamente cómo sucedió. Yo estaba ya volando hacia París y es al aterrizar ahí cuando me entero de que mi marido sigue en Bangkok y que ha ingresado en la UCI de otro hospital, en el que está ahora.
– ¿Cuál fue su reacción en ese momento?
– De absoluta angustia.
– ¿Cómo son esos primeros momentos en el nuevo hospital?
– Lo que intentan es estabilizarle para que pueda coger otro avión en poco tiempo.
– ¿Qué le dice la compañía aseguradora? ¿Pidieron otro intento de repatriación?
– Yo no he tenido o con el seguro. Se ha encargado otra persona.
– Además de la angustia por el estado de salud de Álex está el problema económico. ¿Cuándo se dan cuenta de que los 100.000 euros de cobertura del seguro para gastos médicos está cerca de agotarse?
– A primeros de abril. Cuando vemos que se acerca el límite y comprobamos el elevado coste de mantenerle hospitalizado allí, decidimos fletar por nuestra cuenta el avión medicalizado privado pese a su enorme coste: 221.000 euros. Estaba todo preparado para traerle el viernes pasado, día 12.
– De nuevo rechazan trasladarle. ¿Por qué?
– La empresa encargada de la repatriación le lleva del hospital al aeropuerto en ambulancia. Pero una vez allí, dicen que su estado es más crítico de lo que aparece en los informes médicos y que no pueden trasladarle. Así que vuelve al hospital. Pero la empresa nos cobra todo el dinero de la ambulancia aérea.
– ¿A cuánto está saliendo cada día de hospitalización?
– No se puede calcular por días, porque varía mucho dependiendo de si le hacen algún tratamiento, si hay una operación, la medicación que le den... Cuando salió del hospital el día 12 tuvimos que pagar 35.000 euros por una semana más o menos.
– O sea unos 5.000 por día...
– Dependiendo de lo que le hagan, pero sí, más o menos eso.
– La suma de lo ya abonado supera los 250.000 euros, y a eso hay que sumar los gastos de hospitalización desde el día 12... ¿Cómo hacen frente a ese desembolso?
– Con lo que teníamos y con préstamos personales de toda la familia.
– ¿Han tenido que vender algo?
– De momento no. Pero nos hemos quedado con lo puesto.
– La campaña de ayuda organizada por una amiga había recaudado hasta las 22.30 de la noche de ayer 64.600 euros de más de 1.500 donantes. ¿Sorprendida?
– Enormemente agradecida. Ha sido una amiga del grupo de madres de la ikastola Axular la que dio el paso, con el apoyo del resto, de abrir una campaña en la plataforma de 'crowdfunding' Gofundme bajo el título 'Ayúdanos a traer a Álex a casa'. La respuesta está siendo espectacular. No tengo palabras. El dinero se destinará a hacer frente a los gastos médicos y de repatriación, a la espera de ver qué ayuda nos ofrecen las instituciones.
– ¿Con quién está ahora Álex?
– Con su madre, y ayer por la tarde salió mi hermana para relevar al hermano de Álex.
– Ha estado siempre acompañado...
– Eso intentamos. Una vez que se frustró la primera repatriación, y dado que yo estaba aquí porque volábamos en aviones diferentes, a los dos días fueron su ama y su hermano. Yo volví a Tailandia a los 11 días de mi primer regreso a casa porque su hermano tenía que regresar aquí. Luego he tenido que regresar a casa porque también tengo dos hijos que atender.
– ¿Cuándo tiene planeado volver si la situación no se resuelve rápido y no le traen pronto?
– Espero sinceramente no tener que volver.
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