
Secciones
Servicios
Destacamos
La propuesta de Pello Otxandiano para negociar un Estado federal dentro de la Constitución ha desconcertado a propios y extraños. El proyecto refleja una nueva estrategia de la izquierda independentista en relación con el debate del modelo territorial. Pero conecta con un movimiento que ya fue larvándose desde que en 1990 la entonces Herri Batasuna presentara un proyecto político, el Estatuto Nacional de Autonomía (ENA), que perseguía superar el modelo autonómico existente en la actualidad.
De esta manera, la izquierda abertzale consuma un giro espectacular en una cuestión muy sensible que ha estado durante décadas en el escaparate público de su modelo. Sobre todo desde que al inicio de la Transición optara por la alternativa KAS y rechazara el Estatuto de Gernika como una normativa que consagraba la partición territorial de Euskal Herria entre Euskadi y Navarra. Aquella posición política provocó un divorcio estratégico con el nacionalismo institucional.
La ruptura se enfrentaba a quienes habían optado por la vía del pacto, que cristalizó en el modelo estatutario y autonómico. Se impugnaba 'el Estatuto de la Moncloa', que era como se le llamaba despectivamente a la Carta de Gernika, porque consagraba la partición territorial de Euskal Herria entre Navarra y la Comunidad Autónoma de Euskadi y se entendía que era una concesión al poder fáctico del Ejército.
EH Bildu ha cambiado por completo de estrategia, aunque este giro ha sido fruto de un proceso de adaptación al principio de realidad institucional. La antaño intransigencia maximalista que daba cobertura a la violencia terrorista de ETA, en la medida en la que el Estado español se negaba a reconocer el derecho de autodeterminación, se ha visto reemplazado por el posibilismo negociador. El terrorismo de ETA ha desaparecido, la izquierda abertzale, que aprobó la ponencia Zutik que consumaba su viraje estratégico hacia la vía democrática, confirmó ese cambio de rumbo en 2011 hacia la vía política y se envolvió en la bandera del pragmatismo negociador en las instituciones.
En este contexto ha presentado una propuesta de ponencia política en la que aboga por un soberanismo gradualista. El objetivo ya no es lograr mañana mismo la independencia, aunque la aspiración siga siendo construir una república libre y soberana en la Unión Europea. La coalición soberanista asume un proceso paulatino hacia ese estadio que tenga en cuenta la correlación de fuerzas y la existencia de una mayoría social que haga irreversible el proyecto. La clave de la apuesta de la izquierda independentista pasa por la superación del actual modelo autonómico y la puesta en marcha de un nuevo diseño de Estado que diferencie entre regiones y nacionalidades.
Los antecedentes más remotos de este viraje arrancan en 1990, cuando la izquierda abertzale, entonces articulada en torno a Herri Batasuna, presentó la propuesta política de Estatuto Nacional de Autonomía con la que pretendía profundizar en el autogobierno y rebasar la vía del Estatuto de Gernika con un proyecto que reivindicaba un modelo nacional, basado en la soberanía y la integridad territorial, frente a la vía regionalista. El precedente de este movimiento fueron en 1988 las conversaciones de la mesa de Argel, en donde ya se barajaba la posibilidad de un final de la violencia basado en una nueva vía política. «Entonces no se hablaba de Estado confederal, sino de conceptos políticos más clásicos como derecho de autodeterminación», recuerda el abogado Iñigo Iruin, promotor del ENA. Aquella experiencia se frustró, pero su germen no cayó en el vacío, aunque tuviera que esperar más de 20 años para que cuajara en algo más serio.
Años después, en 2018, la referencia confederal empezó a tomar fuerza cuando el PNVy EH Bildu pactaron una declaración de bases para explorar un nuevo autogobierno. En aquellas premisas ya se recogían algunos elementos de hoy: reconocimiento nacional vasco, bilateralidad, sistema de garantías y una vez que el Parlamento Vasco aprobase una propuesta de nuevo estatus y antes de tramitar su viabilidad en las Cortes, con referéndum en Euskadi como último paso.
El aterrizaje de EH Bildu en la vía confederal augura un entendimiento troncal en el seno del nacionalismo vasco en torno al modelo de Estado plurinacional. Pero eso no presupone ya una pista de despegue con un nuevo consenso territorial en Euskadi que sustituyese al Estatuto de Gernika. El modelo confederal requeriría una reforma constitucional, que en la actualidad sería inviable porque necesitaría el aval por parte de los tres quintos del Congreso, con un PP que no entraría.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Mikel Madinabeitia | San Sebastián y Oihana Huércanos Pizarro
Claudia Turiel y Oihana Huércanos Pizarro (gráficos)
Óscar Beltrán de Otálora y Josemi Benítez (Gráficos)
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.