El primer fichaje del verano de la Real, Mohamed-Ali Cho, destaca por su velocidad en el campo, pero también fuera de él. Está quemando etapas en el fútbol profesional con una rapidez extraordinaria. Tanta, que se trata del primer jugador nacido en 2004 en debutar en una de las cinco grandes ligas, en este caso en la Ligue 1 con el Angers. Desde que se estrenó un 30 de agosto de 2020 ante el Girondins de Burdeos, el atacante galo no ha echado el freno. Es el jugador de su generación que más partidos –53– ha acumulado hasta la fecha en las grandes ligas.
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Así, no es de extrañar que los entrenadores que ha tenido hasta el momento coincidan en señalar que «todavía puede mejorar». Gérald Baticle es el que mejor le conoce. El técnico del Angers ha depositado esta temporada su confianza en el nuevo realista, pero advierte de que «nadie debe olvidar que 'Momo' –así le llaman sus compañeros– tiene 18 años. Nosotros también debemos tener más paciencia y ser pedagógicos con él». En declaraciones recogidas por el diario L'Equipe, el preparador galo descubre que «como sucede con muchos jóvenes jugadores, a Cho le gusta jugar bien y no busca necesariamente mejorar su estadística con el gol». Si bien considera que «tiene que tener una mentalidad más asesina y ser más quirúrgico de cara a portería».
Otro entrenador que le conoce muy bien es Sylvain Ripoll, seleccionador de la sub21 sa. «El potencial del jugador es evidente. Lo que ha conseguido hacer en la Ligue 1 ya es notable, pero viendo lo joven que es todavía puede mejorar mucho», subraya el técnico, y se explica: «Aún tiene mucho margen de crecimiento en el juego combinativo y debe pulir la técnica en espacios reducidos. Además, tiene que aprender a esconderse un poco e ir por detrás del defensor, fuera de su campo de visión. Esto le permitirá aprovechar mejor su velocidad».
Desde que irrumpió en la élite hace dos años, Cho se ha acostumbrado a convivir con el interés de otros clubes por hacerse con sus servicios. «Estar tan expuesto a esa edad genera inevitablemente una fatiga emocional», concluye Ripoll, a pesar de que siempre haya estado bien asesorado por su familia.
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