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1.
La tarde salió gris. Por mucho que le sintamos cerca, más desde que se abrió la grada con su nombre, la ausencia de Aitor Zabaleta es una herida que duele. El partido también salió gris. Nos las prometíamos felices. La Real había dado un paso adelante en los últimos encuentros y nos creíamos preparados para dar un salto y situarnos cerca de los mejores. Pero el partido también salió gris y las cosas se torcieron. No era el día. El equipo necesitaba a su afición y la grada respondió. Ni cuando las cosas se pusieron más complicadas cejaron de animar los aficionados blanquiazules. La Real Sociedad jugó con 12.
2.
Llegaba a Anoeta un rival con dos caras. El menos goleador de LaLiga (11 tantos en 14 partidos), pero el cuarto menos goleado. Un equipo que ha sumado más puntos a domicilio que en su estadio. A la vista de los datos, marcar primero era una de las claves del encuentro. Y quien lo hizo fue el Valladolid, que obligó a la Real a nadar a contracorriente.
3.
En la segunda parte la Real Sociedad salió dispuesta a enmendar la primera mala parte, pero de nuevo fue el Valladolid el que golpeó y supo aprovechar los errores blanquiazules. Con el 0-2 , el partido parecía sentenciado hasta que apareció Oyarzabal, coraje y corazón txuri-urdin, que puso el 1-2. El eibartarra tiene duende. Lleva cuatro goles en cinco partidos. Había esperanza.
4.
Con el 1-2 Garitano retiró a Theo, que se marchó al banquillo contrariado e hizo un gesto que no gustó a la grada. El lateral francés desborda calidad por los cuatro costados y está alcanzando un nivel alto de juego, pero es de sangre caliente. El ímpetu que demuestra en el campo a veces le juega malas pasadas. El entrenador le restó hierro al asunto. «Venía de hacer un gran partido el miércoles contra el Celta y tenía molestias en un gemelo», explicó el técnico bergararra.
5.
La Real Sociedad lleva seis puntos de veintiún posibles como local. Un bagaje pobre para un equipo que quiere estar cerca de los mejores. Ante el Rayo, que ocupa puestos de descenso, y Girona, que el año pasado salió goleado, se escaparon dos. Frente al Valladolid, que desde que se inauguró el estadio en 1993 solo había ganado en una ocasión, tres. El cambio de mentalidad es costoso, pero más fácil se hace camino con puntos en el zurrón. Si ante el Celta el equipo se quitó dos etiquetas negativas de encima -no ganar en casa y quedar eliminado a las primeras de la Copa- ahora necesita hacerse con el sello de ser un equipo sólido en Anoeta.
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