«El cliente manda porque paga»

– ¿Ikea conoce la palabra crisis?

– Ja, ja. Gracias a Dios tenemos éxito, pero al final siempre estamos cerca de las personas y experimentamos lo que sucede en la sociedad.

– Jefa de comunicación global, ¿sabe dónde se despierta todos los días?

– Por la Covid viajamos un poquito menos que antes, pero con este cargo transitas por el mundo desde la mañana a la noche sin necesidad de viajar.

– Ejecutiva de una de las multinacionales más populares...

– Me apasiona el poder de la comunicación. No solo para lanzar mensajes, sino para escuchar a los equipos, a los clientes...

– A estas alturas, ¿Ikea necesita comunicar algo?

– Todos lo necesitamos para estar al tanto de las necesidades de los clientes. La Covid ha cambiado nuestros hábitos y debemos responder con productos asequibles, sostenibles y de calidad.

– ¿Cómo se alcanza un puesto de tanta relevancia?

– Con muchas ganas, esfuerzo, y tesón, pero hay algo principal: los equipos comprometidos, multidisciplinares e ilusionados.

– ¿Ambiciona el éxito?

– Sí, puede ser ambición, pero te diría que soy súper curiosa y un poco inconformista. Siempre estoy formándome. Acabo de hacer otro curso de digitalización. Tengo curiosidad por dar los siguientes pasos y continuar creciendo.

– ¿Cómo ejerce de jefa?

– Intento ser una líder muy motivadora y dialogante. Exigente, pero cercana.

– ¿Los empleados trabajan a gusto con usted?

– Pues eso me dicen. En Ikea lo medimos todo y eso también.

– ¿En serio?

– Sí. De hecho, parte de mi evaluación como líder es lo que dicen mis equipos de mí.

– ¿Para llegar tan alto hay que soltar codazos?

– Cada uno tiene su propia receta. Yo te diré que soy curiosa, pero cero competitiva. Mi pasaporte siempre ha sido mi trabajo... ¡y mis resultados! No priorizo que se me vea, sino que el trabajo hable por mí. Hasta ahora me ha funcionado.

– ¿Por qué las mujeres lo tienen aún más difícil que los hombres?

– Eso me pregunto yo todas las mañanas. Por una parte, tenemos que creer más en nuestras posibilidades. A veces somos las primeras en ponernos barreras. 'Si quiero tener una familia, a lo mejor no puedo crecer', se piensa. Hay una clave, que es la corresponsabilidad en casa.

– ¿Y?

– Si las mujeres siguen teniendo más carga de trabajo en el hogar, es difícil que luego tengan las mismas oportunidades fuera.

– Lógico.

– Estamos perdiendo mucho talento y no nos lo podemos permitir, más en la situación actual.

– Hace ocho años me dijo que su marido siempre estaba en la sombra. ¿Lo sigue estando?

– Ahí está, gracias a Dios. Ayer, a las 12 de la noche, andaba haciendo puré de calabacín. Un ejemplo de corresponsabilidad. Repartimos las tareas a partes iguales. Los sábados y domingos planificamos la semana. 'Tú te ocupas de eso y yo de esto'. Es parte del secreto de la fórmula.

– Por su cargo, ¿su marido acaba yendo donde va usted?

– Hemos tenido mucha suerte. El está empleado en una empresa vasca que le permite trabajar a distancia. De vez en cuando viene al País Vasco a hacer reuniones. Las empresas deben tomar un papel más activo a la hora de facilitar el teletrabajo e instaurar modelos que hagan que la vida sea un poco más fácil para todos en el hogar.

– ¿Hay que ser un manitas para montar un mueble de Ikea?

– Ja, ja. ¡Venga ya! Hay hasta teléfonos de ayuda y tutoriales, pero está súper fácil, hombre. Las instrucciones con dibujitos están pensadas para que todo el mundo pueda hacerlo. Es también un guiño.

– ¿De que tipo?

– En nuestro modelo de negocio el cliente toma un papel activo. Elige, recoge, transporta, monta... Esto nos permite mantener los precios tan asequibles que tenemos. Forma parte del juego.

– ¿Ikea ha democratizado el diseño con estilo?

– Si después de 17 años sigo en Ikea es porque desea acercar una vida mejor a la mayoría de las personas y que el diseño no sea un lujo que se puedan permitir solo unos pocos. El precio está siempre presente. De hecho, empezamos a diseñar los productos por el precio.

– ¿Por qué?

– Es lo relevante. Que todas las personas puedan permitirse tener una buena vida en el hogar.

– ¿Son los suyos muebles de fiar?

– Hombre, du-ra-de-ros.

– ¿El cliente siempre tiene razón?

– Esa es mi máxima. Aunque se pueda dudar, el cliente siempre tiene razón. Si no, hay que entender qué es lo que le preocupa o lo que no ha funcionado. Ahora tiene muchísima más oferta al alcance de su mano con un clic y esto ha acentuado nuestra obsesión por el cliente. Es al que hay que escuchar, porque es el que manda. Es el que nos paga.

– Con presencia en todo el mundo, ¿los clientes son diferentes?

– Somos mucho más parecidos de lo que creemos. Intentamos ser lo más globales posible porque nos posibilita mantener precios bajos. Pero también jugamos con la baza de lo local.

– ¿Por ejemplo?

– En Ikea España vendemos más almohadas alargadas porque a la gente le gusta dormir más en ellas que en las cuadradas.