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Sonsoles Echavarren
Domingo, 18 de septiembre 2022, 11:21
Emma Larreta despachaba detrás del mostrador de la tintorería en la que trabajaba cuando su vida estuvo a punto de escapársele, como el agua entre los dedos de las manos. Su expareja, un dominicano al que había denunciado la víspera por coacciones, entró ese lunes 2 de abril de 2007 a las 9 de la mañana en aquel comercio del centro de San Sebastián, una tintorería junto a la catedral del Buen Pastor.
Primero la obsequió con un ramo de flores en señal de arrepentimiento. Y a continuación sacó de su pantalón un cuchillo de gran filo con el que le propinó 27 puñaladas por todo el cuerpo.
La pamplonesa Emma Larreta Alegre tenía entonces 32 años y un niño de 2, Álex, por el que se agarró a la vida en la ambulancia que la trasladaba al hospital. Tras nueve bolsas de sangre, costuras para detener la hemorragia y casi dos meses ingresada, salió más que adelante.
Hoy Emma tiene 47 años, vive en la Barranca (Navarra), está casada y es madre de dos hijos: Álex (17) y Emma (10). «No me gusta regodearme en la pena. Tuve muchísima suerte. Está claro que no era mi momento y que lo que me ocurrió no fue sin más. Me dio luz para no retroceder y soy una mujer positiva. ¡La vida continúa!», cuenta en la edición de este domingo de Diario de Navarra.
Con el fin de impactar en la gente y ofrecer un espacio de reflexión, promueve ahora el espectáculo 'InVISIBLES', una 'performance', con la que pretende mostrar la realidad de los malos tratos, al tiempo que comparte su testimonio y busca evitar el «letargo social y emocional».
Emma, cuenta, estuvo en todo momento consciente durante la agresión y el trayecto al hospital. «Soy demasiado curiosa para perderme algo así», se ríe. Tras más de quince días en la UCI y múltiples operaciones, cuando la trasladaron a la planta del hospital ya lo tuvo claro. «En la cama pensé que si me había sucedido esto era para algo. Y me propuse contarlo para quitar el estigma».
Ella se define entonces y ahora como una mujer fuerte, muy activa, emprendedora, a la que le gusta la música, la danza, viajar... «Mucha gente me decía: '¿Pero cómo te ha podido pasar a ti esto? ¿A ti?' Lo que quiero transmitir es precisamente la idea de que la violencia machista (física o psicológica) la puede sufrir cualquier mujer, de cualquier edad, condición social, nivel de estudios... Cualquiera».
Emma recuerda que «rompió estereotipos» e intentó ofrecer una lectura positiva de la agresión. «Me encanta el teatro, la danza... Y decidí montar una obra que llegara a 'los hígados' de la gente pero «sin ser amarga ni les hiciera sentirse culpables».
Así, surgió 'InVISIBLES' que se estrenó al año del intento de asesinato en el teatro Victoria Eugenia de San Sebastián con Emma como única actriz y bailarina, bajo la dirección de Aizpea Goenaga, la música de Iñaki Salvador y una coreografía de Ana Remiro. «Se muestra un camino por todos los estados emocionales. Desde que una persona se enamora de otra hasta que se ve atrapada por ella y no puede salir».
Además, insiste, lo que se muestra es «muy sencillo» y «lo puede entender desde un niño de 12 años hasta una mujer de otra cultura. La música te envuelve».
Durante tres años, estuvo llevando la 'performance' por teatros y casas de cultura del País Vasco, donde seguía viviendo. Pero, al tiempo, rehizo su vida. Se casó con un vitoriano, tuvo a su segunda hija y la familia se trasladó a vivir la Barranca.
«Necesité años de rehabilitación porque los brazos se me habían quedado atrofiados», explica mientras muestras sus cicatrices. «Me hicieron cosidos rápidos para que no me desangrara porque mi vida corría peligro. Excepto en la cara. La cirujana plástica que estaba de guardia me cosió tan bien que apenas se nota. Aunque todo el mundo temía por mi vida, ella evitó que se me quedara la cara marcada».
Con el paso de los años, decidió retomar el espectáculo y mejorarlo. Ahora, apunta, consiste en la grabación de una actuación con el mismo título de InVISIBLES. «Con lo que es más fácil difundirlo. Solo necesito una pared en blanco de una sala de cultura, un colegio...» ¿Su objetivo? Contar su testimonio y abrir un coloquio «de buen rollo».
«No quiero hablar mal de los hombres. De hecho, yo siempre me he llevado muy bien con ellos y he tenido muchos amigos hombres. Solo quiero mostrar lo bonita que es la vida».
Emma lamenta que hayan aumentado las denuncias entre las menores de 21 años. «Por eso, este espectáculo esta dedicado con especial cariño a la juventud». ¿Y por qué se dan estas situaciones? «Como sociedad hemos avanzado pero aún queda mucho camino por recorrer».
Y a ella todavía le duele lo que le ocurrió cuando tuvo que pasar un tribunal médico que le reconoció una discapacidad a consecuencia de las heridas de arma blanca en los brazos.
«Recuerdo perfectamente a aquella doctora de las perlas cuando me dijo: 'A ver si la próxima vez, elegimos mejor al novio'. Yo me quedé tan cortada que le dije que sí pero no hay derecho a esos comentarios. Pero así es la triste vida», se queja.
«Yo he ayudado a algunas mujeres más que las instituciones. Porque les he hablado de tú a tú y desde la experiencia, con consejos prácticos. Oficialmente, aún hay mucho por hacer». En 2014, siete años después de la agresión, su expareja que estaba encarcelado salió de prisión. «Y me tocó a mí deportarlo a su país. Porque nadie lo hizo por mí».
La historia que Emma había relatado a sus hijos sobre sus cicatrices era la de un accidente de tráfico, antes de que ellos nacieran, por no llevar puesto el cinturón de seguridad.
«Así también metía un poco de enseñanza positiva», se ríe. Pero, durante el confinamiento por la pandemia, cuando su hijo mayor sumaba 15 años, decidió contarle la verdad. «No quería que se enterara por terceras personas». «Es un chico fabuloso y está muy orgulloso de mi proyecto. Como yo también lo estoy de él y del hombre en el que se está convirtiendo. Es el sol de mi vida».
A la niña de 10 años aún no se lo ha contado. «Lo haré un poco más adelante de manera natural y sin que se le quede un sabor rancio. Ella es más fría que mi hijo y lo vivirá de otra forma».
Emma recalca que no quiere regodearse en su pena «ni en la vida ni en el documental». «Porque cuando estás en el umbral de la muerte y despiertas, quedas en deuda eterna con la vida. Y deseas devolverle esa gratitud».
Es lo que le ocurrió a ella cuando estuvo a punto de dejar de respirar en aquella tintorería del centro de San Sebastián. Cuando la vida se le escapaba. Y cuando, al poco tiempo, decidió mostrar las diferentes aristas de la violencia machista y dar voz a las víctimas reales.
Como ella. Que ahora se bebe la vida a grandes tragos con el apoyo de su familia. «¿Mi marido? Está súper orgulloso de mí y de mi proyecto. Cuando llega el aniversario del día de la agresión, me dice: 'Bueno, ya pasó. Tenemos que seguir viviendo. Él ni siquiera me ve las cicatrices». Esas que la han hecho estar en deuda con la vida.
A Emma Larreta se le iluminó una idea en la cabeza cuando aún estaba postrada en la cama del hospital recuperándose de las 27 cuchilladas que le propinó su expareja: lo que le había ocurrido no resultaría en vano e iba a utilizar su caso para ayudar a otras mujeres. En 2008, un año después de la agresión estrenó en el teatro Victoria Eugenia de San Sebastián 'InVISIBLES', una 'performance' de música y danza con ella como única actriz y bailarina.
Durante tres años, la representó en varias localidades del País Vasco y ahora la ha retomado y mejorado con el título de 'Amadas', como una proyección. «Con lo que es más sencillo representarla en casa de cultura, colegios, institutos...» De excedencia como istrativa en Mutua Navarra en Alsasua, su objetivo para este curso es llevar la proyección por toda Navarra y para ello está en negociaciones con el Departamento de Educación, el Instituto de Igualdad, ayuntamientos... «Primero se proyecta, después cuento mi testimonio y finalmente damos paso al debate. A la gente joven le llega. Porque no soy una experta que habla de violencia de género sino una víctima que cuenta su caso».
Las personas interesadas en ar con ella para proyectar el documental en su centro, asociación... pueden hacerlo a través del correo electrónico [email protected]
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