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Euskadi tiene la tasa de abandono escolar prematuro más baja de todo el Estado. Es el porcentaje de personas de entre 18 a 24 ... años que han completado como máximo la Secundaria y no han obtenido ninguna otra titulación posterior, es decir, no han seguido formándose. La tasa vasca es del 5,6%, una cifra muy alejada de la media estatal (13,9%) y hasta más de tres veces menor que la Región de Murcia (18,7%), Islas Baleares (18,2) o Cataluña (16,9). Es también uno de los porcentajes más bajos de la Unión Europea, similar al de Países Bajos, por encima de países como Polonia o Lituania (4,8%) y tres puntos por encima de Croacia (2,3%), la más baja de la UE. En Europa encabeza el ranking de abandono Rumanía (15,6%), seguido de España, pero Alemania (12,1%) o Italia (11,5%) están también en cabeza.
Con estos buenos datos, la sugerencia del Consejo Escolar del Estado de ampliar hasta los 18 años la educación obligatoria, dos años más que en la actualidad, es acogida en la comunidad educativa vasca con prudencia. «Abrir el debate puede ser interesante», dicen algunas voces, pero todas insisten en que «hay que saber cómo y para qué». No es la primera ocasión en la que este órgano de participación de los sectores más directamente relacionados con el mundo educativo y que asesora al Ministerio de Educación incluye en su informe anual esta recomendación como fórmula para intentar frenar las tasas de abandono escolar, garantizar la adquisición de las competencias claves y asegurarse que todo el alumnado consiga, al menos, el título básico de enseñanza.
Maite Alonso
Consejo Escolar de Euskadi
En el caso de Euskadi subir la edad de estudios dos años más no está ni ha estado en la agenda. De hecho, en el Consejo Escolar de Euskadi «no se ha planteado en ninguna reunión», dice su presidenta, Maite Alonso, quien sostiene que «reflexionar está siempre bien». Destaca, entre otras medidas, «el buen trabajo» que se ha hecho y se hace desde la Formación Profesional vasca. A esto se añaden las aulas de diversificación curricular a partir de 3º de la ESO con una metodología y seguimiento personalizado de alumnos que tengan dificultades de aprendizaje. «La tasa de abandono que tenemos muestra que el camino emprendido es el bueno», sostiene.
Kepa Altube
Ikaslan Gipuzkoa
La transformación de la FP vasca en los últimos 20 años y su constante evolución se presenta como una de las claves del éxito para que los jóvenes mantengan su formación. «La FP se ha modernizado en instalaciones con fuertes inversiones y una apuesta firme por la digitalización, en metodologías que no se han conseguido a día de hoy en otras etapas educativas, en la relación con las empresas, ya que hemos conseguido una formación dual desde el primer curso: empiezan en septiembre y en marzo ya ven lo que es trabajar...», enumera Kepa Altube, coordinador de Ikaslan Gipuzkoa, la asociación de directores de 27 centros de FP públicos, que atienden a más de 11.000 estudiantes. «Nos llaman de todos los puntos del Estado para saber cómo lo hacemos», presume, y añade a la lista «la gran implicación del profesorado, y que se han ampliado los recursos con la figura de los orientadores». Altube destaca la atención personalizada, «fundamental en la FP básica, donde generalmente llega la gente más machacada por la vida o del colegio. Hay distintos itinerarios para ellos, incluso en vez de cursar ese grado inicial en dos años, como está previsto, lo pueden hacer en tres. Emplear un año más en la vida para formarse no es nada, el riesgo está en salir del sistema educativo. Para ello la flexibilidad es fundamental».
Joseba Antxustegietxarte
Herrikide Tolosa
Para Joseba Antxustegietxarte, director de Herrikide Ikastetxea de Tolosa, lo importante al plantearse añadir dos años en la educación obligatoria es «cómo y para qué». Es partidario de que se abra el debate, pero «planteando todos los itinerarios posibles con la perspectiva final de formar a una persona, no solo a una persona titulada».
«Me preocupa que haya alumnos que puedan quedar atrapados en el sistema educativo, lo mismo que ocurrió cuando se amplió de 14 a 16 años. Existe una presión de las familias, y también de las escuelas, a que los chavales hagan el recorrido entendido como normalizado: terminar 4º de la ESO y luego hacer Bachillerato. En esa exigencia hay muchos que acaban con la autoestima destrozada. Poner café para todos puede acabar siendo una losa para algunos alumnos».
Por ello, Antxustegietxarte insiste en dar respuesta a qué se quiere hacer hasta los 18 años. «El que no quiere estudiar, no quiere. ¿Les vamos a tener dos años más sentados en aulas que no quieren, molestando a los demás, el resto cansados del que molesta y hartos de tener que estar en el colegio? No se trata solo de ampliar por ampliar. Además, también hay que plantearse que pueden querer trabajar o necesitar trabajar, y aquí vemos que luego muchos retornan a la formación».
Además, se debería hacer pedagogía entre las familias «con los recorridos posibles de formación, sin que unos se entiendan como un horror, cuando se están labrando un futuro de otra manera que puede ser brillante».
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