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Dos ertzainas custodian al detenido tras el registro del piso en el que vivía de alquiler enIrun. FOTOS: IÑIGO MORONDO
Asesinatos en Bilbao

La vida «normal» en Irun de un presunto asesino en serie

Perfil ·

El detenido trabajaba desde hace unos meses en un asador de pollos junto a la madre de su novia, que le había conseguido una habitación cerca del local

Aitor Ansa y bruno parcero

San Sebastián

Sábado, 7 de mayo 2022, 07:07

El barrio de El Pinar de Irun amaneció ayer sobresaltado por la detención de Nelson David M. B., principal sospechoso en el procedimiento abierto en un juzgado de Bilbao por el presunto homicidio de cuatro hombres a los que habría conocido a través de una conocida aplicación de os. El presunto homicida llevaba viviendo unos meses en la ciudad fronteriza, donde trabajaba desde principios de año como recadero en el comercio de la madre de su novia, una pollería, hasta que en la tarde del jueves todo saltó por los aires después de que varios medios hicieran pública su foto y su identidad y se convirtiese en la persona más buscada del país.

Hasta entonces, el joven colombiano de 25 años, que se encontraba sin papeles y tenía antecedentes por varios delitos de estafa, hacía una vida completamente normal. El chico, según la versión familiar, llegó a la localidad guipuzcoana en el mes de febrero y comenzó a trabajar junto a su suegra en una conocida pollería que esta dirige, atendiendo a la clientela en el mostrador así como realizando encargos a domicilio. «Yo lo traje aquí de Bilbao», aseguraba ayer a este periódico Mónica, madre de la novia del sospechoso, que ronda los 18 años y estudia en Murcia. Mónica no dudó en ofrecerle un puesto en el negocio al tratarse de una persona «de confianza» de su hija.

Cuenta que le conoce desde el 23 de febrero, tiempo después de que se produjeran los hechos investigados (entre septiembre y diciembre), y desde entonces «ha estado trabajando aquí conmigo. No puedo decir nada malo de él. Es un chico obediente, trabajador... Le mandaba a hacer una cosa, otra, lloviese, hiciese sol... y siempre hacía todo». Según reconoce, la vida del joven se limitaba a ir de casa al trabajo y del trabajo a casa. «Le daba 30 euros por estar todo el día aquí conmigo y se conformaba. Decía 'gracias a mi Dios, hoy he podido comer'», explica Mónica, que califica al sospechoso como una persona muy preocupada por el devenir de la pollería. «Me decía, 'Mónica, tú tranquila que hoy ha ido mal pero vamos a salir adelante, yo te voy a ayudar'. Eso no lo hace una persona que es ansiosa o avariciosa», añade.

Clientes del local donde trabajaba el detenido aseguran que era una persona «muy maja» y «amable»Los agentes se llevaron una pequeña caja de cartón tras registrar el inmueble donde vivía el sospechoso

Ese mismo perfil personal describían ayer varios vecinos de la zona que frecuentaban habitualmente el local donde este trabajaba hasta el pasado jueves. «Hace dos días vine aquí a comprar un refresco y unas patatas y me atendió él. Era un tío normal, muy majo, te atendía amablemente y cuando nos hemos enterado por la tele nos hemos quedado flipados. Ha sido una sorpresa tremenda, si no te lo dicen ni te lo crees», itía una pareja del portal colindante a la pollería con el asombro todavía reflejado en sus rostros tras haber recibido la sorprendente noticia.

Tres horas de registro

El detenido vivía a escasos metros del trabajo, en la calle Bera de Bidasoa número 6, en una habitación que su suegra le había conseguido a través de una página web que oferta alojamientos. Compartía piso con varias personas, entre ellas una chica brasileña, pero apenas conocía a sus compañeros porque pasaba poco tiempo en casa. «Él ni sabía cuánta gente vivía porque se pasaba aquí todo el día conmigo trabajando y cuando llegaba a casa no escuchaba a nadie. Salía temprano y llegaba tarde. Yo le decía: '¿Y escuchas a gente?' Y me decía: 'No, no hay nadie', pero aseguraba que vivía tranquilo», afirma la madre de su novia.

Precisamente, la vivienda fue ayer uno de los puntos neurálgicos de la investigación. Durante más de tres horas, la Ertzaintza registró la casa del joven sospechoso, que fue conducido hasta el piso por los agentes con la cabeza gacha y el rostro escondido bajo una capucha y una mascarilla quirúrgica. Hasta el lugar se desplazaron más de una quincena de agentes de la Policía autonómica, así como varios agentes de la unidad canina con un perro para la búsqueda de posibles sustancias estupefacientes. La inspección arrancó sobre las 13.00 horas y la comitiva policial, junto al sospechoso, no abandonó el inmueble hasta pasadas las cuatro de la tarde. Los agentes de la Ertzaintza, que acompañaban al detenido, salieron del edificio portando en las manos una pequeña caja de cartón que extrajeron del interior del edificio para su posterior chequeo.

Tal y como relataba horas después de producirse el registro la madre de la novia del principal sospechoso de la investigación, Nelson David M. B., fue ella misma la que entregó las llaves del piso a los ertzainas. Según sus palabras, no cree que encontraran gran cosa en el inmueble porque el joven colombiano «tendría cuatro ropas en su habitación. Cuando vino de Bilbao se trajo solo una maleta chiquitita aquí». En ese sentido, esta allegada afirma que «iba siempre con la misma ropita, manchada muchas veces de lejía».

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