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Podía haber sido peor... es la manida frase de consuelo que repetimos al perder una parte, pero no la totalidad de un bien preciado. En el caserío Berroeta de Ezkio, los hermanos Beñat y Jon Urkiola respiraban ayer entre ese consuelo de no haber visto arder su casa entre las llamas y la impotencia de presenciar cómo, en cuestión de tres horas, perdían un millar de quesos que, con tanto mimo, habían elaborado para la venta en tiendas y mercados durante la presente temporada. También quedaba arrasada por las llamas la gran cámara frigorífica donde almacenaban dichos quesos, parte del tejado, toda la instalación eléctrica y la chimenea del horno de leña en el que elaboran su preciado pan, protagonista de muchas mesas de la comarca del Alto Urola y alrededores.
Ahora toca reconstruir lo destruido por el incendio, que se registró a las 14.30 horas del domingo. Beñat llegaba en ese momento a casa con la intención de sentarse plácidamente a la mesa a comer, cuando le pareció ver humo saliendo del tejado. «Lo primero que hice tras comprobar que, efectivamente, se trataba de un incendio, fue llamar al 112. Lo segundo fue avisar a mi familia, que en esos momentos se encontraba en la vivienda, y acto seguido, llamé a mi tío, mis primos y demás familiares cercanos para que acudieran a ayudarnos», rememora apenas 24 horas después de un suceso que le costará olvidar.
El caserío Berroeta se divide en dos partes. En una se halla la casa en la que actualmente residen los hermanos Beñat y Jon (un tercero se encuentra en Navarra) junto a sus padres y un tío paterno, mientras que en la otra se encuentran las instalaciones para la producción de pan y queso. El incendio se originó en esta última, en la zona del tejado bajo la que se ubicaba la cámara frigorífica que ayer, no había forma de reconocer como tal tras el paso del fuego.
Se cree que el origen del incendio estuvo en algún fallo en la instalación eléctrica. El arrojo y la pericia de los habitantes de Berroeta, familiares y vecinos que se acercaron a echar una mano fue, tal vez, la única cara amable de lo sucedido el domingo. Y es que el incendio no pasó a mayores gracias al ingenio de esa primera brigada improvisada de personas a la hora frenar el avance de las llamas.
Vaciaron seis extintores y tuvieron la iniciativa de cortar las vigas de madera que separaban la parte de la casa de la parte dedicada al pan y al queso que estaba siendo pasto del fuego. Lo hicieron a golpe de motosierra. «Llegamos a derribar una decena de vigas», cuenta Beñat. Otros iban retirando las tejas para localizar el punto exacto del incendio, que se adivinaba bajo ellas, pero no terminaba de brotar al exterior, o ayudaban en la retirada del material que pudo salvarse.
«Solamente tenemos palabras de agradecimiento para todos, sentir su ayuda ha sido lo único reconfortante dentro de todo esto», valoran en el caserío. Acudieron cinco dotaciones de bomberos, procedentes de los parques de Legazpi, Ordizia y Tolosa y finalmente, lograron controlar el fuego después de tres horas que se hicieron eternas en Berroeta, donde lejos de parar, continúan trabajando como pueden para sacar adelante sus quesos y su pan, junto al rebaño y los quehaceres diarios del caserío.
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Miguel González | San Sebastián y Oihana Huércanos Pizarro
Beatriz Campuzano | San Sebastián
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