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Ainhoa de las Heras
Domingo, 25 de mayo 2025, 00:29
Jose, nombre ficticio de este profesor de música en Bilbao de 43 años, estaba «muy ilusionado» porque acababa de conocer a un «chico latino», como a él le gustaban, según declararon dos de sus amigas en el juicio. Había mantenido una relación estable con otro hombre, pero se había roto hacía un tiempo, y últimamente, y sobre todo después de la pandemia, buscaba parejas para mantener encuentros sexuales a través de las plataformas de os entre homosexuales, Wapo y Grindr. Se citó con este nuevo amigo el 17 de octubre de 2021 sobre las cuatro de la tarde en su piso del Casco Viejo de la capital vizcaína, donde vivía solo. Confiado, le abrió la puerta de su hogar, porque nunca esperó lo que se le venía encima.
Nelson David Moreno Bolaños, colombiano del Valle del Cauca, nacido en Cali hacía 24 años entonces, había llegado a Bilbao en 2019. Abandonado por su madre, junto a sus dos hermanos, a los 9 años «para irse con un señor», según contó él mismo, y padre a su vez de dos niños (ahora tiene también una hija en Euskadi), emigró a Europa en busca de nuevas experiencias. Primero pasó por Bruselas, donde le acogió su mejor amigo, un «modelo de fotografía» homosexual. Poco después, cogió un billete de autobús por 25 euros con destino a Bilbao. En la capital vizcaína, solicitó el asilo en dos ocasiones, pero se le denegó. Trabajó varios meses en un supermercado Carrefour en el barrio de Atxuri y también como repartidor de Glovo. Aunque, según los ertzainas que le investigaron, se pasaba las mañanas jugando a apuestas on line. Había descubierto que estafando a hombres y usando de manera fraudulenta sus tarjetas de crédito obtenía «dinero rápido», como llegó a confesar en un juicio. «Sólo quería drogarme», itió.
Aquella tarde otoñal, después de tomar un café con Jose, ambos entraron al dormitorio, donde fue hallado el cadáver tirado en el suelo, cada uno con una expectativa muy distinta. Cuando el hombre estaba relajado, Nelson le abordó por la espalda y le practicó la maniobra del mataleón o estrangulamiento antebraquial, que consiste en apretar el cuello de alguien con la pinza que forma el brazo, lo que presiona las carótidas. Según los expertos, con esta simple técnica se puede causar la muerte en apenas segundos o minutos y lo que es más inquietante, sin dejar marcas.
Después, cogió su móvil y llamó al servicio de atención al cliente del BBVA haciéndose pasar por él para cambiar las claves de a la cuenta e hizo varios bizum y transferencias a su nombre. Se llevó también su ordenador portátil y lo vendió. Y en días posteriores, extrajo todo el dinero que le permitía el límite en varios cajeros de Bilbao y compró un perfume de 192 euros con su visa en la cadena Arenal. Un jurado le acaba de declarar culpable de asesinato, robo con violencia, estafa y usurpación del estado civil por estos hechos y podría ser condenado hasta a 39 años de prisión.
La autopsia inicial concluyó que se trataba de una «muerte natural« porque no había signos de violencia en el cadáver ni la víctima sufría patología alguna que explicara el fallecimiento súbito. Tras el funeral, su hermano se percató de que alguien estaba sacando dinero de la cuenta de Jose, ya fallecido, y empezó a sospechar que también habría podido tener relación con su extraña muerte, así que acudió a la comisaría de la Ertzaintza en Ondarroa a presentar una denuncia. Este familiar falleció durante la instrucción y no ha podido llegar a ver que a su hermano se le haga justicia, algo que tanto anhelaba.
Lo más espeluznante es que Jose no era el primero, sino la cuarta víctima, según el informe policial de inteligencia que ha elaborado la Sección Central de Investigación Criminal de la Ertzaintza, que detalla las siete muertes de hombres que llegaron a atribuírsele y dos intentos de homicidio/asesinato, en 2021 en Bilbao. Varones de entre 43 y 73 años, solteros, gais, que vivían solos y no tenían mascota. La presencia de un animal en la casa hubiera complicado los planes. Todos ellos fueron encontrados sin vida sentados o semisentados en el sofá y sin indicios de criminalidad. Dos de estos casos fueron sobreseídos inicialmente sin siquiera una investigación. Sólo sus familiares hubieran podido recurrir ese archivo, pero hasta ahora no lo han hecho.
De los otros cinco procedimientos, uno se ha juzgado ya y la jueza le condenó sólo por estafa y delitos económicos a dos años de prisión, ya que el delito de homicidio fue archivado y se encuentra recurrido ante el Tribunal Constitucional. Cuatro causas más siguen abiertas por homicidio-asesinato, una de ellas especialmente avanzada, que podría llegar a juicio antes de final de año. De ser condenado de nuevo, las acusaciones podrían pedir que se le imponga la prisión permanente revisable, prevista para crímenes especialmente graves.
Además, Moreno Bolaños ha sido también condenado por el intento de asesinato de un hombre con el que quedó por Wapo en su piso, a diez portales de distancia del de Jose, junto a las escaleras de Mallona, exactamente dos meses después, el 17 de diciembre de 2021. En este caso, la víctima logró escapar con vida, pese al intento de estrangulamiento y la agresión en la cabeza con un adorno de madera, que le abrió una brecha. Nelson David salió de la casa huyendo y se dejó la mochila con el pasaporte. Gracias a este despiste, pudo ser identificado por la Policía autonómica.
Sólo así, el joven colombiano detuvo de manera temporal su escalada delictiva y puso tierra de por medio. Huyó de Bilbao con su novia, una estudiante de apenas 18 años a la que había conocido en agosto, y pasaron las Navidades y una buena temporada en Murcia. La pareja se alojó en «hoteles de lujo» y se dilapidó los ahorros de los fallecidos 'tirando' de sus tarjetas de crédito.
Un juzgado de Bilbao ordenó su busca y captura en marzo de 2023 y la instructora de la muerte de Jose ofició en abril de 2023 al Servicio de Investigación Criminal Territorial de la Ertzaintza (SICTB) para que investigara este caso y el serial de muertes de hombres en extrañas circunstancias. Para entonces, el joven ya había vuelto a Euskadi y estaba trabajando como repartidor de pollos en patinete para el negocio de la madre de su 'chica', su suegra, en Irún. Una vez que este periódico publicó que se estaba investigando a un homicida en serie de hombres en Bilbao y salió su fotografía publicada en redes, un nuevo superviviente presentó una denuncia contra él por intento de homicidio. El amigo de otra de las víctimas, afincado en Canadá, llamó a la Ertzaintza para avisar de que el fallecido le había mandado su imagen antes de morir diciéndole que había conocido a un chico en un local de comida colombiana y estaban empezando una relación. Sospechaba que también podía estar detrás de su muerte.
Este fue el primer caso del que se tiene constancia, el 21 de mayo de 2021. La investigación se inició un año después. El 28 de julio se produjo un nuevo hallazgo de cadáver. El acusado recargó su móvil con la cuenta de la víctima y vendió un reloj de alta gama. En esta ocasión, no obtuvo mucho dinero porque no pudo acceder a sus saldos, pero usó su visa en compras de tabaco, pizzerías y hamburgueserías. Según explicaron los ertzainas, estos cargos chocaban con el estilo de vida del fallecido.
En septiembre tuvo una actividad frenética. El día 11 se halló el cadáver de un concejal de un pueblo costero vizcaíno en un piso de Bilbao, aunque se sospecha que pudo morir el día 2. Tenía memorizado el teléfono del sospechoso como Carlos, como se hacía llamar en Grindr y Wapo. Vendió su móvil a un amigo y una pulsera esclava, que una expareja de la víctima reconoció como un regalo suyo. El 20 de septiembre, aparece muerto otro hombre, que lleva cadáver al menos cinco días. Nelson David vendió presuntamente su teléfono en Murcia cuando ya le perseguía la Policía. Poco después, el 6 de octubre, a un nuevo hallazgo de un hombre sin vida le siguieron dos transferencias de 3.000 euros a la cuenta de Nelson David Moreno Bolaños.
Acorralado y con todo su entorno señalándole como el «asesino de gais», según él mismo ha declarado, el 4 de mayo de ese mismo año decidió presentarse en la comisaría de Irún para «colaborar en la investigación». Los ertzainas le pisaban los talones. Llevaban días detrás de la pista guipuzcoana. Era el hombre más buscado de Euskadi y podría convertirse en los próximos años en el criminal con mayor número de condenas por homicidios.
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