Celebramos el centenario del nacimiento de Eduardo Chillida. Es un orgullo contar con Chillida y con un País que aúna fuerzas para homenajear a un artista pionero y revivificar el legado de un gran creador. Compartimos un acto de reconocimiento a la persona, figura y obra de Eduardo Chillida; reivindicamos, también, la necesidad del arte y la cultura, desde un punto de vista personal, social y de País.
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El compromiso de País es nuclear en la vida y obra de Eduardo Chillida. Se comprometió con las ciudades, con el entorno en que vivimos, el espacio que compartimos.
Su obra pública y sus intervenciones urbanas, como el Peine del Viento en Donostia, la plaza de los Fueros de Gasteiz, sus obras en Bilbao o Gernika; también en Gijón, Madrid, Barcelona, París, Berlín, Munich… Humanizan los lugares de la vida en común. Chillida creó lugares de encuentro con uno mismo, con el entorno y la comunidad, con el espacio y la naturaleza, con el mar o el viento. Su obra creció desde su raíz. Chillida decía que necesitaba raíces para fortalecer las ramas que le abrían al mundo. Descubrió el manejo artesanal del hierro en las antiguas ferrerías y desarrolló su obra en las grandes acerías vascas. Encontró en las herramientas tradicionales el impulso para atreverse a moldear el espacio, los sueños, la música o el horizonte. Oyarak, Ilarik, Abesti Gogorra, Ikaraundi… Encontró en la lengua del País el nombre propio de muchas de sus obras. El euskara resonó en todo el mundo a través de su obra.
Participó en la vida pública a través de su grafismo, creando imágenes emblemáticas para nuestras instituciones, equipamientos culturales, entidades, empresas y, también, reivindicaciones sociales. Se comprometió con la libertad y la democracia dando forma a reivindicaciones culturales, la universidad vasca, la amnistía o el rechazo a la energía nuclear, en el duro y agónico final de la dictadura. También mantuvo su compromiso en democracia. Recuerdo con emoción su voz serena en la radio, pidiendo a ETA la liberación de Aldaia.
El legado de Eduardo Chillida es su compromiso con los espacios, los lugares y, también, el vacío. Su compromiso con la libertad y la democracia, con su comunidad y la humanidad. Todo ello se encuentra recogido y condensado en Chillida Leku, más que un Museo una intervención desde el arte en nuestro entorno natural y vital.
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