Nicolás Pérez Costa

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Nicolás Pérez Costa
Isabel I, reina de Inglaterra en el siglo XVI, y su prima María Estuardo, reina de Escocia, se disputaron la corona inglesa con un resultado ... trágico para la segunda, tras casi veinte años que esta pasó en prisión por orden de Isabel y en medio de las duras disputas entre protestantes y católicos. Entre ellas hubo una larga relación epistolar, pero nunca llegaron a conocerse. Este montaje teatral, dirigido por Pepe Cibrián, imagina el encuentro entre dos personas a las que señala como «mujeres luchadoras y transgresoras, personajes de una función que entre otras cuestionas, trata sobre la feminidad y la masculinidad del poder a través de dos personalidades antológicas». La representación tendrá lugar mañana a las siete y media de la tarde en el teatro Victoria Eugenia.
– ¿Por qué decidieron poner en escena un encuentro que no ocurrió en realidad?
– El autor empezó a jugar con esta fantasía profunda sobre el encuentro de estas mujeres tan particulares que eran primas lejanas, pero estaban enemistadas por el trono de Inglaterra. Durante los diecinueve años que Isabel tuvo cautiva a María Estuardo se enviaron una correspondencia muy amorosa. Si leemos esas cartas y te detienes a observar la precisión y el cariño que hay en ellas, pensar en que no se hayan conocido nunca es casi imposible.
Lugar: Teatro Victoria Eugenia.
Fecha: Sábado, 19 de abril.
Duración: 75 minutos.
– ¿Cómo han planteado esa situación que no tuvo lugar?
– Como un encuentro familiar. Y como sucede en fiestas o celebraciones de cualquiera de nosotros, también en esta obra se suceden momentos de discusión, de ternura, de amor o de risa. Cosas que únicamente ocurren entre la familia. Este espectáculo retrata todo eso a la perfección. Durante una hora quince minutos atravesamos por medio de este cara a cara todos los estados imaginados.
– Dice el autor que es una obra necesaria. ¿Por qué es así?
– Por el cambio del poder hacia el poder femenino. Estas dos mujeres son visionarias, gobernantes una en ejercicio y otra intentándolo toda su vida. Viven en un mundo absolutamente patriarcal y cada una procurando lo que creía propio a su manera. Isabel es una mujer aguerrida, que construyó en torno a ella la idea de una imagen sacra. La reina virgen. En cambio, María Estuardo era una mujer que utilizaba la seducción para lograr las cosas que quería. Hablar hoy de estas mujeres que lograron imponerse en su tiempo a todo un sistema patriarcal nos parecía que era absolutamente necesario.
– Usted interpreta a María Estuardo, a la que históricamente unos ven como víctima y otros como traidora. ¿Cómo la siente?
– La siento más como víctima que otra cosa. Pero es cierto que no soy objetivo al representarla y tener que justificarla durante este año y medio que llevo haciendo el personaje. Si soy más objetivo creo que María fue una reina sin reino durante muchísimos años, una vida intentando pelear infructuosamente por las tres coronas que creía que le correspondían. Cuando se lee su correspondencia es difícil no empatizar con ella y considerarla una víctima. Pero es cierto que el trono de Inglaterra, si bien Isabel era bastarda, no necesariamente le pertenecía a María.
– Que los hombres interpretaran personajes femeninos era normal en la época isabelina. ¿Eso le da ahora una potencia extra a la función?
– Es un homenaje al teatro isabelino, representado sobre todo por Shakespeare. Y, por otro lado, está la ironía que representa el poder matriarcal encarnado en dos hombres. Es un doble juego de palabras y de roles en los que los hombres nos ponemos al servicio de la figura femenina para representar el poder.
– ¿Resulta complicado que el espectador no relacione el teatro histórico con algo aburrido?
– Tiene mala prensa porque a veces está mal representado. Para mí el teatro histórico no se trata de hablar de fechas. En este caso lo que hacemos es descifrar un encuentro humano entre dos mujeres que ocupaban roles de poder y han trascendido en la Historia. Pero, fundamentalmente, son dos personas que se enfrentan a decidir si una de ellas vive o muere.
– El texto está escrito en verso.
– El texto de Cibrián está escrito en un verso precioso. Al embellecer la estructura literaria y el contenido de la pieza, el teatro siempre se enaltece. No hay que perder de vista que estamos hablando, como decía Peter Brook, de que el teatro no trata de nada en especial, el teatro habla de la vida porque el teatro es la vida. En esta función creo que logramos la empatía del espectador, que ve el escenario no como una sumatoria de palabras bellas y un vestuario que debo decir que es precioso, sino que se encuentra con la verdad de lo que ocurre por debajo de todo lo que aparentemente sucede. Ese es nuestro objetivo y creemos que está bastante logrado.
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