«La resaca de la Behobia suele durar unos días y este año un poco más»
Diario de la Behobia ·
El domingo 14 por fin volvió la Behobia tras el año de parón. En este diario te cuento cómo he vivido la semana previa y el día después de la carreraSecciones
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Diario de la Behobia ·
El domingo 14 por fin volvió la Behobia tras el año de parón. En este diario te cuento cómo he vivido la semana previa y el día después de la carreraLa última pieza del diario. Una semana diferente en la que he podido reflexionar a través del teclado sobre cómo preparar la Behobia -San Sebastián, cómo afrontar el recorrido, qué ropa llevar y otras muchas dudas que han ido aflorando con el paso de los días. Porque es una carrera que te lleva al limite físico y a veces mental, porque tiene varias rampas y largas rectas que sirven al hombre del mazo como escondite y porque, no voy a negarlo, tenía cierta presión autoimpuesta por hacer un buen papel. El llamado miedo escénico.
Quisiera decir que todo ha pasado, que ya ésta. Fin. Pero la resaca de la Behobia suele durar unos días. Recorrer los 20 kilómetros que separan el barrio fronterizo de Donostia deja las piernas doloridas, alguna ampolla o herida que se cura en poco tiempo y una sensación diferente a otras carreras que te acompaña un tiempo. Y creo que la edición de este 2021 no será diferente. Y no solo por el Covid o porque era 'la vuelta'.
Camino a la salida tuvimos que cruzar la frontera dos veces en un breve lapso de tiempo. Poco antes de las nueve de la mañana llegué a la parada de Ficoba y desde ahí, en los autobuses lanzadera de la organización, hasta la zona reservada para el calentamiento. Un trayecto fácil, cómodo, sentado en todo momento y pensando en mis cosas. Hasta que un compañero de autobús lanzó la reflexión: «Qué fácil vamos, ¿no? 25.000 personas pasarán hoy la frontera sin enseñar nada. No resulta tan fácil para todo el mundo».
Y reinó el silencio. ¡Qué vas a decir! Poco voy a descubrir yo ahora que no haya contado con mucho tacto y rigor Oskar Ortiz de Guinea en este medio. Lo que no es óbice para que desde ese momento, fuese y haya sido un pensamiento recurrente. Incluso en la comida posterior a la Behobia comentándolo con la kuadrila, con otros amigos que habían hecho el mismo recorrido, la situación volvió a ser la misma.
Una sensación extraña, por calificarla de alguna forma, que hoy hace que las agujetas, heridas o pequeños problemas ocasionados por la carrera de ayer hayan quedado en un segundo plano.
Día 6
No habrá Feria del Corredor. Es una pena, porque siempre es interesante en la previa de la Behobia – San Sebastián y hay de todo. Además ayuda a ir entrando en calor de cara a la carrera. Pero la situación sanitaria así lo recomienda y creo que la organización ha acertado. Supongo que no habrá sido una decisión fácil. Si a corredores amateurs como yo nos gustaba, supongo que para patrocinadores y empresas sería una fecha señalada en rojo.
Lo que si habrá es la habitual consigna previa. Tanto ayer como hoy de 10.00 horas a 20:30 horas se ha habilitado un punto de recogida en el Reale Arena (estadio de la Real Sociedad, Paseo Anoeta 1) para aquellos participantes que quieran dejen sus bolsas y mochilas con la ropa de recambio. Eso sí, el bulto no podrá superar los 5 kilos de peso. También habrá puntos en la Plaza Gipuzkoa (domingo 14 a partir de las 7.30 horas) y en la propia salida en Behobia, donde cada cajón tiene un horario.
A mí me tranquiliza saber que en meta tengo la mochila con ropa de recambio. Haga el tiempo que haga se agradece otra camiseta, un jersey o incluso algo de abrigo si como parece va a refrescar y llover. También suelo meter algo de dinero por si procede darse el primer homenaje post-carrera.
Y una vez sacado el tema, al ser la carrera en domingo, es mejor pecar de previsor e ir pensando en cómo celebrar haber terminado la Behobia. Me da igual que no sea una media maratón (otra vez el maldito mantra), todo el entrenamiento realizado y los 20 kilómetros corridos por los toboganes de Irun, el alto de Arretxe, Gaintxurizketa, Kaputxinos o Miracruz lo merecen. Por algo dan una medalla.
Quizá porque ya es el sexto día y esté cogiendo algo de confianza, pero voy a itirlo. Yo ya tengo la comida del domingo hecha y en el frigorífico esperan varias bebidas para ayudar al cuerpo a recuperarse del esfuerzo. Tampoco es mal plan organizar un homenaje fuera de casa o en una sociedad, aunque quizá sea difícil reservar mesa a última hora.
Día 5
Quizá no sea tu caso, pero yo dudo casi hasta el último momento cómo plantear la carrera. Qué decir de los entrenamientos. Sé que hay planes específicos en los que me podría basar, especialistas a los que podría consultar o que incluso la organización da unas pautas. Lo he intentando y más o menos sigo unas directrices, pero al final me guío por sensaciones.
Hay quien dice que son necesarias 13 semanas y otros ponen el límite en 9 semanas. En mi caso, ahí voy bien porque empecé a volver a correr en cuanto levantaron el primer estado de alarma. Poco a poco he ido acumulando kilómetros y bajando el ritmo. No todo ha sido fácil porque alguna lesión ha habido por el camino, incluso épocas de pereza y falta de motivación.
Aquellos que me conocen saben que soy muy competitivo –más de una vez me han dicho que demasiado– y algo cuadriculado. Dos ingredientes que, en principio, deberían ayudar a seguir un plan detallado y pautado. Por ahora, no. Es por eso que he alternado entrenamientos largos a un ritmo más lento en los que he primado no pasar de algunas pulsaciones con otros más cortos y explosivos en los que el objetivo era un ritmo concreto. Algunos con recorridos lisos y otros con trazados repletos de rampas y tachuelas.
Entonces, ¿cómo afronto la carrera del domingo? ¿Cómo decido a qué ritmo correr? No soy partidario de hacer experimentos y conociéndome –para algo van cuatro Behobias y alguna media maratón– empezaré de menos a más. Más allá del calentamiento, soy un corredor diésel que tarda en entrar en calor. Por eso creo que esperaré a pasar Gaintxurizketa, trataré de regular entre Kaputxinos y Miracruz y quizá, entonces sí, apriete en la bajada y recta final.
Ese es el plan ideal, el que intentaré mantener y no mandar al carajo en la salida. Ya me ha pasado en alguna edición que entre el calor del público y la emoción corra el primer kilómetro bastantes segundos por debajo de lo debido. O en la bajada posterior de Lintzirin e incluso en la alameda de Errenteria. Son puntos calientes en los que ojalá mantenga la cabeza fría. Y a ver si así termino rondando el 1:35 en el Boulevard.
Día 4
Suena la alarma. Arriba, desayuno especial para afrontar el día y un plátano para el camino. El dorsal mejor en casa para evitar sustos de última hora y salida hacia Behobia. ¡La mascarilla! Vuelta a casa. Ahora sí. Trayecto pendiente de la lluvia, que parece que tocará mojarse. La llegada a Ficoba lo confirma. Tocará calentar con poncho. Vamos allá. Un poco de carrera continua, algún estiramiento, buscar el baño y al cajón.
3, 2, 1, a correr. Freno de mano en los primeros kilómetros por Irun que con la emoción y el apoyo del público uno se lanza. Saludo a los bomberos en la rotonda y tranquilidad en los toboganes de Irun y el alto de Arretxe, que luego se paga en Gaintxurizketa. Dos kilómetros de subida que sirven como primer escondite al hombre del mazo.
Sí, suena a chiste de Perico Delgado diciendo 'Mesié masó'. Hasta que dice 'aquí estoy', te calza el golpe y ya es tarde. Fundido a negro, vacío, fallan las piernas, se disparan las pulsaciones y duelen los músculos. No es el único lugar donde sorprende, habrá que estar atento. Por ejemplo en la bajada hacia Lintzirin, que son casi tres kilómetros. O en la llegada a la Alameda que siempre es una fiesta. Pasar por Errenteria carga las pilas.
Y falta que hace, porque cómo duele Kaputxinos. Ya es mala idea poner 400 metros de subida en el kilómetro 13. Lo mejor pasarlos sin quemar demasiado y recuperar en el tramo de Pasaia para hacerle frente a Miracruz. Ay, Miracruz. Kilómetro de apretar los dientes y hacer cima sin dejarte todas las plumas, porque de la cima todavía quedan tres a meta. No olvido a aquel entrañable loco gritando «Iña ziok, iña ziok! (¡Ya está hecho, ya está hecho!)» cuando yo sufría como si no hubiera mañana. Ojalá estés este domingo.
Porque esa es la magia de la Behobia, lo que te anima a seguir, lo que te da aire para afrontar el kilómetro de bajada con energía renovada. Tampoco te dejes llevar, que el final se puede hacer largo y el último kilómetro no llega hasta dejar atrás el ambulatorio de Gros, girar a mano izquierda y enfilar la recta a meta. Allí la algarabía del público alivia el dolor de piernas. Último aviso: suele haber varias pancartas, calcula bien el esprint final o la cámara de meta te delatará.
Día 3
Correr una carrera en noviembre hace pensar en frío y humedad, más aún por estos lares, aunque no siempre ha sido así en la Behobia – San Sebastián. Ha habido años para todo: desde granizadas épicas a un sol que quemaba. Seguro que las búsquedas en páginas que ofrecen información meteorológica y previsiones del tiempo subirán como la espuma. Yo al menos estoy mirándolas cada día y la conversación con amigos y conocidos acaba siempre con la pregunta de qué tiempo hará este domingo y cómo influirá en la carrera.
Y tiene sentido. De las últimas ediciones que he corrido, recuerdo dos con un tiempo horroroso en las que sufrí como en pocas ocasiones. En 2015 hizo tanto calor que el público roció a los corredores con agua e incluso la organización puso duchas en algunos puntos para intentar echar una mano. Se agradeció el detalle, pero buf... Creo recordar que incluso hubo gente que se bañó al final en La Concha. De los 33.947 inscritos terminaron la carrera 26.694, es decir, se retiraron o no salieron 7.000 personas.
Todavía peor fue la de 2019, aún tirito de frío al recordarla. Llegué con tiempo y no sé si fue buena idea. Desde el propio calentamiento la lluvia no dio tregua, el viento arreció con fuerza y para cuando salí estaba calado, pasando frío y con malas sensaciones. Por si fuera poco, no escampó en ningún momento e incluso granizó como se puede ver en el vídeo que acompaña al texto. Para el alto de Arretxe ya iba tocado y no pude llegar ni a Pasaia. Aquel año llegaron a meta 25.479 valientes de los 33.442 inscritos.
Para este domingo las previsiones apuntan a que habrá nubes y que lloverá, aunque las temperaturas serán más agradables al rondar los 13-14 grados. No es el peor parte, aunque preferiría que no lloviera. Por mi parte, iré más abrigado que en otras ocasiones, aunque todavía no lo tengo claro. No queda otra que seguir mirando al cielo y a todos los portales como el canal Eguraldia para ver la meteorología del domingo.
En base a eso iré con térmica, con sira o con ambas. Bastante esfuerzo requiere ya el recorrido como para pasar penurias que se pueden evitar. Por ejemplo, recomiendo llevar un poncho para el trayecto y el calentamiento. Así, pase lo que pase, comenzarás la carrera seco.
Día 2
Una carrera de 20 kilómetros requiere entrenamientos de calidad que simulen cómo será el día. O al menos es lo que me han enseñado a mí y he hecho los últimos años. No es lo mismo hacerle frente a un recorrido liso sin apenas rampas que preparar la Behobia – San Sebastián con el alto de Arretxe, Gaintxurizketa, la subida de Kaputxinos o el alto de Miracruz. Que se dicen rápido, así de seguido, pero hay que pasar los tres puntos sin quemar demasiado y guardando algo para el final para entrar con buena cara en el Boulevard. Para los más técnicos, Gaintxurizketa son casi dos kilómetros con pendientes del 6%, Miracruz casi un kilómetro y el desnivel total es de 192 metros.
Ayer después de trabajar hice el último test para la carrera del domingo con 15 kilómetros por Donostia metiendo repechos en los que apretar en las subidas y bajadas. Es el primer año que he apurado tanto en la preparación y espero que no pase factura. Los próximos días trotaré a un ritmo más suave para soltar piernas. Tampoco quiero que se me haga larga la espera.
La última semana no es el mejor momento para realizar grandes cargas y por mucho que entrenes el margen para mejorar es escaso y hay más opciones de lesión o tener molestias. «El trabajo o está hecho o ya no te da tiempo», decía Tito, un entrenador que tuve y todavía me aconseja cada vez que nos cruzamos.
No queda otra que hacerle caso. A partir de hoy será importante estirar un poco todos los días y beber algo más de agua para llegar bien hidratado. También suelo intentar cuidar la alimentación sin hacer grandes cambios para que el cuerpo responda bien y no tomar alcohol. Más por manía y costumbre personal que por otra cosa, pero como en años anteriores me ha funcionado repetiremos.
Más allá de eso no suelo realizar grandes cambios. Siempre he pensado que buscar ese giro para apretar las tuercas al extremo y exprimirme al límite en los días previos es contraproducente. Prefiero llegar con ganas a la carrera del domingo y ahí sí, darlo todo y competir sobre todo conmigo mismo. Ir apretando y regulando sobre la marcha para tratar de cruzar la meta esprintando.
Día 1
Este domingo vuelve la Behobia–San Sebastián, una carrera en la que he disfrutado mucho y, a la vez, he sufrido como en pocas ocasiones. Se dice muchas veces que «no es una media maratón», como para hacerle de menos, pero para mí es una de las citas más bonitas del año. Más aún cuando la edición de 2020 no se pudo celebrar por la pandemia. La de 2021 será mi quinta, cifra redonda, y espero que me ayude a quitarme el mal sabor de boca de 2019, cuando me tuve que retirar.
Son 20 kilómetros que dan para mucho. El ambiente previo junto a la salida te hace ver que la carrera es especial: todo el mundo calentando a la vez, música para motivar y mucho nervio previo. Es cierto que hay un buen número de corredores que buscan ganar, pero en la Behobia el auténtico campeón es el ambiente popular. En los cinco años que he participado he salido en distintos cajones y nunca he visto codazos, empujones o malos gestos. Suelen primar las risas, los consejos de última hora e incluso hay quien comparte algún gel o bebida en los instantes previos del pistoletazo.
Y qué decir durante el recorrido. Está claro que hay ciertos puntos como Gaintxurizketa o el alto de Miracruz en los que las piernas te arden por el esfuerzo y te falta el aire. Quizá el primero pase más desapercibido y el segundo se lleve los titulares porque los corredores llegamos más cansados y deja imágenes más llamativas. Es en esos momentos donde se agradece el apoyo del público, la música o el ambiente que se crea.
El chute de adrenalina, esa pequeña distracción te da la vida, te anima a seguir cuesta arriba y hace que disfrutes. Porque hay momentos en los que puedes recuperar como la bajada hasta Errenteria, pero enseguida vuelves a gastar con la subida de Kaputxinos. Y por delante queda el Alto de Miracruz.
Quizá son esos detalles los que explican cómo una carrera no profesional con una distancia poco usual –recuerda, «no es una media maratón»– consiga reunir en torno a 30.000 personas año tras año. Incluso con la influencia del Covid-19, este año saldremos más de 25.000 personas. ¡Qué ganas de que llegue el domingo!
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