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El grito de Diego al cruzar la meta, el abrazo en la pista de los tres héroes de aquel histórico maratón, el estrujón de varios ... guipuzcoanos con el azkoitiarra en las afueras del estadio de Helsinki, los vasos de cava -¿quién fue el optimista que llevó en su mochila las botellas para celebrar el éxito...?-, los periodistas extranjeros preguntando los datos del chico de la cinta en la cabeza «el subcampeón»... Son los flashes que tengo en la memoria 25 años después de aquel triplete, que hasta entonces ninguna selección había logrado en una carrera de maratón en Europeos, Mundiales o Juegos Olimpicos.
Martín Fiz se llevó el oro de forma merecida y también el protagonismo añadido por ser el pupilo del médico de Miguel Indurain, el fisiólogo Sabino Padilla. Tenía su morbo lo reconozco. Más escondido aparecían los guipuzcoanos Santi Pérez, entrenador de Diego y excelente estratega de aquel campeonato, y el doctor oiartzuarra Xabier Leibar, que estuvo en la sombra de ese podio por sus datos clave tras los controles médicos, test de laboratorio y test de campo efectuados en los meses previos al equipo.
Los aspectos de entrenamiento y fisiológicos fueron clave para transformar al 'diesel Diego' en un subcampeón de Europa y en un referente de la distancia. El resto, llegó gracias al esfuerzo noble del maestro de aquel recordado triplete. El modesto corredor se vistió de chaqué en aquel circuito de Helsinki. La experiencia y generosidad fueron determinantes. Controló a los adversarios, supo avivar el ritmo para desgastar a los rivales, dio el cambio de ritmo definitivo para escaparse junto a Fiz y Juzdado. «Me daba igual ser oro, plata o bronce, solo corría para que los tres nos alejáramos». Así era Diego. El guipuzcoano no veía a Martín o a Alberto como rivales. Eran sus amigos en las concentraciones de Navacerrada (ahí el gran Antonio Prieto también les ayudó) y en Venta Magullo.
Fue el inicio de la época dorada del maratón español. Diego no solo fue el artista de Helsinki. Abrió los ojos a otros atletas y les ayudó en su salto a los 42 kilómetros. Lástima que ese referente tan brillante se truncara con su muerte, en 2001, sin haber cumplido los 40 años.
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