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Adam Yates (UAE) se impuso en la primera etapa de Tour ante una multitud y este domingo defenderá el maillot amarillo camino de Donostia. El ... inglés se jugó la victoria con su hermano Simon (Jayco) en un mano a mano en la recta final. La etapa se definió tras el paso por Pike Bidea, la última subida del día, en la que el UAE marcó la pauta con el propio Yates y con Tadej Pogacar, que endureció el ritmo y se quedó solo con Jonas Vingegaard (Jumbo) y con un sorprendente Victor Lafay (Cofidis). Tras coronar, hubo un reagrupamiento y atacó desde atrás Simon Yates. Su hermano se fue con él y se jugaron la victoria y el amarillo entre los dos. El grupo con los favoritos llegó a 12 segundos con Pogacar en cabeza. El esloveno entró en la meta de Bilbao con los brazos en alto, celebrando la victoria de su compañero.
La subida a Pike era el kilómetro 172 del Tour y ese corto paseo por lo mejor de la costa vizcaína bastó para establecer las jerarquías. Pogacar, dos meses y medio después de fracturarse el escafoides en la Lieja-Bastogne-Lieja, ejerció de patrón del Tour. No jugó al equívoco con las dudas que puede ofrecer su estado físico y empleó su arma más poderosa desde el primer día.
Tras la emboscada del Jumbo el año pasado en el Galibier que le costó su tercer Tour, Pogacar dio orden de reforzar su equipo para no volver a verse aislado en una situación crítica. El UAE se puso manos a la obra. Los únicos ciclistas que garantizan su ayuda a esas alturas de las carreras son muy buenos y muy caros, líderes en cualquier equipo. Ficharon a Adam Yates a golpe de talonario del Ineos para ponerle al servicio del genio. Sueldo de figura, trabajo de gregario.
En la primera etapa del Tour, Pogacar demostró galones y ordenó al mejor de sus domésticos, al que sería uno de sus rivales directos si corriese con otro maillo, que rompiese la carrera. Adam Yates ha venido al Tour a trabajar. En una acción acorde a su calidad, reventó la etapa.
Con los huesos de la muñeca aún soldando, la lógica diría que Pogacar debería haberse tapado y dejar la iniciativa a Vingegaard, para hacerle pensar. Pensar si está bien o no. La duda siempre es un arma peligrosa, puede empujar a cometer errores. Pero el que maniobró con prudencia no fue él, sino el danés. Pareció seguir con facilidad la rueda del líder del UAE y tras coronar le negó con la cabeza el relevo. El que escondió sus cartas fue Vingegaard, que viene de arrasar en el Dauphiné. El que viene de dos meses parado por lesión y un paseo por el campeonato de Eslovenia, al ataque. Y el aficionado, que vuelve a frotarse las manos.
Las cunetas se llenaron de seguidores con ikurriñas, deseosos del un triunfo vasco. Solo Mikel Landa (Bahrain) pudo estar con los mejores. Su compañero Pello Bilbao llegó con la rueda pinchada, Alex Aranburu (Movistar) alcanzó la meta en el grupo de los rematadores con Van der Poel (Alpecin) y Alaphilippe (Soudal), a 33 segundos, y Ion Izagirre (Cofidis) cedió 3:13, como su hermano Gorka (Movistar).
En la primera aceleración del Tour, a tres mil kilómetros de París, las balizas de la carrera situadas. Ese es el panorama que le espera al Tour hasta los Campos Elíseos, salvo giro imprevisto de los acontecimientos. Pero los imprevistos son consustanciales al Tour. Pike, un repecho de dos kilómetros, no solo sentó las coordenadas de la clasificación general, sino que eliminó a dos favoritos. En una curva a izquierdas del descenso sin aparente peligro, se fueron al suelo Enric Mas (Movistar) y Richard Carapaz (EF). El balear tuvo que abandonar la carrera y el ecuatoriano llegó a meta 15 minutos, pero tiene una fractura en la rodilla y no saldrá. Iba a ser la primera semana más tranquila de los últimos años, sin la tensión que acompaña a todos los inicios del Tour con los locos del sprint. Este año iba a ser diferente, el terreno clásico de Euskadi es otra cosa. Iba a ser tranquilo y el primer día el Tour se cobra dos piezas de caza mayor.
La velocidad ha aumentado realmente en la subida del Vivero con un Mikkel Bjerg que se ha lanzado cuesta arriba para enfilar al pelotón y endurecer la carrera, tanto que Omar Fraile se ha quedado y Pello Bilbao ha alcanzado la cima aguantando a duras penas en el grupo.
La desgracia del día ha llegado en el descenso, con las caídas de dos líderes de dos grandes equipos como Movistar Team y Education First. Enric Mas y Richard Carapaz se han caído en una curva de izquierdas de la bajada y han quedado muy afectados. El balear, abatido ha tardado mucho tiempo en tomar la decisión de abandonar, mientras que Carapaz ha retomado el camino con la rótula de su rodilla izquierda afectada y tiene pinta que su camino en el Tour ha terminado nada más empezar.
No se pusieron de acuerdo Pogacar y Vingegaard tras coronar Pike y Adam Yates pasó entonces al ataque, decidido a rematar la selección que él mismo había realizado. El ganador de la Clásica de San Sebastián de 2015 vio que su gemelo Simon (Jayco) arrancaba llegando desde atrás y se fue con él. El entendimiento entre ambos se daba por sobreentendido y se produjo sin necesidad de gestos ni, mucho menos, de negociación alguna. No había botín que repartir: todo el premio era solo para el primero, etapa y maillot amarillo. Relevaron los dos a tope y que decidiera la carrera. El juicio de la subida final al parque Etxebarria fue claro: Adam Yates iba mucho más fuerte. Había sacado el córner en Artxanda y remató en Bilbao. A ver si le va a fichar el Manchester United, equipo del que es forofo y anda escaso de goleadores.
Ganó a base de acelerar el ritmo, sin atacar. Su hermano, aspirante al podio de París, cedió a doscientos metros de meta. No hubo posibilidad de enfado porque el lance fue limpio.
Durante años, no fue sencillo discernir quién era mejor, Adam o Simon. De hecho, no era fácil discernir quién era quién. En su época en el Mitchelton llevaban bicis, zapatillas y gafas distintas para poder distinguirles. Son gemelos y sin embargo sus inicios en el ciclismo fueron distintos. Mientras Simon se formó dentro del programa de la British Cycling Olympic Academy, con mucho trabajo en pista, el primer líder del Tour se fue a Francia a correr en aficionados.
A la hora de pasar a profesionales, en cambio, volvieron a unir sus destinos cuando ficharon por el Green Edge australiano, desoyendo los cantos de sirena del Sky, lo que fue una sacudida en el ciclismo británico. Los dos mejores jóvenes ingleses hacían las maletas y obviaban al mejor equipo del mundo, donde veían que se cerraban sus posibilidades de progresar por Froome, Thomas y compañía. Asumieron galones pronto. Simon Yates ganó la Vuelta a España, suma seis etapas en el Giro, ganó la Tirreno-Adriático, ha levantado dos veces los brazos en el Tour, cuatro en la París-Niza, dos en Ordizia... Adam, además de la Clásica de San Sebastián, ha ganado la Volta, el UAE Tour, la Vuelta a Alemania y, este año, el Tour de Romandía. Dos corredores de primera fila.
La intervención de los líderes de la general sacó de la ecuación de la etapa a los rematadores como Van der Poel (Alpecin) y, sobre todo, Alaphilippe (Soudal). Van Aert (Jumbo) llegó al grupo de Pogacar y Vingegaard tras Pike, pero sin opción alguna de triunfo. Eran doce corredores, a 12 segundos de Adam Yates, con Mikel Landa (Bahrain) y Carlos Rodríguez (Ineos). Ganó el UAE pero el Jumbo dio buena imagen, organizándose bien y rápido en el tramo final. Aranburu llegó a 33 con Van der Poel, Alaphilippe,Bernal, Pidcock (Ineos), Guillaume Martin (Cofidis), O'Connor (Ag2r) y Ciccone (Trek).
Si la presentación del Tour el jueves fue la muestra de la visión que la Euskadi contemporánea tiene de sí misma, el recorrido de la primera etapa fue una exaltación de la imagen clásica de los vascos. Verdes praderas, mar y carreteras que desconocen los tramos rectos y llanos. Se gustó el helicóptero de la televisión sa desde San Juan de Gaztelugatxe a Gernika. No faltó ni un surfista cabalgando la ola izquierda de Mundaka.
Este domingo, el Tour pone rumbo a Gipuzkoa, que recorrerá en toda su variedad. Este domingo, el interior hasta llegar a Hondarribia para buscar Donostia por Jaizkibel y el lunes toda la costa antes de poner rumbo a Iparralde.
La etapa de este domingo sale a las 12.15 horas desde Vitoria y entra en Gipuzkoa a las 13.46 por Arrasate. Adam Yates conoce el camino a Donostia porque ganó en el Boulevard hace ocho años, aunque esta vez le conviene ir más atento que aquella vez.
Corre con el maillot amarillo del Tour y tiene encima a todos los lobos. Entonces, en 2015, entró al Boulevard preguntando a ver si había llegado algún corredor antes que él. No sabía si era el ganador o no, en una anécdota que quedó para la historia de la Clásica. El inglés puede defender el liderato porque tiene calidad de sobra. Pero a este Tour ha venido a trabajar, como quedó demostrado en la primera etapa. El que ha venido a disfrutar es Pocagar.
Pello Bilbao (Bahrain) sufrió un problema mecánico que le dejó sin opciones de acabar en el grupo de los favoritos. «He llegado con la rueda pinchada desde El Vivero. Tenía una sensación rara y pensaba que se me había soltado un poco la rueda, porque estaba perdiendo el control, pero no encontraba el momento para cambiar y he decidido seguir. Pensaba que no estaba tan baja, pero no he podido hacer nada», se lamentaba. El de Gernika se quedaba «con las buenas sensaciones» y con la buena posición de Mikel Landa.
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