La roja le pesó más que los charcos al Real Unión

Ayer, ni el rival, un Barça B que lleva la posesión grabada en su famoso ADN; ni el campo, un Stadium Gal encharcado hasta el absurdo otra vez, invitaban a dominar con el balón. Aún y todo, el Real Unión lo intentó. Le costó cinco minutos tomar el pulso al ritmo que impuso el filial blaugrana, pero luego jugó, movió, combinó, apretó e hizo dos ocasiones. La primera, un chut de San Bartolomé desde la frontal que se fue fuera por poco;la segunda, un uno contra uno en el que Vidorreta pasó el cuero entre la piernas de Astralaga, pero lo desvió el pie que el meta había dejado atrás.

En el minuto 14, el colegiado sacó la segunda amarilla a Iker Bilbao, casi tan discutible como la primera. Con dos faltas, ninguna excesiva, el mediocentro se fue a la caseta y el partido fue otro desde ahí. El Real Unión plantó dos líneas juntas cerca de su área y defendió con orden, acierto e intensidad. Por momentos hasta se asomó al área culé. Pero el Barça sncontró el gol tras una combinación en la frontal entre Toni Fernández y Cedric, digna de categoría superior, que el interior alojó en la red txuribeltz.

El Real Unión no le perdió la cara al partido y mantuvo el plan. Era difícil, pero las opciones pasaban por no encajar y confiar en aprovechar la suya. En el 56, anotó de nuevo Toni Fernández, en esa ocasión a pase de Virgil que había dibujado una buena diagonal en el área. Ese impacto sí lo sufrieron los de Carbó. Quisieron buscar más campo rival, pero fue el Barça el que volvió a ver puerta, con Guille Fernández aprovechando el rechace de Wright a un tiro de Dani Rodríguez. Curiosamente, ese tanto espoleó al Real Unión que apretó con lo poco que tenía y encontró el premio en forma de un penalti que Rivero convirtió en el 93. El 1-3 deja a los irundarras en puestos de descenso a un solo punto de una salvación que tendrán que pelear hasta el final.