El espíritu de León

Me recuerda cómo está acabando la temporada a aquel Bruesa GBC inolvidable. Y es que han pasado 19 años de aquello. Ni Mikel Odriozola es Porfi, ni Vrankic es Doblas, ni Daishon Smith es su tocayo de apellido Devin. Sin embargo el germen de una de las mayores hazañas del deporte guipuzcoano se gestó con un extraordinario rush final y Fisac fue moldeando su equipo para tumbar al Inca, primero, y después al León.

Puede que la cosa esté más difícil hoy en día con súper equipos que aglutinan no solo jugadores con pasado en al ACB si no con cientos de partidos en la Euroliga. Y dentro de esa nómina de grandes jugadores se ha colado el Gipuzkoa Basket gracias a un juego redondo por momentos pero sabiendo bajar al barro cuando sea necesario.

Las 3.700 personas que ayer coparon las sillas del Amenabar Arena son otra de las grandes noticias que nos deja este final de curso. Se juega para la afición y reconforta ver el aspecto del pabellón así. Pocos vivieron in situ el espíritu de León hace 19 años. Los que lo hicieron no lo olvidan porque fue el último paso de gigante para hacer enorme a un equipo. Y éste, con los triunfos contra Obradoiro, Tizona, o el de ayer lo puede hacer. Ni verle a Vrankic con muletas nos puede dar bajón. Sería demasiada mala fortuna que se perdiera dos playoff por el ascenso seguidos por lesión.