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Eduardo Alonso
Oviedo
Miércoles, 28 de mayo 2025, 12:00
Serena Williams, hija de Richard Williams, entrenador de tenis obsesionado con hacerse rico para librarse de las malas calles y acusado de decidir fabricar con dos de sus cinco hijas dos gallinas de huevos de oro y, lo que es peor, de conseguirlo, y Oracene Price, se retiró del tenis profesional el 2 de septiembre de 2022. Lo hizo en casa, en el Open US. Con una derrota en la tercera ronda. 23 años después de que ganara, precisamente en Nueva York, con tan solo 17, el primero de sus 23 títulos de Grand Slam. El adiós a una campeona comprometida, excepcional, que compitió y sufrió siempre a lo grande. Se iba la última gran dominadora del tenis mundial y uno de los grandes mitos modernos. Pero su figura, sin duda, fue más allá de lo deportivo. Se fue la reina, la deportista que combatió también más allá de la cancha, la heroína que desafío al racismo, al clasismo.
La ceremonia del triunfo era harta conocida para Serena. «Una extraordinaria tenista, pero, ante todo, un icono», dijo de ella un mito como John McEnroe en la línea unánime que la describe como un personaje trascendental del que se ha contagiado el jurado del Premio Princesa de los Deportes 2025. Presidido una vez más por Teresa Perales -honrada ella misma con este reconocimiento en 2021- y del que formaban parte deportistas tanto en activo o no como Teresa Bernadas, Jennifer Pareja, Edurne Pasabán, Samuel Sánchez, Sitapha Savané, Alberto Suárez y Theresa Zabell, no dudó. A lo largo de las deliberaciones se fueron descartando candidatos, uno a uno (30 candidaturas, a las que se unieron alguna presentada por los propios ), enamorados por una referencia que va mucho más allá de la competidora feroz y multicampeona vista sobre las pistas de todo el mundo.
La deportista estadounidense anunció que ya no habría un día después, un torneo más, a través de una carta abierta en la revista Vogue. Este mediodía ha sido Teresa Perales la que ha tomado la palabra para referirse a una persona que dedicó toda su vida al tenis. Niña prodigio -a los tres años ya empuñaba una raqueta-, se convirtió en una campeona devastadora, pero también rebelde y comprometida. Si hoy se ha convertido en Premio Princesa de los Deportes 2025 ha sido no solo por los méritos deportivos que contrajo a lo largo de su carrera, sino por una cuestión mucho más cercana al propósito del galardón. Bueno, más bien por muchas, con las que se ha identificado a fondo este jurado. Ya sea por su historia o por el mensaje que siempre ha transmitido y que siempre ha ido más allá de las pistas.
Porque siempre hizo frente a la convenciones. Desde los inicios. Por ejemplo, desde sus peinados de trenzas y cuentas de sus primeros años hasta sus colaboraciones con grandes marcas para diseñar sus propios conjuntos con el paso de los años -en la retina permanece aquel mono negro largo que bautizó como 'traje de Pantera Negra' y que la Federación sa de Tenis tachó de irrespetuoso-.
«Nunca me ha gustado la palabra 'jubilación'. Quizá la palabra que describe donde estoy es 'evolución'. Estoy aquí para deciros que estoy evolucionando hacia más allá del tenis, hacia otras cosas que son importantes para mí», indicaba la tenista en aquella publicación para dar el paso a dos de su anhelos: ser empresaria y madre. Detrás, dejó un currículo envidiable: 23 Grand Slams (siete Abiertos de Australia, tres Roland Garros, siete Wimbledon y seis US Open), 73 títulos en total, dueña del planeta tenis durante dos décadas, cuatro oros olímpicos, número 1 durante 319 semanas y referente para varias generaciones, pasadas, presentes y futuras.
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