Jesús Gutiérrez
Le Mans
Domingo, 11 de mayo 2025, 13:43
Antes de arrancar la carrera de MotoGP se hacía oficial un nuevo récord absoluto de asistencia en el campeonato. Por primera vez se superaban los 300.000 aficionados (311.797, para ser exactos) que habían pasado durante los tres días del fin de semana y solo el domingo se congregaban más de 120.000 espectadores en las gradas del trazado de Le Mans. Una afición que vivió su día grande con el triunfo de uno de sus dos únicos representantes que compiten en MotoGP. Hacía más de 70 años que un piloto francés no ganaba en la carrera de casa de la cilindrada máxima y ese honor recayó en Johann Zarco. El más veterano de la actual parrilla de la clase reina, que a sus 34 años vivió su día de gloria en el campeonato.
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«No tengo palabras para describirlo. Es perfecto escribir estas líneas en la historia de mi país. Ha sido magia», comentaba el piloto de Cannes que poco antes había vivido desde el podio cómo todo el público cantaba a capela 'La Marsellesa'. La magia para él sucedió antes incluso de empezar la carrera. La lluvia que venía aguantando toda la mañana hizo acto de presencia en la parrilla y sembró el caos. Todas las MotoGP habían montado el neumático slick, pero en la vuelta de calentamiento comprobaron que había demasiada agua y se aplazó la salida.
Volvieron todos a pista con neumáticos de agua, pero faltaba otro giro de guion, ya que antes de acabar la vuelta de formación buena parte de los pilotos pasaban por boxes de nuevo para poner gomas de seco, porque en ese intervalo de tiempo la pista parecía que se secaba. De esta forma, la mitad de la parrilla montaba gomas de agua (entre ellos Pecco Bagnaia y el propio Johann Zarco) y la otra mitad slicks (con los hermanos Márquez a la cabeza). Eso sí, los que habían cambiado de gomas antes debían cumplir con una sanción de doble vuelta larga.
En la salida, los pilotos que iban lisos contaban con ventaja, ya que la pista no estaba lo suficientemente húmeda. Y lo pagó entre otros Bagnaia, que se quedó clavado los primeros metros y se vio en mitad del grupo, donde pasan las cosas. Hasta verse embestido por su compatriota Enea Bastianini, que provocó un accidente múltiple en el que también se vio afectado Zarco, aunque el francés pudo mantenerse en pie. Pero quedaba otra vuelta de tuerca más en este caos, ya que la lluvia volvió a arreciar y en esas primeras vueltas los pilotos de cabeza que calzaban slicks tuvieron que volver a cambiar la moto, perdiendo toda la ventaja que habían logrado.
Reordenada la carrera en torno a la séptima vuelta, cuando los de gomas secas habían pasado por boxes y completadas las sanciones, se había quedado solo en cabeza Zarco, con más de ocho segundos de margen sobre el grupo de los Márquez, de donde desaparecía el segundo de los ses, Fabio Quartararo, que se que había ido al suelo. Y entre medias se había quedado Miguel Oliveira con la misma estrategia de Zarco, pero mucha menos velocidad y que sería superado por todo el tren que venía por detrás. Se avecinaba una persecución en la segunda mitad de la carrera, pero lo que sucedió es que Zarco era el más rápido en pista y la distancia, lejos de reducirse, aumentaba. Hasta superar los 20 segundos que le permitían saborear un triunfo histórico.
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Por detrás, había otra carrera, donde Marc tenía bajo control a su hermano Álex. Con las KTM de Pedro Acosta y Maverick Viñales detrás, y un Fermín Aldeguer que venía desatado de menos a más. El reto era sobrevivir en una pista que no daba concesiones. Y eso lo descubrió en primera persona el pequeño de los Márquez, que se fue al suelo a seis vueltas del final cuando rodaba tercero. Aunque se reincorporó en octava posición, Álex tenía la moto muy tocada y volvió a caerse en el tramo final: «Lo estábamos haciendo todo perfecto, pero cuando llueve es una lotería. Me duele sobre todo la primera caída, ya que ha llegado porque me he relajado. La segunda iba con media moto y el manillar doblado, pero teníamos que acabar».
También a Marc se le hizo muy larga en el tramo final, pero aguantó encima de la moto: «Las últimas cinco fueron eternas, porque es más difícil mantener la concentración cuando estás en tierra de nadie, ya que puede pasar que te relajes y cometas errores». No los cometió y con su segunda posición sacó un botín inmenso en el GP de Francia, para aumentar su ventaja en la general hasta los 22 puntos con respecto a su hermano Álex y 51 sobre Bagnaia.
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La segunda Ducati fue la de Aldeguer, que pasó a las dos KTM en pista para conseguir su mejor resultado en una carrera larga y firmar un fin de semana inolvidable en Le Mans, con dos terceras posiciones. El rookie celebró su primer podio dominical en la clase reina y vivió en primera persona una jornada histórica.
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