El episodio tranquilo de una historia vibrante

Jokin Altuna dispone de quince días para preparar su sexta final del Manomanista. Jugará además contra un pelotari distinto al que encontró en las cinco anteriores. Empezó ante Olaizola II en 2018, se encontró con Jaka en 2020, recuperó la txapela frente a Rezusta en 2021, la cedió a manos de Elordi en 2022 y la reconquistó en 2024 tras superar a Laso. El siguiente será Artola, a quien se habría enfrentado en la de 2021 de no mediar una lesión del alegiarra, o Larrazabal. Manistas de la generación anterior y de la suya. Quién sabe si le tocará suerte uno de la posterior. Él repite. Cambian los oponentes.

Está marcando una época de la pelota y de la competición reina, para la que parecía carecer de hechuras. Sin que se le reconozca como pegador, llegó a la cima y sigue instalado en sus inmediaciones, sea un peldaño más arriba o más abajo. Porque es figura. Grande. Dudar de su condición resulta un ejercicio fallido. Si cae, se levanta antes o después. Perdió ante Larrazabal y le quedaban cuatro finales por delante. Ha ganado tres y va convencido a por la cuarta.

Episodios emocionantes y apacibles componen una historia vibrante en su conjunto. El de este sábado en el Atano III ante 1.628 pelotazales que abarrotaron el frontón pertenece al grupo de los partidos tranquilos. Bordó la perfección hasta el 15-0, hasta el 17-1. Colaboró un Laso sumido en dudas irresolubles en las que le sumergió un pelotari con gerriko colorado.

El de Bizkarreta quería dar un paso adelante y no llegaba a tiempo. Elegía dar dos atrás y le atropellaba la pelota. Tampoco adivinó las dejadas de Altuna, quien lo mismo le jugaba a los pies que por elevación.

«No me iban las piernas», reconoció Laso. El público celebró por todo lo alto el gancho que valió su primer y tardío tanto: 15-1. Sacó al centro, Jokin esperó atrás para restar de derecha, cogió altura en el frontis y casi a renglón seguido resolvió a través de una dejada de zurda al txoko.

Los posteriores intentos de reacción de Laso murieron en errores suyos o en acciones en las que se vendió. Cayó el nivel del juego. Dio la sensación de que el propio Altuna III se contagiaba, si bien lo negó el protagonista. «No creo que haya sido así. Han sido solo un par de errores».

La pelota le sale de la derecha. También de la zurda, como evidenció en los sotamanos por elevación que conectó desde el txoko y en los ganchos largos con los que obligó en el ancho a Laso.

Estudia y aprende. Analiza a los contrarios, busca soluciones y las encuentra. Anula las aptitudes del rival y florecen las suyas. Evoluciona. La historia no para.