El zumbido de Altuna y el tintín de Artola

Unen más elementos a Amezketa y Alegia que los seis kilómetros que separan sus cascos urbanos. La carretera y el río, por supuesto. Pero sobre todo las familias, las amistades, las relaciones humanas, las fiestas... También los piques propios de la proximidad.

Altuna III y Artola son hijos de esas circunstancias y abanderados de la pelota, elemento capaz de aunar y de medir al mismo tiempo las aptitudes de unos y otros. Apasionados del deporte que practican, la competición les ha unido más allá de que solo puede ganar uno, de que pertenecen a distintas empresas, de que defienden distintos intereses, de que la txapela solo puede acabar sobre la cabeza del ganador ante la tristeza del perdedor. Por cierto, no la impondrá Juan Mari Juaristi 'Atano X', que no podrá acudir a Bilbao.

«La final es una fiesta para nuestra gente, pero no para nosotros», declaró Jokin Altuna el día de la elección. Es la sexta que juega en el Manomanista y la decimosexta en la suma de las tres grandes competiciones. Ha ganado ocho de las quince anteriores y ha vivido situaciones de todos los colores.

En 2020 le tocó enfrentarse en su segunda final manomanista a Erik Jaka, pelotari de la comarca de Tolosaldea como Artola además de compañero de club y amigo. Perdió Altuna en un Bizkaia cerrado a cal y canto, con medio centenar de representantes de las empresas y de los medios de comunicación como únicos testigos directos.

Altuna III sabe lo que significa partir como claro favorito. Ha leído muchas páginas de este libro, ha memorizado la mayoría y no para de extraer conclusiones más allá de las victorias y de las derrotas, producto de lo que uno mismo despliega sobre la cancha en un momento concreto, no de los comentarios previos en un sentido u otro.

«Es como cerrar el círculo», apuntó Iñaki Artola en una mezcla de alegría y cierta melancolía por aquella final de 2021 que le hurtó una rotura de fibras en el dorsal derecho sufrida mientras obtenía la clasificación ante Rezusta en semifinales.

Perseguido por las lesiones durante mucho tiempo, carente de una continuidad que por fin parece haber encontrado, Artola tiene la ocasión de competir por la txapela con Altuna III, el pelotari que le esperaba hace cuatro años en la final, en el mismo frontón y además con público, algo que impedían las restricciones en vigor entonces por el covid-19. Todos los accidentados no llegan a disfrutar de una segunda oportunidad. La vida no hace siempre justicia. Artola, sin embargo, tiene la ocasión de hacer realidad un sueño al que desea dar el mejor desenlace posible: el título.

Negar la condición de favorito a Altuna III «sería de tontos», afirma Artola, consciente de la realidad, de los números y sobre todo del juego del oponente. Eso no significa resignación. El alegiarra parte dispuesto a jugar sus bazas, a adueñarse del centro de la cancha como acostumbra a hacer el amezketarra.

Confía para ello en su pegada de derecha, en su fuerza innegable, en su físico y en ese punto de valentía incorporado a su juego gracias a la experiencia. Es una quimera creer que va a resquebrajar la defensa de Altuna a base de derechazos o que el pelotari de gerriko rojo hará concesiones. Culminar los tantos y el supuesto dominio del peloteo se antoja imprescindible para los intereses del aspirante.

Parte Jokin Altuna con el favor de la cátedra. Los 100 a 60 que cantarán de salida los corredores de apuestas, convertidos posiblemente en 40 a 100 por abajo, reflejan una fe inquebrantable en su toque de derecha, en esa zurda de aire con la que desplaza a los rivales, en su resistencia física, en cómo varia alturas en el frontis con el fin de jugar por elevación o a los pies del contrario, en la dirección de su saque, en su lectura de los partidos, en su facilidad rematadora con las dos manos...

Numerosos argumentos para asistir a una final buena además de histórica por la procedencia de sus protagonistas. Si bien quedan a la venta un centenar de entradas –canchas en su mayoría–, el ambiente será de gala.

Más allá de la amistad, más allá de que se imponga el zumbido de la mosca o el tintín de la campanilla, Altuna III y Artola son conscientes de que pueden hacer historia esta tarde. La cuarta txapela colocaría a Altuna III a la altura de Olaizola II, de Beloki y en alguna medida de Atano III, cuya dimensión como manomanista toca evaluar desde otra perspectiva. Solo tendría por delante en el ranking de títulos a Retegi II, Azkarate, Retegi I y Martínez de Irujo. La primera haría inolvidable a Artola. El premio es grande.