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«Los conflictos se resuelven rápido, no se dejan enquistar»Spanset es una de esas pequeñas joyas que atesora la Gipuzkoa industrial y que pasa desapercibida cuando uno transita por el Polígono 7 del barrio ... de Agaraitz, en Villabona. La firma, con una plantilla de sesenta personas en la actualidad, es todo un referente en el ámbito de la elevación, el amarre de cargas y la seguridad en altura. Más de medio siglo de experiencia a la vera de la N-1.
Si alguien necesita subir o mover algo pesado a una altura considerable y no sabe cómo hacerlo de forma segura, puede llamarles. Prueba de ello son las fotos que pueblan su catálogo de presentación, en las que sus eslingas (esas cinchas de polietileno ultrarresistente de colores) pueden con trenes, palas de aerogeneradores o barcos. Algunas incluso son inteligentes y avisan, gracias a una tecnología propia, si algo va mal, como las que desarrollan para Volkswagen Navarra.
La historia de la compañía no deja de ser curiosa. El origen de la matriz (es un grupo con sede en Suiza) hay que buscarlo en primera instancia en Suecia, donde sus fundadores trabajaron con los ingenieros de Volvo en la creación del primer cinturón de seguridad de tres puntos de anclaje. Aquel material tan resistente y su desarrollo posterior fueron el germen de Spanset, que hoy trabaja en todo el mundo y tiene tres fábricas de soluciones específicas: Reino Unido Alemania y Villabona.
60 personas
componen hoy la plantilla de la empresa Spanset, que tiene su sede central en Villabona.
La sucursal guipuzcoana, nacida como la filial mediterránea de Spanset en 1979, controla los mercados de Portugal, Francia y España. «Somos una pieza fundamental del grupo, y lo cierto es que hemos crecido al compás del desarrollo de la industria guipuzcoana y vasca, contando muchas veces con proveedores locales, que nos hacen ser más ágiles y cumplir con plazos de entrega más cortos».
Así lo subraya Maite Zubillaga, directora general de la firma desde 2019, quien pone el acento en el hecho diferenciador de la empresa frente a la competencia, alguna ubicada también en el País Vasco: «No vamos con un catálogo al cliente, sino que nos sentamos con él a ver qué necesita, casi nos integramos en su estructura para darle una solución más que a medida». La propia Zubillaga resalta que hace seis años, cuando tomó su actual responsabilidad (hasta ese momento era la directora financiera de la compañía) Spanset era una empresa bastante distinta. La diferencia no era visible desde fuera, señalan algunos de sus trabajadores, pero sí era más que palpable en el día a día. «Las formas eran otras, con un tipo de dirección, como se suele decir, 'de aquella época'», añaden.
En aquel momento, asegura la directiva, Spanset era «una compañía sólida», pero necesitaba «una reforma en todos los niveles». Y Zubillaga tuvo claro por donde empezar: «Más que crecer, necesitábamos cambiar la manera de hacer, de otra forma no íbamos a ser capaces de dar respuesta ni de acompañar a nuestros clientes, además de que teníamos que digitalizarnos».
Origen: Filial de un grupo suizo desde 1979, controla el mercado mediterráneo. Factura 13 millones al año.
Producto: Spanset está especializada en elevación, amarre de cargas y seguridad en altura.
Cultura: La firma practica una escucha activa de toda la plantilla, a la que explica la marcha de la empresa.
«El ambiente era tenso, no existía confianza y había mucho talento sin explotar ni aprovechar», dice, para relatar a continuación cómo la empresa ha dado la vuelta como un calcetín. El detonante, confiesa, fue el programa e-gerentes que desarrolló en Adegi, desde el que abordó el giro. «Han sido cinco años de trabajo, con la premisa de contar más con la gente. Un sirimiri que ha ido calando poco a poco de arriba a abajo y que, hay que decirlo todo, no ha sido siempre un camino de rosas», afirma.
Acompañada de dos mandos intermedios (Kepa Bilbao, jefe de ventas, y Puy Vielba, jefa de calidad y medioambiente, que han desarrollado distintos programas en Fabrika), Zubillaga relata cómo la llamada Nueva Cultura de Empresa aplicada a Spanset ha dotado a la gente de «mayor autonomía», amén de poder aportar su experiencia y criterio a los planes de la empresa. «Se les escucha».
En paralelo, apuntan los tres, los trabajadores reciben regularmente información detallada de «los proyectos, la evolución de los números, las ventas y los presupuestos», y también «de en qué se puede gastar dinero y en qué no». Se ha implantado una remuneración adicional en función de los resultados. «Todos tienen un propósito por el que luchar», asegura la gerente.
La resolución de esas broncas que hay en toda empresa es otro aspecto que habría cambiado: «Los conflictos se resuelven rápido, no se dejan enquistar». «Se ha hecho visible lo invisible, somos más personas y yo tengo ahora más tiempo para pensar en la estrategia y el futuro. El gerente ya no tira, tira el equipo», dice Zubillaga, quien concluye que «ahora somos una empresa mejor y más rentable».
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