«Poner a las personas en el centro te hace más competitivo»
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Bellota busca ser «relevante» para sus clientes y apuesta por crecer tanto como pueda desarrollarse su plantillaEntrar en la fábrica de Bellota en Legazpi es como visitar los dos extremos de un túnel del tiempo a la vez. De un lado, ... y tras una serie de inversiones millonarias en los últimos años, el cuartel general de la firma pilotada por Pablo Izeta esconde unas modernas líneas de producción al más puro estilo 4.0 en las que, con enorme flexibilidad operativa, se fabrican sus famosas herramientas de mano. De otro, la planta ofrece todo el sabor de esas firmas centenarias que (afortunadamente) han sabido conservar balaustradas y salones decorados con maderas nobles y máquinas con toda la historia industrial de Gipuzkoa en sus engranajes.
La compañía, una de esas que todos los guipuzcoanos imaginamos como propia, camina con paso firme tras facturar 116 millones de euros el año pasado. En 2024 prevé alcanzar unas ventas de 121, con no pocas esperanzas puestas en la introducción de nuevos productos –principalmente, maquinaria agrícola– y el desarrollo de nuevos mercados en Europa del Este, el sur de Europa y algunos países de Latinoamérica, como Venezuela.
Así lo detalla Izeta, que pone en valor el hecho de que Bellota está repatriando a Legazpi producción que hasta ahora hacía en países como China o India. Eso, y que, insiste, la modernización de las instalaciones ha permitido fabricar «el doble con la misma gente y mejor», tras automatizar parte de la producción y desterrar los procesos más penosos para la plantilla, hoy en 175 personas.
Más allá de las cifras y los productos concretos, el directivo explica que la filosofía principal que guía a la empresa no es otra que la de poner en el centro a las personas. Una forma de hacer que puede resultar conocida, y hasta manida, pero que tiene su miga cuando se desarrolla.
Así, detalla Izeta armado con un bolígrafo con el que dibuja un muñeco rodeado de círculos concéntricos, la estrategia pasa en lo comercial por hacer protagonista a su principal cliente, el agricultor y el albañil. Y añade, Bellota trabaja para ser aquella empresa que fabrique esas herramientas que ese agricultor o ese albañil «no presta a nadie», las que reserva sólo para él, además por supuesto de todas las que utilizará su cuadrilla. «Les conocemos bien, estamos muy cerca de ellos y procuramos entenderles y atender sus necesidades; hacemos un esfuerzo por escucharles, pues son muy distintos en Euskadi, en Francia o en Marruecos, y tenemos que dar satisfacción a todos. Queremos ser relevantes para ellos», apunta.
Algo similar sucede cuando la conversación se traslada al ámbito de las relaciones dentro de la empresa. De nuevo el boli sitúa en el centro de todo «a la persona». Es más, el directivo donostiarra afirma que «poner a la persona en el centro te hace más competitivo». Y añade que «una empresa puede crecer tanto como puedan crecer sus equipos».
Pablo Izeta, que desde hace tiempo forma parte de la comunidad de la Nueva Cultura de Empresa que promueve Adegi, insiste en que «el diferencial va a ser la persona y el futuro de Bellota lo vamos a hacer las personas» puesto que «la tecnología al final la puede tener todo el mundo».
En este punto aparece en escena Itxaso Aguirregomezkorta, la responsable de fabricación de Bellota, y entre ambos desvelan que la filosofía que impera en la empresa es la de «la participación y la transparencia». Algo que se traduce (más allá de la participación voluntaria de 70 trabajadores de la firma en los cursos y actividades que desarrolla Fabrika, lo que supone un cierto coste) en una política de «comunicación constante» con la plantilla, de la que se busca también cierta implicación.
Izeta ofrece personalmente y de manera regular y participativa toda la información importante de la compañía (presupuestos, ventas, mercados, éxitos o proyectos fallidos, objetivos...), mientras Aguirregomezkorta ha desarrollado un sistema de charlas diarias con los equipos de cada turno. «Son quince minutos antes de empezar en los que vemos si ha habido algún problema y tratamos de resolverlo». «La gente participa, propone y no escondo que hemos resuelto más de un asunto o mejorado la producción con sus aportaciones».
La apuesta comenzó en el comité de dirección («Yo he contado a mis compañeros cosas que no sabe mi mujer», confiesa Izeta) y fue calando en toda la organización. «Esto es un equipo, y nadie brilla por encima de nadie, el éxito es colectivo», resalta el gerente, que subraya que «no lo hacemos por buenismo, sino porque esto nos va a resultar diferencial». «Es un tema de 'poquitos', el clima laboral es muy bueno, y no hay rotación, el boca-oreja habla bien de nosotros», concluye.
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