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Sala de resonancia magnética en la sede de BCBL del Parque Tecnológico de Miramon, de Donostia. ARIZMENDI

La semana de cuatro días, un debate que se va abriendo paso

Menos jornadas ·

El presidente del CRL defiende el modelo de Más Madrid de reducir horas sin merma salarial, mientras el de los Graduados Sociales ve más factible el belga: trabajar diez horas de lunes a jueves

Lunes, 18 de abril 2022

En la década de los sesenta del siglo pasado las jornadas laborales eran todavía de seis días a la semana. Tuvo que pasar un tiempo para que se generalizara los cinco días laborales y se instauraran las 40 horas. Un listón que también se fue reduciendo posteriormente en muchos sectores y empresas con el objetivo de las 35 horas, que se alcanzó en la istración. Hasta que llegó la crisis económica de 2008 que frenó esa tendencia.

Una recesión que hizo que muchas empresas acuñaran la frase de que 'había que trabajar más por menos'; es decir, ampliar la jornada y congelar o reducir los salarios allá donde la crisis impactaba más fuerte.

Superada esa etapa y a punto de recuperar también lo perdido por los efectos de la pandemia, se ha recuperado el debate no solo de la reducción de las horas de trabajo, que los sindicatos nunca han abandonado, sino el de la semana laboral de cuatro días. Aunque la guerra de Ucrania lo ha relegado a un segundo plano.

Esto, que para algunos puede sonar a utopía, ya se ha probado en algunos países nórdicos y en España lo abandera Más País. El partido liderado por Iñigo Errejón consiguió a finales de 2020 un acuerdo con el Gobierno de coalición para poner en marcha un plan piloto, que ahora pretende relanzar. Un plan que consiste, en cualquier caso, en reducir la jornada semanal a 32 horas sin merma salarial.

Sin embargo, Bélgica ha dado otro paso al ser el primer país que aprueba la semana laboral de cuatro días. Lo hizo el pasado 15 de febrero al llegar a un acuerdo para reformar el mercado de trabajo. Con todo, es un modelo totalmente diferente a los anteriores, ya que de lo que se trata es de concentrar las mismas horas en cuatro días, lo que se traduce en diez horas diarias. También contempla la posibilidad de flexibilizar los horarios de modo que los trabajadores puedan elegir trabajar más horas una semana y restarlas la siguiente.

Esta decisión ha vuelto a relanzar el debate de la jornada laboral de cuatro días con dos modelos totalmente enfrentados. De hecho, tanto Iñigo Errejón como los principales sindicatos estatales (CC OO y UGT) reniegan del acuerdo alcanzado en Bélgica y reiteran que su reivindicación consiste en reducir la jornada laboral a 32 horas semanales.

El secretario general de CC OO, Unai Sordo, se apresuraba a señalar que «si de lo que se trata es de concentrar las horas de trabajo de cinco días en cuatro y trabajar diez horas al día hemos hecho un pan con unas tortas». En la misma línea, su homólogo de UGT, Pepe Álvarez, insistía en que «hay que ir hacia las 32 horas semanales».

Por su parte, Iñigo Errejón aseguraba que la jornada planteada por Bélgica no es la propuesta defendida por su formación «pues no libera tiempo y va contra la conciliación. Nuestro planteamiento pretende reducir la jornada laboral para trabajar menos, con más productividad, mejores condiciones de trabajo y trabajar todos».

«Si generamos más riqueza, parte se podría dedicar a financiar la menor jornada»

Tomás Arrieta

Presidente del CRL

La propuesta de Maís País consiste en poner en marcha un plan piloto entre 200 y 400 empresas voluntarias para impulsar la semana laboral de cuatro días y 32 horas semanales sin pérdida de sueldo. Pretendía que el Gobierno destinara 50 millones, repartidos en varios años para poner en marcha dicho estudio. Los presupuestos de este año tienen consignados una partida de 10 millones.

La medida afectaría exclusivamente a trabajadores indefinidos y a tiempo completo y la empresa debe comprometerse a mantener el empleo durante dos años como mínimo. Las firmas tienen que tener entre cinco y 250 empleados y no todos estarían obligados a acogerse al plan.

Aterrizaje en Euskadi

¿Pero qué opinan los agentes sociales vascos al respecto e incluso algunos expertos en la materia? Confebask, tal y como hace la CEOE, a la que pertenece, prefiere no opinar. Tampoco lo hace Adegi.

El presidente del CRL, Tomás Arrieta, considera que el debate de la «racionalización de los horarios y la reducción del tiempo de trabajo es muy interesante». El problema, añade, es quién lo paga, porque eso tiene un coste.

Explica que con el modelo belga no existe ese problema porque no hay sobrecoste al distribuirse la jornada sin reducirla. Aunque apunta que la prolongación de horas por encima de las ordinarias en una jornada laboral, que no deja de ser una conquista histórica, «sería problemática tanto para la salud como para la productividad, que podría bajar».

«Habría que analizar el impacto del modelo belga en los riesgos laborales»

Iñigo de la Peña

Graduados Sociales

Y la otra vía, que consiste en reducir las horas trabajadas, se plantea el debate de quién lo financia. Apunta que habría tres alternativas: reduciendo el salario, con lo que el coste iría a cargo de los trabajadores; sin rebaja salarial y lo soportaría la empresa, o una tercera vía que consistiría en que fuera a cargo del incremento de productividad, que es por donde va la propuesta de Más Madrid.

Y explica esta tercera vía. «Si parece que los incrementos reales de PIB implican que somos capaces de generar más riqueza, parte de esa riqueza se podría dedicar a financiar la reducción de los tiempos de trabajo». Se trata de reabrir el debate de si ser más ricos nos permite más recursos económicos, trabajar menos con la misma retribución o combinar los tres elementos: productividad, tiempo y salario.

Esta última vía se plasmaría en los pactos salariales de las empresas y esa mayor productividad se traduciría en que los incrementos se limitaran al IPC, renunciando a subidas por encima de la inflación, a cambio de la reducción de jornada. De este modo, añade, para el empresario no se incrementaría el coste.

Tomás Arrieta considera que ésta sería la opción ideal. Aunque apunta que para ponerlo en marcha e ir experimentando se requeriría de fondos públicos con el objetivo de ir transitando hacia ese objetivo final. Eso sí, apunta que supone un cambio de filosofía en las dos partes.

Actividades más factibles

El presidente del Colegio de Graduados Sociales de Gipuzkoa, Iñigo de la Peña, también considera muy interesante el debate que se ha abierto por la necesidad de mejorar la conciliación laboral con la familiar y social. Eso sí, apunta que no ve tan mal el modelo belga, porque no hay detrimento de horas, con lo que sería más fácil de implantar. Con todo, advierte de que habría que ver las implicaciones en lo que respecta a los riesgos laborales, porque en algunos puestos de trabajo supondría mayores riesgos que no serían asumibles.

Iñigo de la Peña cree que el modelo defendido por Más Madrid sería más aplicable en algunas actividades, como pueden ser las de alto valor tecnológico y más ligadas a proyectos que a procesos productivos –empresas del metal– o procesos de productos muy ligados al precio/hora que repercute en el producto final y cuyo coste se encarecería, salvo que se introdujeran elementos que incrementasen la productividad. Eso sí, el presidente del Colegio de Graduados Sociales de Gipuzkoa considera que no es el momento más adecuado para empezar a implantar la semana de cuatro días. « Vivimos momentos muy convulsos. Todavía no hemos superado la pandemia, a lo que se añade la guerra de Ucrania, y las empresas están soportando un incremento de gastos –electricidad, materias primas, inflación disparada...– , que ha elevado los costes fijos y que no permiten un debate sosegado». Aunque añade que se podría poner en marcha un plan piloto en sectores más proclives.

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