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La expansión del vehículo eléctrico, propiciada por unas istraciones públicas que han entablado batalla contra el CO2, ha pillado a la industria europea con ... el pie cambiado. China, una vez más, ha sido más lista. El gigante asiático, junto a Corea y Japón, han tomado la delantera en la abricación de baterías avanzadas, el componente esencial para mover a la nueva generación de automóviles y en consecuencia a la industria de la automoción.
La Comisión Europea ha decidido tomar cartas en el asunto y ha puesto en marcha el proyecto Defacto. El organismo comunitario ha confiado a Cidetec la coordinación del consorcio científico-tecnológico encargado de su desarrollo. Su objetivo es dotar al continente de una industria de fabricación de baterías que evite la primacía asiática.
El centro tecnológico ubicado en Miramón ha recibido de esta forma el respaldo a su larga trayectoria de investigación en este campo, llevada a cabo por los profesionales de la sección Energy Storage. Bajo su batuta trabajarán entidades del prestigio de Fraunhofer-Gesellschaft, la comisión sa de Energías Alternativas y Energía Atómica, el DRL (centro aeroespacial alemán), el Centro de Investigación y Tecnología Hellas (Grecia) y la Universidad Politécnica de Madrid. También participan empresas, entre ellas Irizar e-mobility, el Grupo ESI y Sustainable Innovations Europe. El programa tendrá una duración de 42 meses y cuenta con un presupuesto de seis millones de euros.
Los trece del consorcio mantuvieron ayer una reunión en Cidetec, un acto que dio el pistoletazo de salida a la puesta en marcha del proyecto Defacto. El trabajo que se desarrollará a partir de ahora se centrará en modificar la manera en la que se elaboran las celdas que componen las baterías de los vehículos eléctricos. La Comisión Europea, según se explica en el programa Defacto, busca «revolucionar» la producción de estos componentes. «Hoy en día -señala el dossier elaborado para la ocasión- las empresas incurren en importantes costes de laboratorio y de personal para mejorar el diseño de las celdas y su proceso de fabricación».
250.000 millones de euros será el mercado de las celdas de baterías eléctricas en Europa en 2025. En la actualidad, China, Corea y Japón llevan ventaja en el diseño y fabricación. La UE pone en marcha el proyecto Defacto para evitar que estos países copen el negocio
Consorcio europeo La UE ha subvencionado con seis millones de euros al consorcio europeo Defacto, formado por trece socios, liderados por Cidetec, para 'revolucionar' la industria de fabricación de baterías. Con este fin se pondrán en marcha programas de investigación para reducir costes y aumentar las prestaciones.
El documento añade que el plan pondrá en práctica un método multidisciplinar que combina trabajo de laboratorio, prototipado y modelos multifísicos multiescala. Este método permitirá, por un lado, acelerar los procesos de investigación e innovación sobre el desarrollo de celdas, optimizando su diseño y funcionalidad y, por otro, incrementar notablemente la competitividad de la industria europea.
Y es que, como se explicita en el proyecto, aquí radica la clave del asunto. La Comisión Europea estima que los componentes básicos de las baterías -las celdas electroquímicas- suponen un importante mercado para la industria europea, estimado en 250.000 millones de euros en 2025. «Por el momento -añade el documento- Asia lleva la delantera: China, Corea y Japón poseen la mayor capacidad mundial de fabricación. Entre tanto Europa, que también desea convertirse en un actor líder en el sector, ha puesto la innovación en el corazón de su estrategia industrial para reforzar y expandir su capacidad de fabricación de celdas».
Cidetec se ha colocado por méritos propios en el centro de esta estrategia. Oscar Miguel, director de la división Energy Storage, explica que ésta atesora experiencia y conocimiento en el campo del almacenaje de energía, pero quería dar un paso más, de ahí que decidiera constituir un consorcio internacional y presentar el proyecto a la UE.
«Contamos con una potente red de os en empresas, centros tecnológicos y fabricantes de baterías que nos han permitido -subraya Miguel- crear una propuesta muy ambiciosa, dada la calidad de los socios». La iniciativa fue presentada al programa Horizonte 2020 y, tras competir con otros ocho consorcios, logró hacerse con la subvención.
El centro tecnológico guipuzcoana se responsabilizará de la gestión del programa, al tiempo que tendrá un importante peso técnico. Elixabete Ayerbe, jefe de proyecto, explica que en la sede de Miramón se desarrollará «una actividad crítica, como es la fabricación de celdas, el desarrollo de modelos multifísicos, así como la validación, optimización y los análisis de sensibilidad. Vamos hacia baterías avanzadas y con prestaciones muy elevadas, con un paradigma de cambio total en la fabricación».
Elixabete Ayerbe, Jefe de Proyecto
Oscar Miguel, Dtor. Energy Storage
El objetivo, como se ha señalado, es evitar que China se haga con el control de este gigantesco mercado. Oscar Miguel afirma que es posible lograrlo. «La Comisión tiene la voluntad de que Europa recupere el tiempo perdido, por eso está invirtiendo en proyectos de I+D como éste y en otras iniciativas de carácter industrial con el fin de posicionarse. Europa tiene potencial científico y tecnológico para situarse en primera línea».
Miguel añade que ya han surgido iniciativas interestatales para poner en marcha fábricas, en referencia al plan aprobado por Bruselas por el que un consorcio formado por seis países -entre los que no está España- liderados por Alemania y Francia, invertirán 3.200 millones en la puesta en marcha de una planta de baterías en este último país.
Ahora bien, añade el director de Energy Storage, este objetivo tiene que ir asociado a una estrategia de I+D. «Hay que avanzar en conocimiento propio, en valor añadido, y en capacidades fabriles», concluye Miguel.
El responsable del centro tecnológico guipuzcoano, preguntado sobre si sería factible que Euskadi albergara una fábrica de este tipo, afirma que sí sería viable. «Contamos con industria y tecnología suficientes como para desarrollar un proyecto de este tipo. No cabe duda -subraya Miguel- de que en Euskadi tenemos un gran potencial. Prueba de ello es que la UE haya confiado en nosotros para coordinar Defacto».
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