El uso intensivo de los últimos años exige la urgente renovación de las infraestructuras

La investigación concluirá si la responsabilidad de REE es única, compartida con las empresas privadas o si el apagón, por el contrario, no tuvo nada que ver con la gestión de la operadora pública. Pero la necesidad de actualizar el sistema de gestión de una red que no tiene nada que ver con la de hace unos años es evidente. El problema será cómo se adaptan las facturas de la luz de los hogares y las empresas a estas inversiones.

En cifras, Seopan (Asociación de Empresas Constructoras y Concesionarias de infraestructuras) identifica en su último informe 198.400 millones de euros de inversión necesaria en infraestructuras prioritarias de agua, energía, medioambiente y equipamiento público. Más concretamente, en lo relativo a las inversiones planificadas en el PNIEC (Plan Nacional Integrado de Energía y Clima), las medidas de adaptación, capacidad, interconexión de redes, eficiencia energética y almacenamiento requieren de 134.196 millones de euros de cara a 2030.

Una de las principales inversiones que identifican desde Seopan es la de aumentar la capacidad de almacenamiento hidroeléctrico a 3,5 gigavatios (GW) en 2030, para lo que se necesitan más de 7.600 millones. Otro punto clave son los 10.534 millones para aumentar la interconexión eléctrica en el mercado exterior y cumplir con el objetivo del 15% para final de década, hasta los 32.100 MW.

No solo se ha multiplicado el volumen de renovables, con la dificultad añadida que eso implica para el gestor eléctrico, sino que hay servicios como el transporte ferroviario o las telecomunicaciones que han experimentado una explosión de demanda. Fuentes del sector aseguran que unos días antes del gran apagón (22 de abril) se produjo una falta de suministro eléctrico en la red ferroviaria por un pico de tensión que afectó a varias líneas de alta velocidad. Desde Redeia explican que se trató de un «hecho aislado» que «en ningún caso puede correlacionarse» con el cero energético. Pero los datos demuestran que desde la entrada de más trenes a la infraestructura se han producido numerosos incidentes, como el del 5 de mayo en la línea Madrid-Sevilla, que además del robo de cable se debió a un «enganchón» de un tren de Iryo que arrastró la catenaria, según Renfe.

Los cálculos de Seopan apuntan a 150.800 millones la inversión en infraestructuras de transporte para solucionar estos problemas. Se desglosa en 85.000 millones para actuaciones planificadas, 8.600 para innovación y 57.154 millones para modernizar y adaptar la red existente con el objetivo de «incrementar la calidad y seguridad del servicio».

Y, en tercer lugar, las infraestructuras de las telecomunicaciones. El día del apagón los españoles se quedaron incomunicados. Por un lado, porque las operadoras han dejado de usar líneas de cobre para la red telefónica y dependen de la electricidad. Y, por otro, porque las baterías instaladas en las torres de telecomunicaciones son insuficientes para poder tirar de ellas en caso de un apagón de esta magnitud. Los expertos consideran imprescindible realizar mayores inversiones para ampliar su durabilidad.