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El veto a las importaciones rusas de diésel que arranca hoy mismo dejará a Europa sin el equivalente a 14.000 piscinas olímpicas llenas de ... este carburante cada año y amenaza con subir los precios de los carburantes, según coinciden portavoces del sector energético y expertos consultados por este periódico, que no se atreven a cuantificar esa probable subida en un producto tan volátil.
El embargo, encuadrado en el plan de sanciones contra Moscú de los países del G-7, tendrá un impacto directo en los precios de la gasolina y el diésel para camioneros, conductores y empresas. «A corto y medio plazo se puede esperar una tensión en los precios de productos refinados en Europa ligada a este veto y a la reorientación de la demanda europea hacia otros mercados con ciertas limitaciones en su capacidad de producción y exportación. No obstante, el impacto de la prohibición sobre los precios en los surtidores tardará unas semanas en materializarse, ya que se han incrementado los stocks almacenados en los últimos meses», sostiene Jorge Fernández, investigador sénior y coordinador del área de energía de Orkestra, el Instituto Vasco de Competitividad.
De momento, el coste medio del litro de diésel se mantiene esta semana estable con ligeras bajadas. Ayer estaba a 1,717 euros en Gipuzkoa, cuando la semana pasada cerró a 1,751 euros. Apenas 1,7 euros de ahorro a la hora de llenar un tanque de 50l. de un vehículo, según una página web especializada en recoger el precio medio de todos los territorios.
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Desde la invasión de Rusia el 24 de febrero del año pasado, la Unión Europea (UE) ha querido desvincularse a marchas forzadas del suministro de petróleo y gas natural de Moscú. Eso ha incluido una prohibición –en vigor ya desde diciembre– de todas las importaciones rusas de petróleo crudo por vía marítima, así como el tope de 60 dólares al barril, a la que se suma el veto de hoy. Estas medidas no buscan otra cosa sino estrangular las finanzas rusas para socavar su esfuerzo de guerra en Ucrania.
El investigador de Orkestra mete el bisturí a este nuevo escenario y prevé que España no sea de los más perjudicados. «El efecto de toda esta situación será menos acusado que en otros lugares de Europa por varias razones. En primer lugar, la capacidad de refino en las ocho refinerías que hay en nuestro país hace que España sea exportadora neta de productos refinados como gasolina o diésel. Además, la cuota de productos derivados del petróleo procedentes de Rusia es relativamente baja, muy inferior al 5%. Aun así, a medio plazo, las perspectivas son de tensión alcista sobre los precios de todos los productos derivados del petróleo y, en particular, del diésel».
Desde la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP), su directora de comunicación, Inés Cardenal, recuerda que España tiene garantizada la «capacidad de suministro gracias a las inversiones que se llevaron a cabo entre 2008 y 2012, en torno a 7.000 millones. Las refinerías que tenemos aquí son capaces de procesar crudo de distintas categorías y de sacar mucho valor añadido de cada barril». Cardenal, no obstante, asegura que «es muy complicado» saber qué va a pasar con los precios, aunque sostiene que «hay mucho consenso entre los expertos sobre un aumento de las cotizaciones en los mercados internacionales de referencia (Rotterdam y Génova)».
Desde la asociación de empresarios de automoción de Gipuzkoa (AEGA), que representa al 80% de las estaciones de servicio del territorio, se muestran cautos y aportan calma al asegurar que «mientras se consuma el carburante almacenado durante los últimos meses no deberían de producirse alzas de precios importantes», aunque consideran que «cuando estas reservas a precios previos se vayan agotando, sí cabría esperar un encarecimiento en unas semanas, aunque es algo que no podemos profetizar».
Una de las grandes del sector, Repsol, prevé un incremento de precios una vez se active el veto a las importaciones de diésel de Rusia. Fuentes de esta compañía ponen el foco en una de las leyes básicas de la economía: la oferta y la demanda. «Si ya no podemos importar estos productos desde Rusia y a eso le sumamos el cierre de varias refinerías en Europa, nos encontramos con una caída de la oferta al tiempo que la demanda se mantiene o incluso sube, lo que se podría traducir en incrementos de precios de los carburantes». El consejero delegado de Repsol, el guipuzcoano Josu Jon Imaz, advirtió en este sentido hace unas semanas de que «nos estamos quedando sin destilados medios en algunos países europeos y podremos ver altos precios del diésel en los próximos meses».
Europa sigue dependiendo todavía en gran medida de Rusia para su abastecimiento de diésel. A principios de 2022, el Viejo Continente compraba al país dirigido por Vladimir Putin casi la mitad de todo este carburante que importaba, que a su vez equivalía el 10% de su demanda. En noviembre, por ejemplo, el 44% de las importaciones de este combustible procedieron de Rusia, según datos del proveedor global de datos e infraestructura del mercado financiero Refinitiv.
El coordinador del área de energía de Orkestra también pone el foco en el cierre de una treintena de refinerías europeas como otra factor a tener en cuenta. «Hay una caída en la capacidad de producción de casi el 20%. Esto tiene que ver con la falta de viabilidad de muchas de ellas ante los cambios que están ocurriendo en el sector energético y la menor propensión de los inversores a impulsar nuevos proyectos, dadas las perspectivas del mercado y la regulación que trata de impulsar la transición energética y la descarbonización». Fernández sostiene que «los precios en el mercado minorista se verán afectados en la medida en que los contratos de suministro a estaciones de servicio ligan las cotizaciones a precios mayoristas en mercados internacionales».
Joseba Barrenengoa, CEO de las gasolineras 'lowcost' Easygas, no tiene ninguna duda de que el precio del diésel subirá, aunque en este punto se muestra crítico con las grandes petroleras. «Han estado comprando a Rusia durante los últimos meses a un precio mucho más barato, y aprovisionándose de este carburante para después decir que el veto a Moscú les obliga a subir los precios».
Si bajamos a pie de carretera, nos encontramos con el sector del transporte. Todo parece apuntar a que esta medida tendrá un impacto directo para los conductores de camión, un sector que apenas ha podido respirar durante los dos últimos años por el alza de este carburante. No obstante, la bonificación de los 20 céntimos por litro de combustible que puso en marcha el Gobierno en abril del año pasado y que eliminó en enero, se ha mantenido para este colectivo. Aproximadamente el 91% de las camionetas y el 96% de todos los camiones funcionan con diésel, y más de la mitad de los automóviles del territorio están propulsados con este carburante. La patronal guipuzcoana del transporte (Guitrans), con 2.000 camiones y 500 empresas del transporte bajo su paraguas, declinó hacer declaraciones a este periódico.
Gipuzkoa cerró 2022 con un hundimiento de las matriculaciones del 13%. Pero entre tanto número rojo brota uno en verde; la venta de vehículos (turismos y todoterrenos) híbridos y eléctricos está por encima de los movidos por gasóleo, que ya hace mucho que perdieron la hegemonía frente a los de gasolina en pos de borrar del parque automovilístico este tipo de turismo que tanto contaminan. Así, durante el año pasado, la cuota de vehículos propulsados por diésel en Gipuzkoa se quedó en tan solo el 15,9%, frente al 42,7% de la gasolina y el 41,2% de los alternativos.
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