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Pablo Casado dio ayer todo un golpe de autoridad en el corazón del PP vasco al desbancar a Alfonso Alonso de la candidatura a la ... Lehendakaritza en las próximas elecciones. La crisis abierta la semana pasada con la polémica configuración de las listas de la coalición PP+ Cs había adquirido unos tintes tan inquietantes que auguraban el traumático desenlace que finalmente se escenificó anoche en Génova. Casado dio la puntilla al líder de los populares vascos que defendía una cuota de reparto preferente en la neonata coalición con la formación naranja. El espectáculo que ha dado el PP en esta crisis ha sido penoso. Resulta inaudito el procedimiento tan grotesco con el que sus principales dirigentes han afrontado esta polémica orgánica que ha acabado con toda la vajilla rota del PP en Euskadi. Una imagen de desconcierto, que a buen seguro afectará en el caudal de votos que cosecharán el próximo 5 de abril los populares vascos, después de que Génova haya impuesto su criterio para favorecer su entente con Cs en Cataluña. El objetivo es fagocitar a los naranjas. Esa es la clave. Casado, apoyado por el esencialismo conservador del espíritu Faes de Aznar que representa Cayetana Álvarez de Toledo, entre otros, ha eliminado de un plumazo a un 'barón' liberal, firme defensor de un constitucionalismo moderado, que durante su dilatada e intensa trayectoria en Euskadi -como la de otros muchos cargos populares- se ha jugado literalmente la vida frente a ETA en la defensa de sus ideales.
El desastroso final de este pulso de poder fractura al partido en Euskadi en su convivencia interna y deja aún más libre la centralidad, un espacio electoral que aprovechará a buen seguro el PNV. Un error colosal. Ni los propios 'casadistas', que los hay en Euskadi -aunque sean minoría frente a los 'alonsistas'- pueden estar conformes con el abrupto aldabonazo que ha propinado su líder a la estructura del partido, que lo deja abierto en canal con consecuencias incalculables. Alonso no se merecía este final.
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