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Oskar Ortiz de Guinea
San Sebastián
Viernes, 4 de octubre 2024, 15:20
La sexta jornada de declaraciones en el juicio por el crimen de Aintzane Pujana constó este viernes de la declaración de dos testigos. Dos hombres ... que, los días previos al apuñalamiento mortal de la donostiarra de 32 años, tuvieron o con la acusada. Dos varones que, por diversos motivos, sorprendieron con varios detalles de sus testimonios en la Audiencia Provincial de Gipuzkoa, donde desde el lunes se expondrán las pruebas periciales.
El principal testigo este viernes fue el dueño de una pensión de Astigarraga. No conoció a Aintzane pero sí a la chica a la que, según explicó el lunes el ertzaina inspector jefe del caso, los procesados habían «intentado prostituir» un mes antes, cuando la mujer seguía un «tratamiento de desintoxicación en un agroturismo de Errenteria». Según este agente, «el escenario era muy parecido al que posteriormente se produjo» con Pujana en Aizarnazabal. «Menos mal que se libró», dijo el inspector.
A mediados de diciembre, en una fecha sin determinar, la mujer telefoneó al dueño de una pensión en Astigarraga, un conocido de la familia, para pedirle un sitio donde dormir. «Me llamó con un ataque de ansiedad y me dijo que le obligaban a prostituirse y que le habían dado de hostias», recordó él. Acto seguido, el hostelero se personó en el agroturismo y se encontró a la chica «con la cara y el labio reventados». Aunque él pensó que quien le había pegado era el ahora procesado, la víctima le aclaró que fue la encausada quien le propinó «una patada en la cara». También le dijo que los procesados usaban su tarjeta de crédito y le quitaban «el dinero de una ayuda que recibía».
Según este testigo, la chica se alojaba en una habitación en la que no tenía llave, por lo que, siempre según su relato, los acusados «podían entrar y salir» libremente. De hecho, la acusada lo hizo «dos o tres veces» en alrededor de «una hora» que él estuvo en el establecimiento «tranquilizando» a la chica. En una de ellas le preguntó quién era, y a él se le ocurrió responder que era «guardia civil» para que «no le pegaran más». En otra visita les ofreció «chocolatinas» y también les presentó a su novio, el otro acusado.
El hostelero aclaró que fue él y no el dueño del agroturismo quien informó de la agresión a la Policía vasca. «Le dije que llamara a la Ertzaintza, pero me respondió que 'lo que pasa de puertas adentro no es asunto mío'. Así que llamé a la comisaría de Hernani, avisé al del agroturismo que había llamado a la Ertzaintza, y luego él ya llamó». Acudieron al lugar «cinco patrullas», pero al parecer nadie presentó denuncia.
Ese mismo día, la mujer agredida abandonó el agroturismo acompañada por su hermana para alojarse en la pensión de Astigarraga. «Al poco», el 18 de diciembre de 2020, un taxista acercó al establecimiento a otra mujer cargada con «un montón de maletas». Se presentó «como Rosa», y según él, le explicó que «no tengo DNI, vengo de Asturias, mi novio ha metido a otra novia en casa». Para alojarse, la huésped le dio un nombre, unos apellidos y un número de DNI escritos en un papel, y le dijo que «vendría otra persona» a pagar la habitación.
La sorpresa saltó un día o dos después, cuando la chica que había sido agredida en el agroturismo de Errenteria identificó a la tal Rosa como la mujer que le había pateado el rostro unos días antes. Alertó de ello al anfitrión, quien, el 20 de diciembre, instó a 'Rosa' a que se identificara con sus datos reales. Así, la mujer se registró con su verdadera identidad, la misma que constaba en el agroturismo de Aizarnazabal donde Aintzane fue apuñalada. El responsable de la pensión explicó este viernes que no le echó porque «tenía la habitación pagada», después de que la abonara un hombre al que no recordaba. Tras «unos tres o cinco días» alojada, la mujer se fue de Astigarraga. El hostelero asegura que informó de estos hechos a la Ertzaintza.
A instancias de la abogada del encausado, el otro testimonio de la mañana fue el de un varón que junto a su novia coincidió como huésped de la citada pensión con la acusada, a la que ha descrito como «una persona normal», que les había confesado que «era escort» y que «venía de Asturias porque su novio había metido otra mujer en casa». Apuntó asimismo que trató de mantener distancias con ella, porque la vio «muy interesada» en acercarse a su novia para que «la llevara a su peluquería».
Lo más curioso llegó cuando el fiscal le preguntó a qué se dedicaba y cuál era el domicilio de la sociedad limitada con la que regenta un negocio. La respuesta fue que tiene «un pub-bar» en una localidad de Goierri pero que la sociedad mercantil estaba domiciliada en Donostia. Aunque no recordaba su ubicación exacta, el fiscal logró que revelara que se encuentra en el despacho de la letrada del procesado, que también es su abogada.
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