Los cementerios guipuzcoanos vivieron este lunes su día más ajetreado. La festividad de 'Todos los santos' vistió las lápidas de mármol con flores de todos ... los estilos y colores, aunque los centros de claveles siguen siendo los más demandados. Miles de familias dedicaron parte de la jornada festiva para evocar viejos tiempos en compañía de quienes allí reposan.
En el cementerio de Polloe de San Sebastián, ya desde primera hora de la mañana, los autobuses urbanos y taxis acercaban sobre todo a personas mayores, parejas de jubilados e hijos acompañando a algunos de sus progenitores. También había quienes dejaban a parte de sus familias en la puerta del cementerio y marchaban a buscar lugar de aparcamiento antes de que la sombra de las multas pudiera aguar la jornada. De hecho, la grúa municipal retiró varios coches mal aparcados en las inmediaciones. La mayoría de asistentes sostenía el paraguas en una mano y las flores en la otra, en un difícil equilibrio para no mojarse. Según iba avanzando la jornada, la edad de los visitantes iba bajando y a mediodía se podía observar a gente más joven y familias con niños que reservaban unas horas para honrar a sus predecesores. El tiempo también se quiso sumar a la celebración y dio un respiro con claros para aportar sosiego a quienes se acercaban al alto de Egia.
Ayer y el resto del año
«Se me han ido todos. Vengo porque me sienta bien, me gusta cuidar de ellos trayendo cosas bonitas, me da paz»
Los más previsores llevaban desde casa sus arreglos florales y ramos. Para quienes el tiempo se les había echado encima, el pequeño parque frente al cementerio donostiarra se convirtió en un mercado de flores concurrido donde poder realizar las compras de última hora. Al traspasar la puerta del cementerio el colorido de los centros florales sobre las sepulturas, el sonido de los pasos lentos sobre las piedrillas y las conversaciones murmuradas eran las primeras sensaciones de que el primer día de noviembre no es una jornada más en Polloe.
«Estos días previos me ha sido imposible venir», cuenta María Elena mientras retira las hojas de los árboles caídas en la lápida de sus padres para colocar las flores que ha traído. «Me gusta venir este día, me lo enseñaron así y me hace bien, vengo por tradición. Tengo aquí a mis padres y a una tía muy querida. Suelo venir al cementerio pero el día de Todos los Santos es especial», explica. «Siempre me sorprende lo rápido que pasa el tiempo cuando rememoras cuándo se fueron. Te parece que fue hace nada y de mi aita ya han pasado veinte años», exclama sorprendida.
Visita varios cementerios
«Primero venimos a Polloe y luego iremos al cementerio de Errenteria, hoy es un día para recordar a la familia»
Dos calles más arriba, Juan acompaña a su madre Pilar que acaba de depositar unos claveles rojos y blancos en la tumba familiar. «Tengo aquí a mis abuelos, mis padres y mi marido», explica. Se quedó viuda hace tres años pero «ya venía de antes en esta fecha, siempre con mi madre», recuerda. Cuando terminan sus oraciones, se santiguan y cogen rumbo a Lesaka, «están mis suegros allí, y quiero acercarme a dejarle unas flores», explica.
Para Ángel y Mari Carmen su día de recuerdos empieza en Donostia, «están aquí los padres de mi mujer y ahora vamos a visitara la tumba de un tío». Ángel solía ir este día con sus padres al cementerio de Hernani, «no fallábamos ningún año, lo aprendí de mis mayores y ahora me toca a mí». Su próxima parada será Errenteria, «allí están mi aita, y dos izebas». Ambos saben que este día está reservado al recuerdo. «Nos gustar venir y estar un rato frente a sus lápidas, te reconforta de alguna manera».
En los columbarios, Belmiro acaricia el mármol donde reposan las cenizas de su mujer que murió el pasado mes de julio. «Viene muchos días al cementerio», dice su nuera Edurne. Con 89 años reside en Zorroaga y hoy su hijo ha venido desde La Rioja para acompañarle para que pueda depositar unas flores. «Es mi obligación venir a verla, llevábamos casados 62 años, la echo mucho de menos», sostiene Belmiro. Se da un momento para continuar: «Le cuento mis cosas porque mi vida con 89 años ha cambiado mucho, tomo 15 pastillas para tirar hacia adelante». Los tres fueron luego a tomar algo. «Es un día especial para todos».
Más adelante, José Ignacio lleva entre sus manos «un arreglo de claveles, siempre elijo esta flor», explica. «Vengo a ver a mis padres, mis abuelos y a mis tíos, y vengo solo. Este día no fallo y también vengo en sus cumpleaños y en algún aniversario. Suelo venir solo, me gusta hacerlo», manifiesta.
El día entero en Polloe
«Para los gitanos este día es sagrado, venimos a pasar el día, y ya comeremos cuando lleguemos a casa»
Mari Jose Cialceta también llega sola a la tumba donde reposan su madre y su hermano. Mira y remira que el centro floral «no muy al uso» esté centrado. «Se me fueron todos, vengo porque me sienta bien, me gusta mantener todo limpio, es mi forma de cuidarles ahora y sé que a ellos les gustaría. Procuro venir días antes a esta fecha porque no me gustan las aglomeraciones pero este año ha coincidido así. De todas formas suelo venir muchos días, estoy un ratito, me da mucha paz», asegura.
Muy cerca de ella la familia Jiménez ha puesto la lápida repleta de rosas blancas. «Estamos pesarosos. Este año no hemos podido conseguir todas las que hubiéramos querido». Frente a la tumba están Enrique, José y María: padre, cuñado e hija. «Aquí yacen mi hermana, mi madre, cuñado y suegro», explica José. «Para los gitanos este día es sagrado, venimos hoy y vendremos mañana, que es el día de los difuntos. Hoy pasamos todo el día en el cementerio. Es nuestra tradición y nos gusta mantenerla. ¿Comer? Cuando llegue a casa, no hay prisa».
Sin aglomeraciones, con mascarilla y actuaciones musicales
Los cementerios recuperaron este lunes su pulso en una fecha tan señalada tras un año de restricciones por el Covid. Los llamamientos a la prudencia calaron entre los visitantes y muchos decidieron adelantar su visita al lugar donde reposan familiares fallecidos. Muchos de los que paseaban entre tumbas portaban mascarillas pese a tratarse de un recinto al aire libre. A mediodía alumnos de la Escuela de Música y Danza de Donostia ofrecían un pequeños recitales en distintos puntos de Polloe para acompañar los momentos de recuerdo. Estas actuaciones forman parte del 'Festival dando vida a la muerte' con el que en Tabakalera han puesto un mural donde expresar qué se quiere hacer antes de morir.
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