Buscando un motivo a tanto ruido encuentro que las clases dirigentes han olvidado la virtud de contemplar. El verbo deriva del Contemplum, una plataforma que ... los romanos situaban frente a sus templos paganos. Desde el Contemplum sacerdotes y augures observaban el firmamento y estudiaban el vuelo de los pájaros para descifrar los designios de los dioses. De ahí nació el verbo contemplari, que significa mirar lejos.
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No detecto mucha visión a largo en las noticias con las que despertamos estos días. Las amenazas, el trazo grueso, los insultos, enfangan cualquier intento de mirar con perspectiva. Existe un divorcio manifiesto entre la cultura y las clases dirigentes. Cultura entendida como talento para dialogar, conocimiento de lo que se debate o respeto a unos valores y principios universales. Hace tres décadas seguíamos la política internacional como una sofisticada partida de ajedrez. Hoy, no me acostumbro a vivir en un simplista juego de la oca, sembrado de trampas y penalizaciones, en el que siempre toca tirar y comer a los mismos.
En las escuelas de negocios, donde se educan las futuras élites, se enseña a debatir pero no a conversar. La clave para graduarte con honores no es aprender a colaborar sino a rivalizar. Se diría que hay una relación inversamente proporcional entre el poder y la capacidad auditiva de los líderes. Cuanto más mandan menos escuchan. Perdieron la capacidad de contemplar y ahora actúan sin contemplaciones.
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